¿El K-pop vs el nacionalismo chino? Así es como las ARMYs desafían la censura en China de la mano del éxito de BTS
El ARMY de BTS en China está desafiando el nacionalismo y la censura a través del K-pop, usando la música del grupo como vía para promover valores liberales.

El ARMY de BTS en China encuentra en la música del grupo una vía para hablar de libertad, empatía y derechos humanos.
/La-Lista
El fenómeno del K-pop ha dejado de ser solo una expresión cultural para convertirse en una fuerza global con implicaciones sociales y políticas. En particular, la música de BTS ha logrado un alcance tan profundo que sus letras, mensajes y valores han inspirado a millones de jóvenes en todo el mundo a cuestionar las normas impuestas. Uno de los casos más significativos se está viviendo en China, donde las ARMY han comenzado a desafiar los discursos nacionalistas y dogmáticos del régimen, impulsados por el mensaje inclusivo, empático y liberador de la banda surcoreana.
Así lo documenta el estudio “K-Pop como agente liberal”, publicado por la Fundación Friedrich Naumann, que analiza cómo las seguidoras chinas de BTS han convertido su amor por la banda en una herramienta de crítica social. A pesar de vivir en un país con una de las censuras más estrictas del mundo, los jóvenes han encontrado en el contenido y la comunidad de BTS una vía para hablar de temas como salud mental, discriminación, identidad y libertad de expresión.
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El informe muestra que las ARMYs (conocidas como Representantes Adorables de la Juventud, ARMY por sus siglas en inglés) en China no solo escuchan música, sino que también crean espacios seguros en línea, se involucran en actividades benéficas y promueven valores universales. En un entorno donde disentir puede costar la libertad, estas acciones representan mucho más que pasión por un grupo: son actos de resistencia.
BTS: Más que una banda, una comunidad de cambio
BTS no solo ha ganado premios y fama internacional; se ha posicionado como un referente global de inclusión, salud emocional y empoderamiento juvenil. Su campaña “Love Myself”, realizada con UNICEF, promovió mensajes que resonaron de manera especial en plataformas chinas como Weibo, Zhihu y WeChat, donde los ARMY discutieron abiertamente temas como la ansiedad, la autoestima y los derechos humanos.
Uno de los mensajes que más se repiten entre las publicaciones chinas es el impacto emocional que BTS tiene en sus vidas:
“BTS se ha movido en una dirección positiva. Nos dicen que debemos amarnos a nosotros mismos, oponernos a la discriminación y usar la música para traer felicidad”, cita el informe.
ARMYs: comunidad transnacional con causa
Durante los periodos de mayor tensión entre Corea del Sur y China, especialmente tras la instalación del sistema antimisiles THAAD en 2016, el K-pop fue vetado en muchos medios. Pero el ARMY no se detuvo: usaron redes alternativas como Google y X (Twitter) para seguir conectadas con BTS.
En 2021, lograron recaudar más de 160 mil dólares para causas sociales, a pesar del clima hostil hacia la cultura coreana. China fue el segundo país que más aportó, superado solo por Estados Unidos.
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Estos actos filantrópicos, según el estudio, nacen de una ética comunitaria basada en los principios que la banda comparte en sus discursos y canciones. En un ambiente donde expresarse libremente puede tener consecuencias legales, el ARMY chino adopta el activismo indirecto: organizan donaciones, campañas ecológicas o movimientos digitales en apoyo a derechos humanos, todo en nombre de BTS.
BTS y el pensamiento crítico en una sociedad cerrada
Uno de los hallazgos más potentes del informe es que solo el 1.2% de los comentarios sobre BTS en redes chinas tenía tono nacionalista o patriótico. El resto reflejaba una actitud crítica hacia el gobierno, especialmente entre las nuevas generaciones. Mensajes como “Las autoridades no están en contacto con los tiempos” o “El buen trabajo político debe ser cordial, no dogmático” muestran que el ARMY en China está pensando fuera del molde.
Para muchas y muchos jóvenes, ser parte del ARMY les ha permitido repensar su identidad fuera de los límites del nacionalismo. “Puedo tener diferentes identidades, pero sigo viviendo como yo. Mi sueño es importante para mí”, escribió un fan en la plataforma Bilibili.
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Este tipo de pensamiento individualista contrasta directamente con el discurso oficial del Partido Comunista, que promueve una identidad homogénea, colectivista y obediente.
K-pop como herramienta para la libertad
Aunque BTS no se considera un grupo político, sus letras y causas sociales han resonado con jóvenes que viven bajo regímenes autoritarios. El estudio destaca que estos valores —respeto, empatía, autoaceptación— se alinean con principios democráticos. Por eso, para el ARMY en China, seguir a BTS se convierte en una forma de expresar sus ideas sin recurrir a la confrontación directa.
“Esto no es política, es bienestar público”, afirma una seguidora entrevistada. Y eso es precisamente lo que hace tan poderoso al fenómeno: no parece activismo, pero lo es. BTS ha logrado sembrar ideas de libertad en un terreno donde la libertad escasea.
ARMYs desafiando el ecosistema digital de censura en China
Aunque plataformas globales como Instagram, YouTube o X están bloqueadas en China, los fans han migrado a redes sociales internacionales para mantener viva su conexión con el grupo. Según el informe, la actividad de búsqueda sobre BTS en Google desde China se mantuvo estable entre 2014 y 2024, incluso durante los picos de censura.
Además, la aplicación Hallyu Tracker, desarrollada para este estudio, muestra que China obtuvo un puntaje de 99/100 en el índice de compromiso con la cultura coreana, a pesar de las restricciones oficiales.
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Lejos de ser solo entretenimiento, BTS ha logrado canalizar emociones colectivas, cuestionar el orden establecido y sembrar el germen del pensamiento crítico entre millones de jóvenes. En palabras del informe: “BTS no representa a Corea del Sur; representa un sistema de valores que resuena con la juventud global”.
La música, una vez más, demuestra su poder para transformar. En este caso, no solo en términos artísticos, sino como herramienta de resistencia y esperanza en uno de los contextos más restringidos del mundo.