Pokémon aún perdura: La historia de amor de Taiwán con el videojuego que el mundo olvidó
El evento Pokémon Go Safari, que duró tres días, atrajo a los fanáticos al Parque Forestal Da'an, en Taipéi. Foto: An Rong Xu/The Guardian

No podemos mostrar el rostro de Tsai. Este hombre de 52 años está muy ocupado utilizando seis teléfonos en una charola hecha a la medida del usuario. Los cables de carga serpentean hasta llegar a una mochila llena de baterías. La elaborada instalación está diseñada para maximizar su experiencia con Pokémon Go, garantizando que siempre esté en modo de caza.

Tsai empezó a jugar en 2016 con un solo teléfono, pero comenta que seis es el número perfecto para evitar tener que esperar a que su dispositivo procese todas las “aburridas” campanas y silbatos cada vez que atrapa una de las criaturas virtuales.

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Tsai, un entusiasta de Pokémon Go, lleva una charola con teléfonos y una mochila con baterías. Foto: An Rong Xu/The Guardian
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FOTO: Seis dispositivos proporcionan la experiencia óptima de caza de Pokémon Go, comenta Tsai. Foto: An Rong Xu/The Guardian

Le entusiasma hablar con nosotros, dice Tsai sin levantar la vista, y normalmente le encantaría ser fotografiado. Pero vino a Taipei desde la ciudad de Kaohsiung, a 350 km de distancia, y su esposa cree que está en un viaje de trabajo.

Dejando de lado los riesgos maritales, Tsai cree que Pokémon Go ha tenido un impacto positivo en su vida. “Es bueno para hacer ejercicio”, explica.

Pokémon Go es un videojuego de realidad aumentada para dispositivos móviles que permite que los usuarios cacen “monstruos de bolsillo” –como Pikachu, Bulbasaur, Charizard y Squirtle– al aire libre.

Cuando fue lanzado en 2016, se registraron 500 millones de descargas en sus primeros seis meses. Las noticias se llenaron de historias de personas que perseguían ciegamente a los personajes a través de las ciudades, adentrándose en lagos y desiertos, e incluso entrando sin autorización a los clubes de motociclistas. Aunque sigue siendo uno de los videojuegos para teléfonos más populares del mundo, el número de usuarios a nivel mundial ha caído drásticamente en los últimos años. En junio, el número de usuarios mensuales se redujo a aproximadamente 80 millones a nivel mundial, de los cuales solo el 10% se conectan diariamente.

En Taiwán, sin embargo, sigue siendo extremadamente popular en todos los grupos de edad. Los adultos jóvenes crecieron con la caricatura y los videojuegos de Nintendo y adoptaron la versión móvil, compartiéndola con sus padres y abuelos. También aprovecha el amor de los taiwaneses por la cultura japonesa y las cosas bonitas en general.

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Participantes en el evento Pokémon Go Safari salen a cazar. Foto: An Rong Xu/The Guardian

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Una fan de Pokémon posa junto a una réplica de Snorlax. Foto: An Rong Xu/The Guardian

En Taipei, que tiene algunos de los barrios más densamente poblados del mundo, es frecuente encontrar a decenas de personas merodeando en parques y afuera de bancos u oficinas de correos, aguardando una “redada”. En un concierto de death metal en Wanhua, una joven vestida completamente de negro se adentró entre el público mientras sujetaba un peluche de Pikachu. En septiembre, la aerolínea nacional presentó un avión con temática de Pokémon. En 2021, se abrió un 7-Eleven con temática de Pokémon en Taipei.

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Zhi Shao Lau, Yi Xuan Lin, Kevin Tien y Joanne Luo muestran sus capturas Pokémon. Foto: An Rong Xu/The Guardian

Niantic, la empresa matriz de Pokémon Go, almacena sus datos de forma muy rigurosa. No facilita estadísticas de usuarios por países, ni cifras de afluencia al evento de Taipéi, cuyas entradas se agotaron.

Sin embargo, el director de eventos de Niantic en Asia-Pacífico, Go Nagano, comenta que, per cápita, Taiwán es uno de los principales mercados de la empresa, y que Taipei alberga el “gimnasio” más visitado del mundo, un campo de batalla virtual para equipos. En 2021, Taiwán registró el segundo mayor promedio de kilómetros recorridos por los usuarios de Pokémon Go, y los datos de consumo mostraron que los taiwaneses pasaron casi tres veces más tiempo jugando el videojuego en comparación con los usuarios japoneses.

‘Las tías y los tíos se pasan todo el día jugando’

Uno de los primeros eventos internacionales postCovid-19 en Taiwán es el Pokémon Go Safari, que dura tres días en el Parque Forestal Da’an de Taipéi, organizado en colaboración con los departamentos de turismo locales para promocionar la ciudad. Los camiones de las operadoras de telefonía móvil están presentes en el lugar para impulsar temporalmente las señales 4G y 5G para los cientos de personas que caminan despacio y miran fijamente sus teléfonos.

Algunos llevan trajes hechos por ellos mismos o conjuntos temáticos, y hay una gran variedad de soluciones de carga personalizadas. Es habitual que la gente tenga varios teléfonos. Un joven lleva un cartel laminado que anuncia posibles intercambios de Pokémon y se ve rápidamente rodeado de personas. Una mujer de unos 50 años que viste un impermeable de color rosa intenso regatea con él de forma bulliciosa. De apellido Huang, la mujer dice con orgullo que tiene un Pokémon raro de Grecia, que intercambió con un misterioso visitante. Cuando se le pregunta por los detalles, Huang empieza a sospechar. ¿Somos espías? Sinceramente, no sabemos qué responder.

Keiko Maeda, una jubilada japonesa de 85 años, cuenta que se aburría en casa y que quería hacer ejercicio y pasar el tiempo durante la pandemia. Así que contrató a un profesor particular, primero para que le enseñara a utilizar el celular y después para que le enseñara a jugar. Un año después, voló desde Tokio, sola, únicamente para este evento.

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Maeda, de 85 años, viajó al evento desde Tokio. Foto: An Rong Xu/The Guardian

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Ningún evento de Pokémon estaría completo sin una mascota Pikachu. Foto: An Rong Xu/The Guardian

“No sabía si podría volver a venir a Taiwán debido al Covid-19, así que me alegra estar aquí”, dice a través de un traductor.

Maeda es la jugadora de mayor edad que conoce The Guardian, pero no es una excepción. El videojuego es sumamente popular entre las personas mayores de Taiwán, que, como gran parte de Asia oriental, tiene una población que envejece rápidamente. El jugador más famoso de Taipei, que se jubiló hace poco tras sufrir un derrame cerebral, es un abuelo de 74 años llamado Chen Sun-yuan, que solía pasear en su bicicleta con 64 teléfonos sujetos al manubrio.

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Go Nagano, director de eventos presenciales de Niantic para Asia-Pacífico. Foto: An Rong Xu/The Guardian

Los jóvenes bromean con que el videojuego es un tipo de cuidado de los ancianos, ya que permite que sus parientes mayores salgan a hacer ejercicio y a socializar. “Es un videojuego positivo para los jubilados, les da un objetivo, hay eventos grupales, conocen personas”, comenta un jugador más joven.

En el parque Da’an, la cantidad de tiempo que los jugadores dedican cada día se divide de forma bastante clara según las generaciones. Los más jóvenes, como Jason, de 35 años, “no tienen tiempo para ser adictos”, y aseguran que se limitan a entre 30 minutos y dos horas al día. La mayor parte de este grupo de edad cita la nostalgia cuando se les pregunta la razón por la que les gusta el videojuego.

Crecieron viendo la caricatura y ahora juegan el videojuego móvil con amigos y hermanos. Algunos trajeron consigo a sus hijos pequeños –muchas veces visiblemente desinteresados–.

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Sam Chi disfrazado de Ash Ketchum, el personaje entrenador de Pokémon. Foto: An Rong Xu/The Guardian

“Pero las tías y los tíos se pasan todo el día jugando”, explica.

De vuelta a la pagoda, algo en la pantalla llama la atención de Tsai y engancha una correa para el cuello a la charola para recorrer el parque. Pertenece firmemente al bando de los entusiastas, pero dice que tiene sus límites. “En Kaohsiung vi a gente adentrándose en el mar para atrapar un Pokémon. No estoy tan loco”.

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