El rey Carlos y la reina Isabel II percibieron un ingreso de más de mil millones de libras de sus controvertidas propiedades
El rey Carlos y la reina Isabel II percibieron un ingreso de más de mil millones de libras de sus controvertidas propiedades

El rey Carlos y la difunta reina Isabel II recibieron pagos equivalentes a más de mil millones de libras (unos 20 mil millones de pesos) de dos fincas y propiedades que se encuentran en el centro de un debate centenario sobre si sus ganancias deberían ser destinadas a los ciudadanos.

Una investigación realizada por The Guardian permitió determinar la magnitud total de los ingresos que la realeza extrajo de los ducados de Lancaster y Cornualles, los cuales gestionan gigantescas carteras de tierras y propiedades en toda Inglaterra.

Los ducados operan como imperios inmobiliarios dirigidos por profesionales que gestionan extensiones de tierras de labranza, hoteles, castillos medievales, oficinas, tiendas y algunos de los principales inmuebles de lujo de Londres. También poseen importantes carteras de inversión, aunque no pagan el impuesto sobre sociedades ni el impuesto sobre las ganancias de capital.

Las cuentas de los ducados, guardadas en archivos parlamentarios y estatales, revelan el modo en que la reina y su primogénito, en su calidad de duque de Cornualles, se beneficiaron del enorme aumento de sus ingresos procedentes de los ducados durante sus siete décadas de reinado.

El año pasado, los ingresos del ducado ascendieron a un total de 41.8 millones de libras. Si ajustamos esta cifra a la inflación, ambos recibieron el equivalente a más de 1.2 millones de libras en ingresos totales procedentes de sus dos propiedades.

Las ganancias derivadas del ducado de Lancaster, que comprende 18 mil 481 hectáreas de tierras rurales, situadas principalmente en el norte de Inglaterra y las Midlands, se transfieren automáticamente a quien ocupe el trono. El patrimonio en sí mismo está valorado en 652 millones de libras (unos 10 mil millones de pesos).

El ducado de Cornualles, que abarca 52 mil 450 hectáreas, la mayoría de ellas ubicadas en el suroeste de Inglaterra, tiene un valor de más de mil millones de libras esterlinas (unos 22 mil millones de pesos). El patrimonio no se ha adaptado a la legislación, aprobada en 2013, destinada a introducir la igualdad de género en la sucesión real. Las ganancias del patrimonio siguen recayendo automáticamente en el heredero hombre del trono.

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El castillo de Restormel tiene vistas a los terrenos de la mansión de Restormel, que es propiedad del ducado de Cornualles, en el valle de Fowey, cerca de Lostwithiel. Foto: John Husband/Alamy

Cuando Carlos, de 74 años, se convirtió en rey el año pasado, el ducado de Cornualles pasó automáticamente a manos de su hijo, el príncipe Guillermo, de 40 años, lo cual lo convirtió, en teoría, en un multimillonario y uno de los mayores terratenientes de Inglaterra. Puede esperar recibir un pago anual de al menos 20 millones de libras.

Derecho real a los ingresos del ducado

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El príncipe Guillermo visita Newquay Orchard, un espacio ecológico urbano ubicado en los terrenos del ducado, en su nuevo cargo como duque de Cornualles, en noviembre del año pasado. Foto: Hugh Hastings/PA

El derecho de la familia real a los ingresos de los ducados se deriva de unos estatutos arcaicos que datan de la época en que el país estaba dividido en feudos medievales.

Sin embargo, desde la llegada de la democracia parlamentaria, varias generaciones de diputados cuestionaron este sistema y pidieron que las ganancias procedentes de los ducados se destinaran al Tesoro. El debate parlamentario suele coincidir con la llegada de un nuevo monarca, en medio de un renovado escrutinio sobre sus fuentes de riqueza públicas y privadas.

La realeza insiste en que los ingresos del ducado son “privados” y que el gobierno los considera como algo totalmente independiente de la subvención soberana, el pago anual que la familia real recibe del gobierno para cubrir sus gastos oficiales. Esta subvención también ha aumentado drásticamente en los últimos tiempos y le cuesta al contribuyente 86 millones de libras al año (unos mil millones de pesos).

El palacio de Buckingham declinó realizar comentarios sobre las cifras de The Guardian relativas a los ingresos percibidos de los ducados, que calificó como “especulativas“.

El palacio lleva mucho tiempo afirmando que los ingresos percibidos de ambos ducados se destinan en gran parte a los deberes oficiales de la familia, obras públicas o causas benéficas. No obstante, la realeza nunca ha proporcionado información detallada sobre la forma en que se gasta el dinero de las propiedades, describiéndolas como “acuerdos financieros privados”.

El rey Carlos declaró que, en los últimos años, entre el 49% y el 51% de los ingresos de su ducado se destinaron a sufragar funciones públicas y benéficas.

Como príncipe de Gales, una gran parte de los ingresos del ducado de Carlos fueron destinados a gastos privados, que incluyeron secretarias, ayuda de cámara, jardineros, cocineros, mozos de cuadra y trabajadores agrícolas.

Al parecer, la difunta reina utilizó los ingresos del ducado de Lancaster para ayudar al príncipe Andrés a pagar una suma no revelada –supuestamente más de 9 millones de libras– con el objetivo de poner fin al caso de agresión sexual que Virginia Giuffre interpuso contra él.

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La reina Isabel, que también fue duquesa de Lancaster, observa cómo trasquilan a una oveja en la granja Lodge del Myerscough College en mayo de 2015. La granja es una de las tres que el colegio ocupa en régimen de arrendamiento del ducado de Lancaster. Foto: Max Mumby/Indigo/Getty Images

La veterana diputada del Partido Laborista Margaret Hodge, que dirigió una investigación sobre el ducado de Cornualles en 2013 cuando presidió el comité de cuentas públicas, indicó que el parlamento no había podido determinar en qué se gastaban los ingresos procedentes del ducado.

“No era muy claro”, dijo recientemente. “Hay poca transparencia“.

Describió el estatus de los ducados como una “ambigüedad deliberada” y argumentó que el gobierno debería tomar en consideración los ingresos procedentes de los mismos cuando calculara el próximo pago de la subvención soberana.

“Si el dinero de los ducados forma parte de la contribución que el Estado destina a la monarquía, está bien, pero deberíamos ser capaces de ver en qué se gasta y analizar en conjunto el financiamiento destinado a la Casa Real”.

The Guardian visitó ocho veces los archivos con el fin de recuperar las cuentas de los ducados para revelar cómo han cambiado las fortunas reales.

A lo largo de siete décadas, los ingresos combinados que la realeza percibió de los ducados se multiplicaron por dieciséis en términos reales. En comparación, los ingresos promedio del país aumentaron un poco más de cuatro veces en el mismo periodo.
En términos generales, el trabajador promedio en Gran Bretaña habría ganado el equivalente a 1.4 millones de libras durante el mismo periodo. La reina Isabel y el príncipe Carlos percibieron más de 600 millones cada uno de los ducados.
Fuentes: Ducado de Lancaster, ducado de Cornualles, ONS, Banco de la Reserva Federal de St. Louis, Banco de Inglaterra.

El rey Carlos y la reina Isabel II percibieron un ingreso de más de mil millones de libras de sus controvertidas propiedades -
  • Desde su llegada al trono en 1952, la reina percibía 110 mil libras –lo que equivale a más de 2 millones (unos 45 millones de pesos) anuales en la actualidad– del ducado de Lancaster. Carlos solo tenía cuatro años, pero como heredero hombre empezó a recibir el equivalente a 209 mil libras (unos 4 millones de pesos) de su patrimonio. En una carta dirigida a los servidores públicos, el ducado de Cornualles afirmaba que los fondos se utilizaban para su “manutención y educación”.
  • En 1969, cuando Carlos tenía 21 años, un memorándum de Downing Street reconoció que los ingresos de su ducado eran “considerablemente superiores a sus gastos actuales”, añadiendo que esas sumas le permitirían acumular un “fondo de reserva”. Para aquel entonces, sus ingresos anuales ascendían a 542 mil libras (unos 12 millones de pesos) en moneda actual.
  • En 1981, el año de su matrimonio con Diana Spencer fue un año extraordinario para el príncipe Carlos. Sus ingresos procedentes del ducado aumentaron hasta el equivalente a 3.4 millones de libras, una cantidad ligeramente superior a la que su madre percibió ese año del ducado de Lancaster.
  • La reina se refirió famosamente a 1992 –año en que un incendio arrasó el castillo de Windsor– como su “annus horribilis“. Al año siguiente aceptó, por primera vez en 41 años, empezar a pagar una suma equivalente al impuesto sobre la renta por las ganancias de su ducado. En aquel momento, el príncipe de Gales ya pagaba impuestos sobre los ingresos de su ducado, aunque la tasa se redujo a la mitad cuando se casó con Diana, a fin de tomar en consideración los gastos adicionales previstos para sufragar los gastos de su esposa y su familia.
  • Durante las décadas de los noventa y los dos mil, una época en la que el valor de las tierras y las propiedades aumentó vertiginosamente, se dispararon las ganancias generadas por los dos ducados. En 2008, la crisis financiera afectaba gravemente a los mercados inmobiliarios y bursátiles, no obstante, los ducados siguieron contribuyendo generosamente a las arcas reales, con ingresos que aumentaban de forma constante.
  • En el año de la muerte de la reina, ella recibía 21 millones de libras (unos 400 millones de pesos) del ducado de Lancaster, la misma cantidad que Carlos recibía del ducado de Cornualles.

¿Qué son los ducados?

Los orígenes del ducado de Lancaster se remontan a 1265, cuando Enrique III se apropió de las tierras tras una revuelta fallida emprendida por los señores feudales que deseaban limitar los poderes del rey y adquirir cierta representación. El rey entregó las tierras, la mayoría de ellas situadas en el norte, a su hijo Edmundo.

En los siglos XIV y XV, otros dos reyes –Enrique IV y Enrique VII– promulgaron decretos en los que reafirmaban su demanda de que el ducado de Lancaster permaneciera siempre en manos privadas de quien ocupara el trono.

Entretanto, el rey Eduardo III creó el ducado de Cornualles en 1337 para proporcionar a su hijo unos ingresos procedentes de las tierras ubicadas en el sur de Inglaterra. Estipuló mediante un decreto real que el patrimonio siempre sería propiedad del heredero hombre al trono, el cual asumiría el título de duque de Cornualles.

Los monárquicos argumentan que los decretos reales proporcionan la justificación legal para que el soberano y el heredero afirmen que los ingresos procedentes de los ducados les pertenecen y deberían ser tratados como ingresos privados. Se ha impugnado esta afirmación en repetidas ocasiones.

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Propiedad del ducado de Lancaster y del ducado de Cornualles

1. 3 mil 869 hectáreas en los alrededores de Goathland, Yorkshire, junto con otras posesiones ubicadas en condados cercanos.
2. Extensas fincas en la zona rural de Lancashire.
3. Savoy Estate, Londres.

4. Docenas de propiedades en Kennington, incluido el estadio de cricket Oval.
5. Grandes extensiones en Dartmoor.
6. Amplios derechos de explotación minera en Cornualles, incluso en terrenos que no son de su propiedad.
7. Amplias propiedades en las islas Sorlingas.

Ambos ducados fueron confiscados por Oliver Cromwell en 1649 después de la guerra civil, y durante un breve periodo de tiempo pertenecieron al Estado. Sin embargo, 11 años después, con la restauración de la monarquía, se devolvieron los ducados al nuevo rey, Carlos II.

Dos siglos después, las discusiones seguían siendo acaloradas. La reclamación de la reina Victoria de los ingresos procedentes del ducado de Lancaster fue objeto de un intenso debate en la Cámara de los Comunes en la década de 1830, en el que muchos argumentaban que deberían pasar al erario público. Lo mismo ocurrió en la década de 1900, cuando Eduardo VII y Jorge V vencieron los intentos de los ministros del gobierno de hacerlos renunciar a los ingresos procedentes del ducado.

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El príncipe Eduardo, que sería Eduardo VIII, visitando sus propiedades del ducado de Cornualles en agosto de 1922. Foto: Chronicle/Alamy

En 1936, con el recién llegado al trono Eduardo VIII, Clement Attlee, líder laborista de la oposición, propuso que la familia real renunciara a los ducados, porque “no pueden ser considerados de ningún modo como propiedades privadas”. En 1972, un proyecto de ley privado que pretendía nacionalizar los ducados fracasó, pero contó con el apoyo de más de 100 diputados.

En décadas más recientes, el escrutinio procede del Comité de Cuentas Públicas del parlamento. En 2005, pidió al gobierno que analizara si la reina y Carlos percibían demasiado dinero de los ducados, y concluyó: “Los acuerdos actuales datan del siglo XIV, y los ingresos consiguientes son, en esa medida, un accidente de la historia”.

Su petición de que se realizara una revisión fue aparentemente ignorada por el Tesoro y, en 2011, cuando el gobierno liderado por los conservadores cambió el mecanismo de financiamiento público de la monarquía, reafirmaron la idea de que los ingresos procedentes de los ducados pertenecen a la realeza. George Osborne, el entonces canciller, comentó al parlamento: “Es un principio arraigado desde hace mucho tiempo del sistema que sus finanzas privadas, por ejemplo, las procedentes de los ducados de Lancaster y Cornualles, son su dinero privado”.

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David Cameron, el entonces primer ministro, acompaña a la reina Isabel por la escalera del número 10 de Downing Street con su esposa, Samantha, en junio de 2011. Foto: Getty Images


En la actualidad, el estatus de los ducados sigue siendo ambiguo. No son ni empresas, ni fideicomisos, ni organizaciones benéficas. Ni el monarca ni el heredero tienen permitido vender los activos de capital para beneficio personal, lo que garantiza que se puedan heredar intactos ambos ducados a los futuros miembros de la realeza. En virtud de una ley del siglo XIX, los ducados deben enviar sus cuentas anuales al parlamento. Pero están exentos de la Ley de Libertad de Información.

Cuando William Nye, exsecretario privado del rey Carlos, se vio presionado en 2013 por los diputados para que explicara con precisión qué era el ducado de Cornualles, respondió que se trataba de “una organización muy inusual… Es una finca privada, en muchos aspectos parecida a otras fincas privadas, pero en uno o dos aspectos no se parece a una finca privada”.

Se podría decir que la diferencia más significativa es que está exento del impuesto sobre sociedades y del impuesto sobre las ganancias de capital, como consecuencia de una antigua pero mal definida doctrina que exime a los organismos reales del cumplimiento de gran parte de la legislación británica. Esto les proporciona ventajas comerciales respecto a las propiedades convencionales del Reino Unido.

De granjas a fortunas

Dichas exenciones fiscales han contribuido a convertir los ducados en lucrativos negocios, los cuales prosperaron en una época de rápido aumento de los precios inmobiliarios. Ambos han creado equipos de ejecutivos experimentados para gestionar sus carteras.

Alastair Martin, director ejecutivo del ducado de Cornualles, tiene un sueldo de 318 mil libras (unos 7 millones de pesos) al año; Nathan Thompson, su homólogo en el ducado de Lancaster, percibe 267 mil libras (unos 6 millones de pesos).

El ducado de Lancaster posee tierras rurales a lo largo de cinco condados del norte de Inglaterra, entre ellas páramos de gallo lira, pueblos y granjas. La joya de la corona de su imperio inmobiliario es el Savoy Estate, una cadena de propiedades de lujo rentadas como tiendas y oficinas a empresas comerciales.

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Un tren atraviesa los North York Moors, cerca de Goathland, donde el ducado de Lancaster gestiona dos páramos de gallo lira. Foto: Daniel J Rao/Alamy

Los resplandecientes informes anuales de los ducados dan la impresión de que gestionan propiedades de carácter pastoral. No obstante, sus carteras se han ampliado gracias a astutas inversiones comerciales en el sector inmobiliario urbano.

La cartera del ducado de Lancaster incluye almacenes y parques industriales ubicados en Basingstoke, Swindon y Redditch. Sus adquisiciones más recientes incluyen un centro de negocios en Harlow, Essex, un parque industrial en Salford y terrenos en las estaciones de servicios del pueblo de Forton, sobre la autopista M6 en Lancashire.

Sir Paul Clarke, que fue director ejecutivo del ducado de Lancaster entre 2000 y 2013, comentó a The Guardian que el patrimonio disponía de una estrategia de inversión a largo plazo para apartarse de una cartera que, “por razones históricas”, tenía un sesgo hacia las tierras rurales menos rentables. “Realmente estábamos tratando de restablecer el equilibrio“, explicó.

El ducado de Cornualles experimentó una transición similar. Posee explotaciones agrícolas y ganaderas y viviendas, así como una gran parte de la región de Dartmoor, que incluye la prisión, y castillos medievales, fuertes de la Edad del Hierro, círculos de piedras, criaderos de ostras y casas rurales de lujo en las islas Sorlingas.

No obstante, también posee extensiones de terrenos urbanos, como el estadio de cricket Oval y departamentos en Kennington, en el sur de Londres, y un hotel Crowne Plaza en Reading. A diferencia de su madre, que mostró un escaso interés por la gestión de su ducado, Carlos ha sido acusado de dirigir el ducado de Cornualles como si fuera un feudo moderno.

A mediados de la década de 1990, el ducado de Cornualles encabezó la construcción de un nuevo pueblo en Poundbury, en el condado de Dorset, construido “conforme” a la visión personal de Carlos de una comunidad sostenible y arquitectónicamente agradable.

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El pueblo de Poundbury, en el condado de Dorset. Foto: Finnbarr Webster/Getty Images

Más o menos en la misma época, Carlos presionó en secreto al gobierno de John Major para que modificara la Leasehold Reform Act (Ley de Reforma del Arrendamiento) de manera que se impidiera que los residentes del pueblo de Somerset Newton St. Loe compraran sus propias propiedades a su arrendador real. Los ministros se retractaron a fin de “evitar una gran disputa” con el príncipe.

En efecto, Carlos también utilizó su ducado para comprarse dos residencias, las cuales se sumaron a la lista de palacios y fincas que ya tenía a su disposición. En 2007, el ducado compró una casa de campo cerca de Llandovery, en el condado de Carmarthenshire, por 1.3 millones de libras, para que Carlos y su esposa, Camila, pudieran tener un lugar de retiro en Gales.

Y en 1980, el ducado de Cornualles adquirió Highgrove House y 140 hectáreas de terrenos circundantes para que funcionaran como su casa de campo. Situada en la ideal zona rural de Gloucestershire, la mansión que data de finales del siglo XVIII fue adquirida por 865 mil libras y fue objeto de una exhaustiva remodelación.

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Carlos baila con Bridget Tibbs durante un baile con motivo del jubileo en los salones de té de Highgrove House. Foto: Ben Birchall/PA

Durante 13 años, Carlos vivió sin pagar renta en Highgrove, cuyo valor se calcula en hasta 15 millones de libras (unos 300 millones de pesos). Eso cambió en 1993, cuando se convirtió en su propio inquilino y, en un acuerdo circular, empezó a pagar una renta al ducado de Cornualles a la vez que percibía ingresos de este.

El Palacio de Buckingham declinó explicar los motivos por los que Carlos empezó a pagar una renta ese año, o por qué no lo hacía anteriormente. Las últimas cuentas del ducado registran pagos de 659 mil 285 libras (unos 15 millones de pesos) en 2022 en concepto de alquiler de la casa y otras propiedades ocupadas por Carlos y su personal administrativo.

En una muestra de hasta qué punto se han entrelazado las finanzas reales, el año pasado se produjo un cambio en el contrato de arrendamiento de Carlos: El príncipe Guillermo, que ocupa el puesto de heredero hombre y, con él, el título de duque de Cornualles, ahora es el arrendador de su padre.

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