Instan a los reguladores de EU a prohibir un aditivo común de los colorantes alimentarios
En una demanda presentada a principios de este año, se alegó que los dulces Skittles eran 'no aptos para el consumo humano' por contener dióxido de titanio. Foto: Mario Tama/Getty Images

Los defensores de la salud pública señalan que un colorante común que se añade a miles de alimentos estadounidenses es tóxico y peligroso, y pidieron formalmente a los reguladores federales que prohíban el uso de esta sustancia química.

Aunque el compuesto, dióxido de titanio, se ha utilizado ampliamente desde hace décadas y se encuentra en alimentos como los M&M, los Skittles, las tiras de pollo de origen vegetal Beyond Meat y las galletas Chips Ahoy!, la ciencia reciente demuestra que también está asociado a una serie de problemas de salud graves y que se acumula en el cuerpo y en los órganos.

Los recientes descubrimientos científicos llevaron a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) a prohibir el uso de dióxido de titanio en los alimentos en agosto, y la petición que presentaron cinco importantes grupos de defensa de la salud pública de Estados Unidos pide a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) que anule igualmente su aprobación de la sustancia.

“Estudios científicos recientes plantean serias interrogantes sobre la seguridad del uso de esta sustancia química en los alimentos”, escribieron los autores de la petición.

El dióxido de titanio se utiliza para dar brillo al color blanco o para que sirva eficazmente como imprimación de otros colores, y la organización sin fines de lucro Grupo de Trabajo Ambiental (EWG) encontró casi 2 mil productos en los que es posible que se utilice esta sustancia química, aunque algunos cálculos llegan hasta los 11 mil. Los subgrupos más grandes incluían dulces, pasteles, galletas y postres o aderezos para postres.

Las investigaciones muestran que el producto químico probablemente es una neurotoxina e inmunotoxina, y puede dañar el sistema reproductivo, provocar defectos congénitos y dañar los genes.

“Esas son cuestiones que realmente queremos proteger, por lo que la eliminación del dióxido de titanio parece una medida obvia”, señaló Tom Neltner, director senior de sustancias químicas más seguras del Fondo para la Defensa del Medio Ambiente y coautor de la petición. “Realmente no hay excusa para permitir que se siga utilizando”.

Recientemente, la sustancia química ha sido objeto de un mayor escrutinio: la asamblea del estado de California está tramitando un proyecto de ley para prohibir la sustancia en los alimentos, y una demanda presentada a principios de este año atrajo gran atención por alegar que los dulces Skittles son “no aptos para el consumo humano” debido a que contienen la sustancia química.

Durante décadas, los investigadores y los organismos reguladores pensaron que las partículas de dióxido de titanio eran lo suficientemente grandes como para que el organismo no las absorbiera y se excretaran con rapidez. No obstante, investigaciones más recientes han descubierto que las nanopartículas son tan pequeñas que se pueden absorber a través del aparato digestivo y pasar al torrente sanguíneo, donde se asientan en los órganos.

Se cree que estos compuestos permanecen en el organismo durante años y, como su uso es tan generalizado, se acumulan con mayor rapidez de la que se pueden expulsar.

La FDA aprobó el dióxido de titanio para uso alimentario en 1966 y lo revisó por última vez en 1973, cuando concluyó que el producto químico era seguro. La ley no obliga a la agencia a revisar de forma periódica la seguridad de las sustancias químicas, y el mecanismo de petición constituye uno de los escasos medios por los que se puede obligar a la FDA a revisar la ciencia actualizada.

La agencia ahora tiene un año para tomar una decisión sobre si revocará la autorización de uso alimentario, momento en el que la industria tendrá la oportunidad de objetar la decisión.

Neltner señaló que los grupos están convencidos de que el producto químico ya no encaja en la definición legal de aditivo seguro, que establece que debe existir “una certeza razonable de que no se producirá ningún daño como consecuencia del uso previsto del colorante”.

Además, existen alternativas más seguras que el dióxido de titanio, indicó Neltner, y esta sustancia química únicamente sirve para dar color a los alimentos, por lo que no es esencial para los productos.

Sin embargo, no es seguro que la FDA esté de acuerdo. El año pasado, la agencia comunicó al grupo comercial Titanium Dioxide Manufacturers Association que “los estudios de seguridad disponibles no demuestran la existencia de problemas de seguridad relacionados con el uso de dióxido de titanio como colorante”.

Neltner señaló que los comentarios de la agencia no ofrecían pruebas científicas que respaldaran la afirmación, algo que la petición obligará a la agencia a proporcionar.

“Eso no es ciencia ni transparencia: una petición los obliga a utilizar una ciencia rigurosa y a justificar su decisión”, indicó.

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