El pingüino emperador, en peligro de extinción, junto con dos tercios de las especies antárticas autóctonas, revela una investigación
Según las proyecciones actuales de calentamiento global, la mayoría de las especies autóctonas de la Antártida se encontrarán en peligro de extinción, siendo los pingüinos emperador los más amenazados. Foto: Shane Bilston/ División Antártica Australiana

Dos tercios de las especies autóctonas de la Antártida, incluidos los pingüinos emperador, se encuentran en peligro de extinción o de sufrir importantes disminuciones de población desde este momento hasta 2100 si se mantienen las actuales trayectorias de calentamiento global, según reveló un nuevo estudio que establece las prioridades para la protección de la biodiversidad del continente.

El estudio, resultado de una colaboración internacional entre científicos, ecologistas y legisladores de 28 instituciones de 12 países, identificó a los pingüinos emperador como la especie antártica que corre mayor riesgo de extinción, seguida de otras aves marinas y los nemátodos de suelo seco.

“Se calcula que hasta el 80% de las colonias de pingüinos emperador estarán casi extintas para el año 2100 (con una disminución de la población de más del 90%) en caso de que las emisiones de gases de efecto invernadero sigan aumentando como lo han hecho hasta ahora”, reveló el estudio.

El estudio, publicado en la revista Plos Biology, también halló que la aplicación paralela de 10 estrategias clave de gestión de amenazas –que supondrían un costo estimado de 23 millones de dólares estadounidenses anuales– podría beneficiar hasta al 84% de los organismos antárticos.

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Los pingüinos de Adelia son una de las especies que se prevé que disminuyan antes para el año 2100 debido a los efectos del calentamiento global. Foto: División Antártica Australiana/Jessica Fitzpatrick

La influencia en la política mundial para limitar de manera efectiva el calentamiento global fue identificada como la estrategia de conservación más beneficiosa.

“Existen múltiples amenazas que impactan a las especies antárticas a pesar del hecho de que pensamos en ella como esta tierra salvaje remota y virgen”, comentó la autora principal del estudio, la Dra. Jasmine Lee, del British Antarctic Survey. “La mayor amenaza no proviene de su interior”.

Lee, que realizó la investigación como parte de un doctorado en la Universidad de Queensland, añadió que los coautores del estudio reconocieron que la acción global en materia climática era menos viable a nivel local en comparación con acciones como la gestión de especies no autóctonas presentes en el continente.

Con el aumento de la actividad humana en la Antártida –tanto en investigación como en turismo–, el riesgo de introducir especies exóticas es cada vez mayor, indicó Lee.

El Dr. Aleks Terauds, de la División Antártica Australiana y coautor del estudio, señaló que la investigación destacaba que “la biodiversidad está sometida a una presión considerable en la Antártida”.

“La Antártida está muy bien protegida por el Tratado Antártico y el Protocolo (sobre protección del medio ambiente)”, explicó Terauds. “Pero la singularidad del continente, sus valores naturales y su increíble biodiversidad significan que seguimos buscando cosas que podamos hacer para intentar y garantizar que se produzca el menor impacto posible”.

La disminución drástica de los efectos de las actividades humanas en la Antártida fue identificada como la estrategia de gestión más rentable.
“Podemos educar mejor a nuestras empresas turísticas sobre las áreas que deben evitar en lo que respecta a algunas de estas especies amenazadas; podemos educar a los propios turistas”, señaló Terauds.

Otras medidas incluyen la reducción de la huella ambiental de los buques y aviones de transporte, así como de los proyectos de infraestructuras y la protección de la vegetación contra el aplastamiento y otros daños físicos.

Incluso si no es posible mitigar el calentamiento global, todas las estrategias regionales combinadas beneficiarían aproximadamente al 54% de las especies antárticas, reveló el estudio.

El informe también destacó el efecto de la crisis climática en aves marinas emblemáticas como los pingüinos emperador y de Adelia. “El pingüino emperador depende del hielo para reproducirse”, explicó Lee. “Si pierde su hábitat adecuado para la reproducción… eso puede provocar colapsos (poblacionales) con el tiempo”.

Especies menos conocidas, como el Scottnema lindsayae, un tipo de ascáride, ya están en declive. “Es un especialista antártico y sobrevive en suelos bastante salinos y secos. A medida que el hielo comienza a derretirse y hace más calor… los suelos se vuelven más húmedos y menos salinos”, explicó Lee.

Terauds añadió: “Especies como los nemátodos –por poco interesantes que parezcan– son bastante sorprendentes. Viven en algunas de las zonas más inhóspitas del planeta”.

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