Discurso de victoria de Trump en el Supermartes: sombrías visiones de un apocalipsis americano
El presunto nominado republicano no aportó nada positivo a sus fieles seguidores. Foto: Evan Vucci/AP

Si así suena Trump cuando gana, imagínense cómo reaccionaría ante la derrota.

Donald Trump arrasó, victoria tras victoria en el Supermartes, casi asegurando la nominación presidencial republicana, pero no lo habrías sabido por su lúgubre discurso de victoria.

Durante horas, sus seguidores habían festejado en el dorado salón de baile de su finca Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, al ritmo de Dancing Queen de Abba, Rocket Man de Elton John, We Are the Champions de Queen y otras viejas canciones de la época de oro. Los meseros se deslizaban entre ellos sirviendo bollos, camarones y rollos de salchicha. Cada vez que Fox News, en cuatro pantallas gigantes de televisión, declaraba otro estado a favor de Trump, gritaban, vitoreaban y coreaban “¡Trump! ¡Trump! ¡Trump! ¡EU! ¡EU! ¡EU!”

Entonces, pasadas las 10 de la noche, entró en este llamativo desfile la macabra figura, que les aguó la fiesta con un discurso de 19 minutos cargado de pesimismo sobre el estado de la nación.

Trump era Eeyore (el burrito de Winnie Pooh).

Sin globos, sin confeti, sin desfile de miembros de la familia en el escenario y sin mencionar a su oponente Nikki Haley. Nada de diversión.

“Algunos lo llaman experimento, yo no lo llamo experimento”, dijo Trump sobre Estados Unidos. “Solo digo que este es un lugar magnífico, un país magnífico, y es triste ver lo lejos que ha llegado y se ha ido… Cuando miras hasta dónde ha llegado, no podemos dejar que eso ocurra. Vamos a enderezarlo. Vamos a cerrar nuestras fronteras. Vamos a sembrar, sembrar, sembrar”.

Mientras el infeliz guerrero hablaba, 10 invitados se dirigían a la salida, aparentemente agotados por la consternación de todo eso.

Lo extraño del humor apagado de Trump es que éste debería haber sido su discurso de “se los dije”, lleno de fanfarronadas sobre los medios de comunicación y sus enemigos derrotados. Después de todo, cuando utilizó Mar-a-Lago a finales de 2022 para anunciar su tercera candidatura consecutiva a la presidencia, el escepticismo era generalizado: los republicanos acababan de fracasar en las elecciones de mitad de mandato y no era nada seguro que Trump pudiera vencer al hombre que le seguía de cerca, Ron DeSantis.

“Tenemos a millones de personas invadiendo nuestro país. Esto es una invasión. Esta es probablemente la peor invasión”.

Donald Trump

¿Quién ríe el último ahora? Debería haber sido Trump el martes por la noche, deleitándose en la opulencia de los candelabros de cristal y las láminas de oro de las columnas de estilo corintio, después de barrer a una docena de aspirantes, liderar a Joe Biden en las encuestas de opinión y ver cómo las fichas de dominó legal seguían cayendo a su favor.

Pero resulta que ha puesto patas arriba e invertido otra convención política: el optimismo. No es para él la mañana en América de Ronald Reagan o el lugar llamado Esperanza de Bill Clinton o el sí, podemos de Barack Obama. En su lugar, sólo asesinato, caos y oscuridad total.

Si él hubiera estado al mando, se lamentó, Rusia no habría invadido Ucrania, Israel no habría sido atacado e Irán estaría en bancarrota. Ahora la inflación está “destruyendo la clase media, lo está destruyendo todo”. Y añadió malhumorado que a la inflación la llamaban “la destructora de países”.

Pero esperen, hay un punto positivo: ¡la bolsa! Va viento en popa. Según Trump, esto no tiene nada que ver con Biden, “el peor presidente de la historia de nuestro país”, sino con las saludables cifras en las encuestas del propio favorito republicano, que indican su regreso.

Luego volvió a las malas noticias de la seguridad fronteriza y la inmigración.

“Nuestras ciudades están siendo invadidas por el crimen de los inmigrantes, y eso es el crimen de los inmigrantes de Biden”, hizo una mueca Trump. “Pero es una nueva categoría y es violenta, en la que se paran en medio de la calle y se pelean a puñetazos con agentes de policía. Y si hicieran eso en sus países de origen, los matarían al instante. No lo harían. Así que el mundo se ríe de nosotros. El mundo se aprovecha de nosotros”.

No te pierdas: Desplazados por la crisis climática testificarán una audiencia en EU

La sala de enjoyados y bronceados asistentes a la fiesta guardó silencio. En ese momento Trump era como el invitado a cenar que insiste en hablar de cómo se hacen las salchichas y de cómo suenan los animales moribundos. Y aún no había terminado, hablando de la independencia energética y de cómo convertir la brea en petróleo. Aburrido y triste.

Tal vez sus asesores lo habían hecho enojar. Donald, no le pongas los pelos de punta a todo el mundo. Tenemos que pasar a las generales. Así que no insistió en su gran mentira de que le habían robado las elecciones de 2020. Pero sí refunfuñó sobre el “armamentismo” del Gobierno contra un adversario político.

“Ocurre en países del tercer mundo”, dijo. “Y en cierto modo, somos un país del tercer mundo. Vivimos en un país tercermundista sin fronteras… Necesitamos una prensa justa y libre. La prensa no ha sido justa ni libre… La prensa solía vigilar nuestro país. Ahora nadie confía en ella”.

La sombría lista siguió: la mortal pandemia del coronavirus, la pérdida de soldados estadounidenses en Afganistán. Y Trump, naturalmente, no pudo resistirse a dar otro mordisco en la frontera, sin importarle que fuera él quien ordenara a los republicanos frenar la legislación bipartidista que podría haber empezado a solucionar la crisis.

“Tenemos a millones de personas invadiendo nuestro país”, afirmó. “Esto es una invasión. Probablemente sea la peor invasión”. Por si fuera poco, lanzó un dato incuestionable. “La cifra hoy podría ser de 15 millones de personas. Y vienen de lugares salvajes y peligrosos”.

Hubo aplausos educados, pero no muchos cánticos de una multitud en la que había hombres con chalecos de cuero con bordados de Bikers for Trump; un joven con un sombrero MAGA y traje oscuro, camisa blanca y corbata de moño roja; una mujer con un parche en el ojo y una camiseta de Moms 4 Liberty; un chico joven con traje y corbata de barras y estrellas; y un rapero blanco tatuado con una gorra de alcalde de MAGAville y una gruesa cadena dorada con un medallón gigante parecido a la cabeza de Trump.

Dentro de dos días, el público será algo diferente para el discurso de Biden sobre el Estado de la Unión en Washington. Trump pronunció su propia versión el martes por la noche: el estado de la Unión es sombrío. Tal vez fuera apropiado para una nación que se prepara para la realidad de que tendrá que volver a ver el enfrentamiento de Biden contra Trump.

Traducción: Ligia M. Oliver

No te pierdas: No hay igualdad para mujeres trabajadoras en ningún país del mundo, revela estudio

Síguenos en

Google News
Flipboard