¿Tiene sentido económico el plan de dolarización de Javier Milei para Argentina?
Javier Milei saluda a sus partidarios en Buenos Aires tras su victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas del domingo. La idea de dolarización de Milei consiste en la supresión del peso. Foto: Juan Ignacio Roncoroni/EPA

La victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales argentinas, mayor de la esperada, sugiere que los votantes del segundo país más grande de Sudamérica han optado voluntariamente por un tratamiento de choque para resolver el profundo malestar económico del país.

Tal vez no sea difícil entender por qué el 56% del electorado apoyó al liberal de derecha: Argentina puede tener el mejor equipo de futbol del mundo, pero su economía ha estado funcionando desastrosamente en los últimos años. La inflación alcanza el 140% y una sequía de tres años ha provocado una fuerte caída de la producción agrícola. Dos de cada cinco personas viven en la pobreza y la moneda ha perdido el 90% de su valor en cuatro años.

La gran idea de dolarización de Milei consiste en la supresión del peso y que Argentina utilice en su lugar el dólar estadounidense. Una forma más suave de esta política se intentó a principios de los años 90 cuando, tras un episodio previo de recesión e hiperinflación, el gobierno de Buenos Aires fijó el tipo de cambio en un peso por dólar. Esta estrategia, conocida como convertibilidad, se abandonó en 2002 después de que una profunda recesión y violentas protestas callejeras contra las restricciones a los reintegros bancarios la hicieran insostenible.

El presidente electo de Argentina, Javier Milei, dice que quiere ir más allá. Según su propuesta, el banco central del país quedaría disuelto y la economía totalmente “dolarizada”. Esto significaría que la política monetaria de Argentina se establecería en Washington y no en Buenos Aires.

Otros países, Panamá y Ecuador, han seguido este camino, pero nunca uno tan grande como Argentina, que es miembro del G20, un grupo de países desarrollados y en vías de desarrollo.

El experimento económico de dolarización de Milei plantea algunos problemas evidentes. El primero es que Argentina y Estados Unidos son economías muy diferentes, por lo que lo que podría ser la política monetaria correcta para el segundo puede ser la equivocada para el primero. Los países deben tener cuidado a la hora de renunciar a la libertad de fijar sus propios tipos de interés y devaluar sus monedas.

El segundo problema de la dolarización es más práctico: ¿de dónde sacaría Argentina sus dólares? En la actualidad, el banco central casi no tiene reservas de dólares y carece de acceso a los mercados mundiales de capitales para obtener los títulos necesarios para mantener la economía en marcha. En teoría, Milei podría solicitar un préstamo al Fondo Monetario Internacional, pero las probabilidades de éxito no serían altas. Argentina ya es el mayor prestatario del FMI y le debe 44 mil millones de dólares (756 billones 724 mil millones 520 mil pesos aproximadamente).

El FMI alberga dudas sobre la viabilidad de la dolarización a corto plazo. El peso necesitaría una devaluación sustancial antes de la dolarización, y una moneda más débil haría subir los precios e impulsaría aún más la inflación.

En tercer lugar, incluso si se puede encontrar una solución a los problemas técnicos asociados al abandono del peso, el tratamiento de choque de Milei podría estallarle en la cara con relativa rapidez. La dolarización es una vía de sentido único, una apuesta política sin salida que podría encerrar a Argentina en un rumbo insostenible y hacer que la economía se estrelle.

Mark Weisbrot, codirector del grupo Center for Economic and Policy Research en Washington, dijo que Argentina estaba pagando un alto precio por los errores de una administración anterior encabezada por Mauricio Macri en años posteriores a 2015.

“Pero un enfoque enloquecido y económicamente suicida solo empeoraría las cosas, y como Argentina ya ha experimentado, las cosas pueden empeorar mucho más”, agregó Weisbrot.

El discurso de victoria de Milei no hizo ninguna referencia a la dolarización ni a la disolución del Banco Central, lo que llevó a especular con la posibilidad de que diera marcha atrás en sus planes radicales. Además de la reforma monetaria, éstos incluyen profundos recortes en las prestaciones sociales y el cierre de más de una docena de ministerios.

Nicolás Saldías, analista para América Latina de la Economist Intelligence Unit, división de investigación y análisis del Economist Group, dijo que muchas de las reformas propuestas por Milei serían impopulares, especialmente entre los argentinos de bajos ingresos, y probablemente desencadenarían el descontento social de los poderosos sindicatos y movimientos sociales del país. “Como resultado, es probable que la política esté muy polarizada y dividida en los próximos meses, lo que probablemente resulte en un corto periodo de luna de miel para Milei”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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