Batalla por la sucesión en la casa de Dior: los hermanos compiten por la corona familiar
Helene Arnault, Bernard Arnault y Delphine Arnault en un desfile de Christian Dior en 2013 en París. Foto: Petroff/Dufour/French Select/Getty Images

La carrera del lujo cobró velocidad la semana pasada cuando Bernard Arnault, cofundador, presidente y jefe ejecutivo de LVMH –también conocido como “lobo con abrigo de casimir” y el hombre más rico del mundo– entregó a su hija Delphine las llaves de Christian Dior, la casa de alta costura parisina que, en 1947, impulsó la industria de la moda moderna con el New Look.

El simbolismo de la decisión fue difícil de ignorar: durante meses, los observadores han especulado sobre los planes de sucesión dentro de la empresa más valiosa de Europa, un proveedor de moda, champaña, joyas y bienes raíces que se encuentra en el corazón del ecosistema mundial del lujo.

Muchos observadores aludieron a la familia ficticia de los Roy en la serie Succession, basada en el clan Murdoch. Los Roy, decían, no tenían nada que envidiar a los Arnault. Cuatro hijos, una hija, cada uno de ellos con funciones en el imperio, compitiendo por el control. Y ahora la hija mayor, a sus 47 años, ha sido designada al frente de Dior, una marca que tiene una importancia simbólica, aunque no económica.

Louis Vuitton, especialista en maletas y bolsas, representa la mitad de las ganancias de la empresa matriz, pero Dior fue la primera casa que Arnault, de 73 años, compró en 1984 tras el consejo de un taxista neoyorquino. Por lo tanto, en términos familiares, dinásticos y emocionales, es el centro de la empresa.

El ascenso de Delphine, exalumna de la London School of Economics y la mayor de los hijos de Arnault, significa que es la única hija que forma parte tanto de la junta de directores como del comité ejecutivo de la empresa matriz LVMH, además de estar a cargo de la supervisión de todas las actividades relacionadas con los productos.

Fue Delphine quien dirigió Dior durante el frenesí creativo de John Galliano, y quien actúa como enviada de los diseñadores de cuyos hombros creativos depende el imperio.

Durante el próximo año –al menos–, esto incluirá un bombardeo de productos y mercadotecnia de Louis Vuitton centrado en una colaboración con Yayoi Kusama, la artista japonesa de 93 años de edad conocida por sus lunares, orbes metálicos, calabazas y “habitaciones con espejos infinitos”, todo ello probablemente aparecerá en cualquier lugar donde lo hagan los clientes de LVMH, es decir, en los distritos, complejos turísticos, actividades y destinos artísticos dignos de Instagram que conforman la ecología de la ultra-riqueza mundial.

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Compradores de Louis Vuitton en Hong Kong. Foto: SOPA Images/LightRocket/Getty Images

Bajo la dirección de Delphine, señaló Arnault, “el atractivo de los productos Louis Vuitton aumentó significativamente, lo que permitió que la marca estableciera regularmente nuevos récords de ventas. Su aguda perspicacia y su incomparable experiencia serán activos decisivos para impulsar el desarrollo en curso de Christian Dior”.

El ascenso de Delphine se produjo menos de un mes después de que su hermano menor, Antoine, fuera nombrado director general del holding Christian Dior SE, que controla LVMH, y vicepresidente de su junta directiva.

Algunos interpretaron este nombramiento como el inicio de una batalla por la sucesión dentro de la empresa hereditaria, valorada en 418 mil millones de dólares (unos 7 billones de pesos). Al igual que el imperio Murdoch suele ser considerado la expresión del impulso de un solo hombre –y podría desmoronarse sin su creador terrenal–, lo mismo ocurre con Arnault, 18 años menor que Rupert Murdoch y 10 veces más rico.

“Nada en LVMH se hace de forma apresurada”, dice Thomas Chauvet, analista de lujo de Citi. “Los motores de la demanda de esta industria han sido los mismos durante 20 o 30 años: crecimiento económico mundial, efecto riqueza, viajes globales y el consumismo chino en una industria caracterizada por altas barreras de entrada y poder de fijación de precios. Todo está meditado porque hay una propiedad familiar, y probablemente examinaron a muchos candidatos y decidieron que ella es la más competente para dirigir la marca”.

Sin embargo, Arnaut modificó recientemente la estructura corporativa de LVMH para prolongar su gestión hasta que cumpla 80 años o más. La semana pasada, también transfirió a Pietro Beccari, que ha dirigido Christian Dior Couture desde 2018 y ha cuadruplicado las ventas a 8.7 mil millones de euros, para reemplazar a Michael Burke, un veterano de 40 años, como próximo presidente y director ejecutivo de Louis Vuitton.

Con unas ventas calculadas en 21.8 mil millones de euros el año pasado, Burke convirtió a Louis Vuitton en una potencia económica, incluyendo una colaboración en 2017 con Supreme que impulsó la categoría de ropa de calle de lujo. Louis Vuitton ahora representa más de la mitad de las ganancias de LVMH.

Crucialmente, es Beccari quien está supervisando la perfecta integración de Tiffany, el negocio de joyería estadounidense que Arnault compró hace dos años por 16 mil millones de dólares, y que está dirigido por el más joven del clan, Alexandre Arnault, de 29 años.

Los anuncios se produjeron en un momento en el que China, cuyos ávidos consumidores de lujo representan un tercio de las ventas mundiales de lujo, anunció que levantará las restricciones de la política de cero Covid relativas a los viajes. Los minoristas esperan experimentar el tipo de gasto que se produjo cuando se levantaron brevemente las restricciones de Covid-19 en 2020, y esto ocurre justo cuando los consumidores estadounidenses, que han mantenido el gasto en lujo durante los últimos tres años, están comenzando a flaquear.

“No vemos nubes en el horizonte de LVMH”, comentó Luca Solca, de la firma de análisis de artículos de lujo Bernstein, que calcula que el gasto chino en lujo podría aumentar un 35% este año.

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Las maletas Louis Vuitton son uno de los motores de la fortuna de la empresa. Foto John Muggenborg/Alamy

No obstante, el nombramiento de Delphine puede ser significativo en otros aspectos. Las mujeres ocupan cada vez más puestos creativos en una industria habitualmente dominada por los hombres. “De forma anecdótica, se escucha que Dior está arrasando, quizás porque las diseñadoras entienden lo que las mujeres quieren vestir y lo que van a comprar”, señala la periodista especializada en moda Amy Odell.

Dior solo es una pieza del rompecabezas de cómo LVMH se convirtió en el conglomerado de artículos de lujo más grande del mundo, con 75 marcas que abarcan desde la moda y la joyería hasta la champaña, los hoteles y las fundaciones de arte, pasando por la comida para perros –de gama alta–.

Parte del éxito de LVMH ha consistido en encabezar el desarrollo de la industria del lujo. Controlar la distribución significa controlar el precio, controlar la experiencia de compra y, con frecuencia, el entorno, ya sea en París, Londres, Shanghái, Nueva York, Singapur o Milán.

La realidad es que la estrategia gira en torno a que Louis Vuitton ofrezca un crecimiento constante año tras año”, explica Chauvet. “Pueden hacer experimentos, en joyas o relojes o fragancias o colaboraciones, y algunos pueden convertirse en nuevas categorías de productos, no obstante, el dogma estático permanente es no vender al por mayor y no hacer descuentos”.

William Middleton, escritor de moda residente en París y autor de una próxima biografía sobre Karl Lagerfeld, Paradise Now, describe el extraordinario crecimiento de los conglomerados franceses de moda y lujo en las tres últimas décadas. En los años 90, señala, la industria de Nueva York o Milán era más sofisticada desde el punto de vista comercial. La formación de LVMH y Kering (PPR), así como la importación de talentos, como Galliano o Alexander McQueen, o la compra de casas como Gucci, presagiaron una explosión de crecimiento.

“En los años 90, Chanel tenía sus oficinas en el 31 de la calle rue Cambon, un pequeño y encantador edificio donde Karl trabajó en el último piso. Ahora ocupan toda la calle y trabajan ahí unas mil 200 personas. Chloé tenía sus oficinas arriba de una tienda en la calle rue Saint-Honoré. Ahora tiene dos o tres edificios para sus archivos. Yves Saint Laurent tenía su sede de dos pisos en el número 5 de la avenida Avenue Marceau; ahora es un complejo de 140 mil pies cuadrados que fue el monasterio de la Abbaye de Penthemont.

“Hay una palabra francesa, démesurée, que significa excesivo o fuera de escala”, añade Middleton. Mientras la industria del lujo se prepara para sus presentaciones de prêt-à-porter de otoño-invierno, para las extravagancias de mercadotecnia en lugares exóticos, para las celebridades y las bolsas de mano, démesurée es una palabra que hay que tener en cuenta.

“La escala de estas empresas, del negocio de la moda en París, ahora es tan enorme, y Bernard Arnault es una parte muy grande de eso”.

Los multimillonarios y sus batallas de sucesión
Los Murdoch

Durante mucho tiempo se ha dado por sentado que Lachlan Murdoch asumiría el control de Fox Corporation y News Corp tras la muerte de su padre, el multimillonario australiano Rupert Murdoch, de 91 años. Ahora, una nueva biografía, The Successor: The High-Stakes Life of Lachlan Murdoch, de Paddy Manning, sugiere que el hijo mayor del magnate de los medios de comunicación podría ser destituido en un enfrentamiento familiar similar al de Succession con sus hermanos James y Elisabeth Murdoch y su hermanastra Prudence MacLeod.

Lachlan ha dirigido la empresa familiar junto a su padre desde 2014. En julio de 2020, James, hermano de Lachlan, renunció a la junta directiva de News Corp, alegando “desacuerdos sobre ciertos contenidos editoriales publicados por los medios de comunicación de la empresa y algunas otras decisiones estratégicas”.
Los Redstone

Tras haber sido nombrada presidenta de National Amusements, el holding privado de la familia, Shari Redstone parecía ser la heredera obvia de su padre Sumner M Redstone. Sin embargo, cuando parecía estar ganando influencia en la empresa, que controlaba Viacom y la cadena CBS (que posteriormente se convirtió en ViacomCBS y ahora se conoce como Paramount Global), el magnate de los medios de comunicación, que por aquel entonces tenía más de 80 años, dijo públicamente que ella no estaba cualificada para el cargo.

En un caso que se resolvió posteriormente, su hermano Brent demandó a su padre en 2006, intentando disolver la empresa y alegando que lo habían ignorado por su hermana. En 2015, supuestamente ella le dijo a su hijo en un correo electrónico: “Tu abuelo dice que seré presidente por sobre su cadáver”.

En medio de nuevas peleas cuando él llegaba a sus últimos años, en las que también estaban implicadas otras mujeres de su vida, padre e hija hicieron las paces, y ella cuidó de él en su mansión hasta su muerte, a los 97 años. Ella pasó a dirigir el imperio familiar.

Los Rinehart
Tras la muerte de su padre Lang Hancock en 1992, Gina Rinehart afirma haber salvado su empresa minera y generado el valor de un fideicomiso familiar de 5 mil millones de dólares (unos 94 mil millones de pesos). Rinehart dijo que su padre le había advertido que “lamentaría el día” en que las acciones de su difunta madre en Hancock Prospecting fueran utilizadas en beneficio de sus hijos, una predicción que posteriormente se cumplió. En 2015, su hija Bianca obtuvo el control del fideicomiso tras una amarga batalla legal.

En 2019, el alto tribunal le concedió a Rinehart el derecho a que otra disputa con sus hijos –sobre acusaciones de que ella transfirió indebidamente valiosos activos mineros de un fideicomiso a otro– fuera juzgada en privado.
Miranda Bryant

Este artículo fue modificado el 16 de enero de 2023 para ampliar una cita de Chauvet y aclarar que se refería al consumismo chino.

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