Parejas probaron poliamor y cambiaron de opinión: no creí que mi marido se enamorara
Un tercio de los encuestados en un estudio reciente había probado la no monogamia consensuada. Ilustración: Guardian Design/Getty Images

Cuando Kadence Porter, la pareja de Sara Kragness, empezó a salir con una persona nueva, no estaba rompiendo ninguna regla. La pareja, que vive en Northampton, Massachusetts, había acordado probar el poliamor: ambos eran libres de buscar relaciones sexuales e íntimas con otras personas o parejas. Pero cuando Kragness luchó por establecer una relación extraconyugal propia, empezó a sentir celos de la incipiente relación de Porter.

“Me ponía irritable o gruñona justo antes de que tuvieran una cita”, dijo Kragness. “Empezaba peleas, me aislaba o me volvía fría. Nada de eso es sano ni positivo”.

Las cosas empeoraron. La pareja pasaba menos tiempo junta, evitaba hablar y dormía en dormitorios diferentes. En una boda familiar, el burbujeante drama estalló y la pareja se enfrentó a sus problemas sin rodeos. “Había que tomar una decisión: ¿vamos a seguir juntos o vamos a separarnos por el estilo de vida poli?”, dijo Kragness.

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Kragness no quería parecer una manipuladora. Si Porter deseaba seguir siendo poli, le parecía bien, pero tendrían que separarse. “La gente decía que estábamos en las últimas”, dijo. “Creo que la opinión era que cuando la gente abre su relación, todo se desmorona”. Pero tras un examen de conciencia, Kragness y Porter decidieron resistirse, y cerrar su relación.

El poliamor (tener varias parejas a la vez de forma consensuada) y las relaciones abiertas (en las que las parejas mantienen otras relaciones sexuales, pero tienden a permanecer conectadas emocionalmente sólo entre sí) no son nada nuevo. La revolucionaria anarquista Emma Goldman abogó por el “amor libre” en lugar de “esa pobre hierbecilla engendrada por el Estado y la Iglesia, el matrimonio” en la década de 1910, mientras que muchos en la comunidad queer practicaban las relaciones abiertas mucho antes de que “poliamoroso” se convirtiera en una palabra de moda en TikTok. Pero el Covid cambió las concepciones del amor y la intimidad a mayor escala.

Este año vio la luz More, las memorias de Molly Roden Winter, en las que esta madre blanca de clase alta de Brooklyn relata cómo compagina el poliamor con la crianza. El reality show de Peacock Couple to Throuple, de atrevido nombre, sigue a cuatro parejas que, mientras viven juntas en un complejo turístico tropical, reflexionan sobre la posibilidad de añadir una tercera persona a la relación. (¿Qué podría salir mal?) Y el mes pasado, la revista New York publicó su “guía práctica del poliamor moderno”, que incluía reglas y consejos sobre cómo abrir éticamente una relación.

Puede parecer que ahora todo el mundo es abierto: según un estudio reciente de Match, un tercio de los encuestados había experimentado con la no monogamia consensuada. Pero, ¿y si no funciona? Un intento fallido de poliamor podría conducir a una devastadora ruptura, incluso cuando algunas parejas, como Kragness y Porter, podrían no estar listas para darlo por terminado todavía.

“Ser abiertos empezó y terminó con una decisión mutuamente acordada: defendíamos nuestras necesidades personales y teníamos la voluntad de intentarlo”, dijo Kragness. “Pero en última instancia, decidimos que nos queremos el uno al otro en nuestras vidas, y eso no es algo que sea posible para mí si somos poli”.

Hubo momentos incómodos durante el proceso de reparación: cuando Porter rompió con su otra pareja, fue difícil para Kragness apoyarlo mientras lloraba la pérdida de su otro amante. Por ahora, la pareja, que se prepara para celebrar su sexto aniversario, se describe a sí misma como “monógama”. No están buscando activamente relaciones sexuales con otras personas, pero podrían hacerlo en el futuro. Las conexiones emocionales más profundas con otras personas siguen estando prohibidas.

Luchando en las “Olimpiadas de las relaciones”

Shai Fishman es un empresario de Pensilvania que también dirige una comunidad en línea para poliamorosos llamada Leveled Up Love. Dice que este estilo de vida le ha ayudado a aprender a comunicarse mejor con sus parejas y a defender sus deseos sexuales, pero no cree que sea para todo el mundo. Fishman ve a menudo cómo las relaciones abiertas se cierran, sobre todo si una pareja se precipitó o pensó que probar la no monogamia podría servir como un curita para problemas preexistentes.

“Bromeo diciendo que el poliamor es como las Olimpiadas de las relaciones”, dijo Fishman. “Algunas personas van a tener dificultades. Existen estos enfoques idealistas del poliamor, y cuando los celos y la inseguridad golpean a alguien en la cara, podría salir corriendo hacia las montañas.”

En Massachusetts, el estado puritano, de todos los lugares, tres ciudades permiten que haya más de dos personas en las relaciones intrafamiliares, y dos de esas ciudades tienen leyes escritas que protegen a las familias poliamorosas de la discriminación. En California, Berkeley y Oakland se han presentado proyectos de ley similares. Y en Nueva York, el terapeuta Daniel Rich afirma que la mitad de sus clientes son parejas que mantienen algún tipo de estructura no monógama. Cuando las cosas van mal, aproximadamente la mitad de esas parejas rompen.

“Estas relaciones pueden despertar muchos sentimientos”, dice Rich. “Es fácil atribuir el final de una relación a que es abierta. Pero muchas veces, realmente termina por problemas que ya estaban presentes en la relación, como la falta de comunicación o de confianza.” Dice que las parejas que sí aguantan pueden tener un largo camino de reconstrucción tras volver a cerrar sus relaciones.

Al principio, Jeannie, una trabajadora administrativa de 53 años de Nueva York, disfrutó abriendo su matrimonio. Nunca había estado con otra persona que no fuera su marido, al que conoce desde la preparatoria y con el que había pasado largos periodos de sequía. La sequía sexual era tan intensa, de hecho, que Jeannie colaboró una vez con la revista femenina Self para un artículo sobre no tener suficiente sexo. (Jeannie es un seudónimo.)

“Fue chocante para mi realidad, y no sabía dónde encajar…”

La apertura del matrimonio se sintió como la “coronación” de un proceso durante el cual Jeannie se sintió más cómoda con su sexualidad. Tomó clases de pole dance y cursos sobre el empoderamiento de la mujer. Una noche de 2018, Jeannie besó a alguien que no era su marido en una fiesta; la pareja llama a esa cita su “poliversario”.

A Jeannie le pareció divertido este nuevo periodo de autodescubrimiento y exploración erótica: “Tuve montones de citas, fui a fiestas y conocí a mucha gente”. Pero su marido no tuvo tanto éxito y le resultaba difícil tener citas. Eso fue, hasta que conoció a alguien que realmente le gustó, y finalmente, amaba.

Poco a poco, las cosas cambiaron para Jeannie. “Nunca esperé que eso ocurriera”, dijo. Sus aventuras de una noche empezaron a sentirse como una “puerta giratoria” de amantes que no la satisfacían. Mientras tanto, su marido se enamoraba cada vez más de su nueva novia. “¿Es otra alma gemela?” se preguntaba Jeannie. “Era una sacudida a mi realidad, y no sabía dónde encajaba”.

Las cosas llegaron a un punto crítico durante el otoño de 2020: “Le dije a mi marido que, si era poli por naturaleza y necesitaba eso en su vida, estaba bien, pero que yo no podía hacerlo”, dijo Jeannie. Acordaron dar otra oportunidad a su matrimonio, cerrarlo e ir reconstruyendo su relación y aclara sus deseos. “Hicimos de todo: terapia de pareja, terapia individual, viajes terapéuticos”, dijo Jeannie. No fue fácil, y hubo daños colaterales. El marido de Jeannie albergaba resentimiento por haber tenido que romper con su novia, a la que nunca pretendió hacer daño; ella estaba destrozada. Pero él y Jeannie seguían empeñados en comprometerse. “Desayunábamos juntos todos los días y aprendimos a ser mejores comunicadores”, dijo Jeannie.

También redactaron un “acuerdo de relación”, tiene 20 páginas, con un apéndice, que desglosa sus prioridades como pareja, lo que está bien hacer y lo que no. Tras unos años cerrados, Jeannie y su marido volvieron a abrirse con ese acuerdo en mente.

No se arrepiente de haber probado el poliamor

A veces, las relaciones empiezan siendo poliamorosas. Tal fue el caso de Rome, un vendedor de libros de 24 años de Nuevo México que sale con su pareja Andi desde hace aproximadamente un año. Durante los primeros seis meses, acordaron ser abiertos. Ambos querían explorar la anarquía en las relaciones, un ethos que prioriza la autonomía y la comunidad sobre las reglas de la monogamia para el romance. La pareja programó “chequeos” mensuales para hablar de sus sentimientos y comentar cómo iban las cosas. (Rome y Andi pidieron que no se utilizaran sus apellidos).

“Teníamos una regla que nos solicitaba que sólo nos contáramos lo que necesitábamos saber: por ejemplo, sólo nos contábamos de una nueva relación si pensábamos que iba a ser algo continuado”, explicó Rome.

“La sociedad nos da estas cajas y nos dice: Estas son las únicas opciones. Pero creo que está bien cambiar de opinión.”

Hubo momentos en los que accidentalmente se revelaron “demasiado” el uno al otro: “Estaba en un concierto con otra persona y le conté a mi pareja que nos la estábamos pasando muy bien, y me dijo: No quiero oír hablar de eso”, recuerda Rome. Por su parte, Rome se encontraba “con los nervios de punta” cuando pensaba en Andi saliendo con otras personas.

Andi, que tiene 27 años y trabaja como profesora asociada graduada, dijo que se había cansado del ritmo de las citas fuera de una relación. “La idea de tener la puerta abierta a las conexiones románticas se convirtió en una prioridad cada vez menor, dada mi energía y capacidad emocional”, dijo.

Aun así, cuando Andi pensó en tener la conversación de “vamos a cerrar”, se sintió ansiosa. “Nos conocimos en una aplicación de citas que utilizan personas no monógamas, y Rome lee mucho sobre el poliamor y sus beneficios. Tenía miedo de que mi petición de monogamia pudiera leerse como algo de control o coacción. Me preocupaba que esta persona por la que tanto me preocupaba pensara que estaba intentando limitar las conexiones significativas que puede tener con otras personas”.

Pero no hubo lágrimas ni grandes discusiones. De hecho, la escena podría haber salido directamente de una comedia romántica: durante uno de sus chequeos, Andi le dijo a Rome que no estaba saliendo con nadie. Rome le dijo que él tampoco. Llegaron a la conclusión de que así debía seguir siendo.

Ninguna de las parejas que hablaron con The Guardian dijo arrepentirse de ser abierta, ni creer que la monogamia sea la única forma de tener citas. Simplemente es lo mejor para ellos en este momento.

“La sociedad nos da estas cajas y nos dice: Éstas son las únicas opciones, y ciertos comportamientos obligatorios están muy arraigados en nuestra sociedad”, dijo Rome. “Pero creo que está bien cambiar de opinión”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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