Michael Coulthart denuncia: ‘se me impidió estudiar misteriosa enfermedad cerebral’
Los síntomas de la enfermedad son similares a los del trastorno cerebral degenerativo de Creutzfeldt-Jakob. Foto: Pixel-shot/Alamy

Exclusiva: Las afirmaciones de Michael Coulthart salen a la luz después de que la provincia canadiense Nuevo Brunswick cerrara su investigación sobre la enfermedad que afecta a más de 200 personas.

El destacado científico federal canadiense, Michael Coulthart, denunció que se le impidió investigar una misteriosa enfermedad cerebral en la provincia de Nuevo Brunswick y dijo que teme que más de 200 personas afectadas por esta dolencia estén experimentando un deterioro neurológico inexplicable.

Las declaraciones de Coulthart, compartidas a un colega en correos electrónicos filtrados y vistos por The Guardian, han surgido dos años después de que la provincia oriental cerrara su investigación sobre un posible “conjunto” de casos.

“Todo lo que voy a decir es que en mi opinión científica hay algo real sucediendo (en Nuevo Brunswick) que absolutamente no puede ser explicado por el sesgo o la agenda personal de un neurólogo individual”, escribió Michael Coulthart, un prominente microbiólogo. “Unos pocos casos podrían explicarse mejor por esto último, pero son demasiados (ahora más de 200)”.

Las autoridades de salud de Nuevo Brunswick advirtieron en 2021 de que más de 40 residentes padecían un posible síndrome neurológico desconocido, con síntomas similares a los del trastorno cerebral degenerativo de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Esos síntomas eran variados y dramáticos: algunos pacientes empezaron a babear y otros sentían como si tuvieran bichos arrastrándose por la piel.

Sin embargo, un año después, un comité de supervisión independiente creado por la provincia determinó que lo más probable era que el grupo de pacientes hubiera sido diagnosticado erróneamente y padeciera enfermedades conocidas como cáncer y demencia.

El comité y el gobierno de Nuevo Brunswick también pusieron en duda el trabajo del neurólogo Alier Marrero, a quien los desconcertados médicos de la región remitieron inicialmente decenas de casos, y posteriormente identificó más casos. Desde entonces, el médico se ha convertido en un ferviente defensor de los pacientes que considera desatendidos por la provincia.

El informe final del comité, que concluía que no existía un “conjunto” de personas afectadas por un síndrome cerebral desconocido, puso fin a la investigación de la provincia.

Sin embargo, los correos electrónicos filtrados a los que ha tenido acceso The Guardian cuentan una historia totalmente distinta y sugieren que los investigadores de alto nivel de la Agencia de Salud Pública de Canadá (PHAC) siguen cada vez más preocupados por la causa, y los síntomas debilitantes, de una enfermedad aparentemente inexplicable que afecta de forma desproporcionada a los más jóvenes.

En un intercambio de correos electrónicos de octubre de 2023 con otro miembro de la PHAC, Coulthart, que fue el responsable federal de la investigación de 2021 sobre la enfermedad de Nuevo Brunswick, dijo que había sido “esencialmente apartado” de cualquier implicación en el asunto, y añadió que creía que el motivo era político.

Coulthart, un veterano científico que actualmente dirige el Sistema de Vigilancia de la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en Canadá, no respondió a una solicitud de comentarios de The Guardian. Pero en el correo electrónico filtrado, escribió que cree que una “exposición ambiental, o una combinación de exposiciones, está desencadenando y/o acelerando una variedad de síndromes neurodegenerativos” con personas aparentemente susceptibles a diferentes dolencias de mal plegamiento de proteínas, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.

Coulthart sostiene que este fenómeno no encaja fácilmente en “paradigmas superficiales” de diagnóstico patológico y que la complejidad del asunto ha dado a políticos un “resquicio” para concluir que no ocurre “nada coherente”.

“Creo que la verdad se impondrá con el tiempo, pero por ahora todo lo que podemos hacer (…) es seguir recopilando información sobre los casos que nos llegan como sospechosos de enfermedad priónica”, escribió Coulthart.

En marzo, un grupo de defensa de los pacientes envió copias del intercambio de correos electrónicos a la comisión parlamentaria de salud, pero no está claro si se tomó alguna medida. El comité no respondió a la solicitud de comentarios.

El Ministerio de Salud de Nueva Brunswick no respondió a preguntas concretas sobre los correos electrónicos de Coulthart.

“Aunque el Dr. Alier Marrero ha hecho declaraciones sobre hallazgos y observaciones con respecto a un gran número de pacientes, desde mayo de 2023, Public Health New Brunswick ha recibido un total de solo 29 notificaciones completas del Dr. Marrero”, dijo un portavoz del departamento de salud de la provincia a The Guardian en un correo electrónico.

“Estos están siendo revisados … hasta la fecha, Salud Pública de Nuevo Brunswick no ha recibido ninguna notificación similar de otros médicos”.

El correo electrónico de Coulthart surgió más de un año después de que Marrero suplicara al gobierno canadiense que llevara a cabo pruebas medioambientales que él creía que demostrarían la implicación del glifosato.

Marrero, que en un principio colaboró estrechamente con Coulthart, declinó hacer comentarios sobre los correos electrónicos de octubre y dirigió las preguntas a la autoridad de salud de la provincia.

En los años transcurridos desde que los casos fueron señalados por primera vez a las autoridades de salud, los afectados afirman que diversos niveles de gobierno han ignorado su difícil situación.

“Los políticos no quieren reconocer que está ocurriendo algo grave, porque entonces tienen que abordarlo”, afirma una joven, que añade que, desde que la provincia publicó su informe final, no ha recibido asistencia ni seguimiento, a pesar del empeoramiento de sus síntomas.

Ahora sufre temblores musculares y falta de coordinación, y los médicos le han dicho que su deterioro visual y de memoria recuerda al de un paciente varias décadas mayor.

“Mi estado está avanzando y las cosas han sido mucho más difíciles”, declaró. La mujer, que pidió que no se revelara su nombre, es incapaz de cocinar porque le cuesta demasiado controlar las manos y ahora depende casi exclusivamente de comidas congeladas. A medida que su memoria se deteriora, necesita constantes recordatorios de su altavoz inteligente para tomar los medicamentos, ducharse y comer.

“Echo de menos poder conducir y tener una sensación de independencia”, dice. “No me reconozco por dentro”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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