Las focas practican el distanciamiento social, muestra un estudio aéreo del Mar del Norte
Una foca moteada: las focas de esta especie tienden a permanecer más separadas que las colonias de focas grises, informan los investigadores. Fotografía: Jeroen Hoekendijk/Instituto Real Holandés de Investigación Marina/Wageningen Marine Research

Estudios aéreos del Mar del Norte han revelado que las focas practican el distanciamiento social, y el descubrimiento puede tener profundas implicaciones en la propagación de enfermedades entre los mamíferos marinos.

En un artículo publicado por la Royal Society, los investigadores que realizan censos de focas grises y moteadas detallan nueva evidencia de que las dos especies no solo mantienen distancias entre los de su propia especie (a diferencia de las morsas, por ejemplo, que se agrupan muy juntas) sino también que este comportamiento puede “reflejar una respuesta evolutiva a la vulnerabilidad viral”.

“Al comparar las colonias de focas moteadas con las colonias de focas grises hemos encontrado que las focas moteadas mantienen una mayor distancia con sus vecinos que las focas grises”, dijo el autor principal del informe, Jeroen Hoekendijk, del Instituto Real de Investigación Marina de los Países Bajos y Wageningen Marine Research, a The Guardian. Dado que actualmente el catastrófico índice de la gripe aviar contribuye a generar serias preocupaciones sobre la enfermedad en la vida silvestre, el nuevo informe puede tener implicaciones importantes para la forma en que se hace el seguimiento de dichos brotes.

El área estudiada es una extensión salvaje en la costa del Mar de Wadden holandés, donde ambas especies de focas “atracan” en las llanuras intermareales y playas para descansar, socializar, aparearse y dar a luz. Se reúnen allí en gran número. Hasta 6 mil 500 focas grises eligen los bancos de arena altos, mientras que las focas moteadas (se observaron unas 8 mil) prefieren las arenas que aparecen durante la marea baja.

Desafortunadamente, en el pasado la gran cantidad de focas moteadas se ha enfrentado a desastrosos brotes de enfermedades. El virus del moquillo de la focina (foca) devastó las poblaciones en 1988 y 2002, reduciendo su número a la mitad. Unas 18 mil focas moteadas murieron de moquillo en el Reino Unido y Europa en el brote de 1988. Las focas grises, sin embargo, permanecieron relativamente indemnes.

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Una colonia de focas grises en la arena del mar de Wadden, en la costa noroeste de los Países Bajos. Fotografía: Jeroen Hoekendijk/Instituto Real Holandés de Investigación Marina/Wageningen Marine Research

“En realidad muchas focas grises también se infectaron, pero no se enfermaron tanto como las focas moteadas”

Hoekendijk

“Esto en realidad puede haber contribuido a la propagación del virus. Llevan el virus, pero aún pueden moverse libremente”. Señaló evidencia reciente de que la baja susceptibilidad de la gris tenía “bases genéticas”.

Curiosamente, puede ser que el distanciamiento social descrito en el nuevo informe represente un recuerdo de aquellos graves brotes. “Otros estudios han demostrado que las focas grises son más resistentes a los virus respiratorios que las focas moteadas”, dijo Hoekendijk. “Las mayores distancias entre animales que hemos observado entre las focas moteadas en nuestro estudio podrían ser una respuesta… muy similar a nuestra respuesta durante la pandemia de Covid”.

Las comparaciones con Covid son reveladoras. El Covid es en sí mismo una enfermedad zoonótica, es decir, transmisible de animales a humanos. Un informe a principios de este año mostró que Covid estaba mucho más extendido en animales salvajes de lo que se pensaba hasta ahora. También se cree que la enfermedad ha afectado a los mamíferos marinos, y existe la preocupación de que la presencia de aguas residuales humanas liberadas en el mar pueda propagar el Covid entre focas y ballenas.

Irónicamente, el confinamiento tuvo beneficios para el mundo natural. La menor perturbación de las áreas silvestres (las focas son particularmente propensas a ser molestadas por la presencia humana) y los mares más tranquilos por la falta de embarcaciones crearon una breve ventana de respiro para muchos mamíferos marinos. La cuarentena incluso detuvo la matanza de focas en Namibia.

No es una mala idea que los humanos también se mantengan alejados de las focas. No solo existe el peligro de ser mordido, sino que las mordeduras se han relacionado con una posible zoonosis entre humanos y animales en la forma del notorio “dedo de foca” causado por el contacto con las garras o los dientes de las focas, que puede transmitir la bacteria Mycoplasma phocacerebrale. Si la piel se rasga, la infección ha provocado la amputación de dedos humanos de pescadores y científicos.

Traducción: Ligia M. Oliver

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