El tráfico y la producción de cocaína registran cifras récord desde el declive de la pandemia
Un agente antidrogas atraviesa un cultivo de coca durante una redada en un laboratorio ubicado en el estado de Putumayo, Colombia. Foto: Fernando Vergara/AP

Los cárteles de drogas sudamericanos aprovecharon el declive de la pandemia de Covid-19 para producir y traficar cantidades récord de cocaína en todo el mundo.

La producción de coca, el ingrediente básico de la droga, aumentó un 35% en 2020-2021, superando las cifras anteriores a la pandemia, según indica un nuevo informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC).

El aumento de la producción de coca es el mayor registrado desde 2016 y ha estado acompañado de la continua tendencia de los cárteles sudamericanos a mejorar la eficiencia de sus laboratorios ubicados en la selva, donde pueden extraer una mayor cantidad del polvo blanco ilícito de las hojas verdes de coca.

“La pandemia supuso un pequeño bache para la expansión de la producción de cocaína, sin embargo, actualmente repuntó y es incluso mayor que antes“, señaló Antoine Vella, investigador de la UNODC que trabajó en el informe.

Los cárteles se vieron obligados a almacenar grandes cantidades de cocaína al principio de la pandemia, cuando se suspendieron repentinamente los vuelos y se controló fuertemente el tránsito por carretera, sin embargo, no tardaron en idear nuevas formas de operar.

Importantes redadas contra el narcotráfico revelaron que ocultaban hábilmente cocaína dentro de aguacates, cubrebocas e incluso cajas llenas de calamares transportadas en buques de carga.

En los casos más perfeccionados, descomponían químicamente la droga, la mezclaban con líquidos, ceras y tejidos para que no fuera visible, y después la extraían y la volvían a transformar en polvo en su lugar de destino.

A pesar de las incautaciones récord de casi 2 mil toneladas de cocaína en 2021, las iniciativas contra el narcotráfico solo han frenado el crecimiento del tráfico de cocaína, que sigue satisfaciendo la insaciable demanda mundial de la droga.

No hay duda de que no existen límites para el ingenio de los traficantes“, afirmó Vella.

Los cárteles también están ideando nuevas rutas para evitar la vigilancia de los agentes antidrogas y están intentando expandirse a mercados emergentes, pero en rápido crecimiento, como Asia y África, señala el informe.

La cantidad de cocaína que fluye a través de puertos del Mar del Norte como Amberes, Róterdam y Hamburgo eclipsa ahora a los de España y Portugal, históricamente la puerta de entrada de la droga a Europa occidental.

Los puertos ubicados en países africanos como Sudáfrica y Mozambique constituyen también centros cada vez más preferidos para transportar cocaína a Europa y a destinos más arriesgados y remotos, como Australia.

La demanda de cocaína actualmente se concentra en Europa y Norteamérica. Ambas regiones albergan una quinta parte de la población mundial y tres cuartas partes de los consumidores de cocaína.

No obstante, en países como Brasil –el mayor consumidor de cocaína de Sudamérica– se está observando un repunte de las sobredosis, lo cual sugiere que se está produciendo un rápido crecimiento en la oferta y el consumo.

“Creo que debemos dejar de pensar en la cocaína como un problema europeo/norteamericano, porque también es en gran medida un problema sudamericano”, comenta Vella.

Para satisfacer la creciente demanda mundial de producción se ha producido un aumento del cultivo de coca en Bolivia, Perú y, en particular, Colombia.

La superficie de tierras dedicadas al cultivo de coca en Colombia aumentó más de un 40% en 2021, hasta alcanzar las 204 mil hectáreas.

Los cárteles también se han vuelto más eficientes en la extracción de cocaína procedente de los pequeños arbustos verdes.

La desmovilización del principal grupo guerrillero de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ha facilitado y hecho más lucrativa la producción de cocaína, indica la UNODC.

Las FARC controlaban en el pasado vastas extensiones del país en las que monopolizaban el mercado de las drogas, pero la mayoría de los guerrilleros del grupo bajaron sus armas en 2016 como parte de un histórico acuerdo de paz.

Los esfuerzos de sustitución de cultivos fracasaron y un sinfín de grupos más pequeños, entre ellos un número cada vez mayor que trabaja con los cárteles mexicanos, llenó rápidamente el vacío de poder que dejaron las FARC.

Operan en un mercado más libre en el que se pueden ofrecer mejores precios que en la época del monopolio de las FARC, explica Vella.

La desmovilización de las FARC también ha hecho que sea más seguro para otras facciones criminales y grupos de rebeldes centrarse en sus asuntos de negocios, señaló Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), con sede en Bogotá.

El grupo que tenía la mayor capacidad de ejercer violencia desapareció de repente, y eso en sí mismo es un incentivo para la producción de coca y cocaína“, señala Restrepo.

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