La exposición a ‘químicos eternos’ puede provocar bajo peso al nacer y obesidad en etapas posteriores
La 'paradoja del bajo peso al nacer-alto riesgo de obesidad' se asoció anteriormente a la exposición al humo del tabaco durante el desarrollo del feto. Foto: Ulises Ruiz/AFP/Getty Images

Los niños cuyas madres están expuestas a los “químicos eternos” tóxicos PFAS durante el embarazo corren un mayor riesgo de tener bajo peso al nacer, así como de padecer obesidad y un índice de masa corporal elevado en etapas posteriores de la vida, lo que supone un efecto similar a la exposición prenatal al tabaco, revela una nueva investigación.

Anteriormente ya se habían constatado los efectos del bajo peso al nacer derivados de algunos PFAS, pero en el estudio se realizó un seguimiento de mil 400 niños y se descubrió un mayor índice de masa corporal y más incidencias de obesidad entre los niños de dos y cinco años. La “paradoja del bajo peso al nacer-alto riesgo de obesidad” se asoció en el pasado a la exposición al humo del tabaco durante el desarrollo del feto.

“Algo parecido está ocurriendo con los PFAS”, señaló Joe Braun, investigador de la Universidad de Brown y coautor del estudio.

Los PFAS son un grupo de aproximadamente 15 mil sustancias químicas utilizadas frecuentemente para fabricar productos resistentes al agua, a las manchas y al calor. Estos compuestos son muy abundantes y están ligados, en niveles bajos de exposición, al cáncer, las enfermedades de la tiroides, problemas renales, malformaciones congénitas, enfermedades autoinmunes y otros graves problemas de salud. Se denominan “químicos eternos” porque no se degradan de forma natural en el medio ambiente.

Una revisión reciente de las investigaciones publicadas descubrió la presencia de PFAS en la sangre del cordón umbilical en las aproximadamente 30 mil muestras analizadas en conjunto en los estudios.

Aunque en investigaciones anteriores se hallaron pruebas de que estas sustancias químicas están vinculadas a la obesidad en etapas tempranas y tardías de la vida, incluidas algunas investigaciones de los autores del nuevo estudio, en general los resultados no fueron concluyentes. Los autores señalan que la nueva investigación es más concluyente porque incluyó una muestra de mayor tamaño, una mayor cobertura geográfica, un período de tiempo más largo y una gama más amplia de niveles de exposición.

Al igual que en el caso de la exposición al humo del tabaco, los bebés que nacen con un peso inferior al normal debido a la exposición a PFAS pueden experimentar un rápido aumento de peso, pero no de estatura, y el aumento de peso ocurre a una edad más temprana que en el caso de los niños que tendrán un peso normal, indicó Braun.

Se desconoce por completo la razón exacta por la que los PFAS causan estos problemas, señaló Jamie Liu, investigadora de Brown y coautora del estudio, aunque añadió que sospechaba que las sustancias químicas afectan negativamente la metilación del ADN.

El proceso de metilación está relacionado con la forma en que el organismo produce células, que todas poseen el mismo ADN. La metilación forma parte del mecanismo que crea células diferentes, determina qué célula es una célula ocular y cuál es una célula renal, por ejemplo.

Durante el desarrollo prenatal, la metilación del ADN es uno de los “interruptores que le indican al cuerpo ‘así es como será la vida en el exterior'”, explicó Braun.

El año pasado, los autores analizaron los marcadores de metilación del ADN en los glóbulos blancos y descubrieron que la exposición a los PFAS parecía cambiar la forma en que el organismo metaboliza la energía desde el nacimiento hasta los 12 años de edad, lo cual podría repercutir en el crecimiento.

“Los PFAS parecen tener un efecto programador… que duró hasta 12 años”, señaló Braun. En general, la investigación descubrió un aumento de aproximadamente el 12% en la probabilidad de padecer obesidad entre los fetos expuestos a PFAS.

Las personas expuestas pueden mitigar los efectos en etapas posteriores de su vida mediante el ejercicio regular, señaló Braun, sin embargo, es difícil que las madres se protejan a sí mismas y a sus fetos debido a que el uso de PFAS es muy extendido. El gobierno estadounidense calcula que estas sustancias químicas están presentes en el 98% de la sangre de los estadounidenses y suelen tener una larga vida media, por lo que los PFAS procedentes de una exposición que tuvo lugar años antes del embarazo podrían seguir perjudicando al feto.

No obstante, en términos generales, las personas pueden tomar algunas medidas para reducir la exposición a los PFAS, indicó Braun. Estas medidas incluyen filtrar el agua, se cree que estas sustancias químicas contaminan el agua potable de más de 200 millones de estadounidenses. El polvo en interiores es otra importante vía de exposición, y el uso de una aspiradora que tenga un filtro HEPA puede eliminar los contaminantes presentes en el ambiente interior, explicó Braun.

Los alimentos representan quizás la vía de exposición más importante, en parte porque estas sustancias químicas se utilizan con frecuencia en los envases de los alimentos. El consumo de alimentos frescos que no estén envasados y una dieta equilibrada pueden ser beneficiosos, añadió Braun.

“Esas probablemente son las tres mejores cosas que se pueden hacer para minimizar los riesgos”, comentó.

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