La industria textil de Pakistán está en crisis, y las mujeres son las más afectadas por su declive
Una trabajadora inspecciona la calidad de la tela en una fábrica de ropa en Faisalabad, ciudad conocida como el Mánchester de Pakistán. Foto: Faisal Mahmood/Reuters

A lo largo de los años, las mujeres de la anteriormente próspera industria textil de Pakistán han desempeñado un papel crucial suministrando a Europa y Estados Unidos artículos que abarcan desde la mezclilla hasta las toallas. Sin embargo, desde la pandemia, 7 millones de trabajadores han sido despedidas debido a la disminución de las exportaciones y a la grave crisis económica del país. En mi ciudad, Faisalabad, cientos de miles de los 1.3 millones de trabajadores del sector textil –la mitad de los cuales son mujeres– han perdido sus empleos y los puestos de trabajo de un gran número de ellos se encuentran en peligro.

Para las trabajadoras del sector textil de Faisalabad, la mayor preocupación es que pierdan esos empleos para siempre. Eso es peor que sus salarios atrasados y mal pagados, el acoso al que se enfrentan en el trabajo y el hecho de no disponer de servicios de atención sanitaria.

Para las mujeres rurales que viajan a las fábricas desde las zonas circundantes a primera hora de la mañana y trabajan largas jornadas a cambio de un salario bajo, esta es su única fuente de ingresos.

Mi ciudad es conocida como el Manchester de Pakistán, y produce textiles para todo el mundo. Sin embargo, la presión sobre la industria es inmensa: los precios de la electricidad se han duplicado; las inundaciones han devastado los campos de algodón, agravando la escasez; el gobierno ha impuesto limitaciones a la concesión de créditos.

Cientos de fábricas han cerrado o trabajan con turnos reducidos. Los trabajadores son despedidos. Incluso la industria artesanal de las trabajadoras, que cosen en casa, carece de apoyo o incentivos. Fabrican guantes, calcetines y medias por menos de un dólar al día. Creo que este trabajo artesanal tiene un enorme potencial y que el gobierno debería declararlo como una industria, garantizando unos salarios respetables.

La Alianza de Mujeres Trabajadoras (WWA) protesta contra los despidos masivos que se producen en el sector y exige que los trabajadores reciban su salario. He impartido sesiones educativas a cientos de mujeres sobre la legislación laboral y los derechos colectivos, pero aún existe una falta de conciencia. Calculamos que, de los más de 150 mil trabajadores del sector de las medias, solo 4 mil 200 disponen de tarjeta de afiliación a la seguridad social.

Las mujeres se resisten a alzar la voz porque temen que ello significará perder su empleo. La WWA ha ayudado a las trabajadoras a crear comités contra el acoso en el sector textil y en otras industrias. También hemos mantenido reuniones con el departamento de trabajo del gobierno en relación con la creación de comités contra el acoso, y hemos logrado instaurarlos en 40 fábricas en Faisalabad.

Uno de los principales problemas es que no podemos reunirnos con las mujeres en sus lugares de trabajo para llevar a cabo actividades sindicales y los propietarios las trasladan en autobús a dichos lugares. Hace tres meses, los trabajadores de Masood Textile Mills lograron forzar la aplicación del salario mínimo legal, una batalla que nos costó cuatro meses.

En las pequeñas fábricas se ignora la legislación laboral y se niega la licencia de maternidad a las trabajadoras. Las mujeres rara vez gozan de compasión, pero a pesar de ello tengo esperanzas de que se recuperarán los empleos, de que las mujeres de las fábricas serán más conscientes de sus derechos y vencerán los prejuicios y conseguirán la libertad económica a través de salarios decentes.

Parveen Latif Ansari dirige la Alianza de Mujeres Trabajadoras (WWA), que lucha por mejorar los salarios y las condiciones de miles de mujeres de la industria textil en la ciudad de Faisalabad, Pakistán.

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