El semáforo amarillo y la visita de la ballena gris le dan un respiro al turismo en México
Foto: Guillermo Arias / AFP)

AFP.- Los trabajadores mexicanos del turismo y sus clientes han vuelto a regocijarse con la visita de la colosal ballena gris. La reducción de los contagios de Covid-19 les permite recuperar ingresos y concretar el anhelo de conocer al cetáceo.

“Es el mejor día de mi vida. Ya había soñado antes con ballenas (…), tenía muchas, muchas ganas de estar (cerca de ellas)”, dice Wilbert, turista mexicano, sobre estos animales que viajan unos 9,000 kilómetros durante tres meses para aparearse en las aguas cálidas de la costa oeste de la Península de Baja California y del Golfo de California.

Procedentes de los mares de Bering, Chukchi y Beaufort, en Alaska, miden hasta 15 metros de largo y pesan en promedio 30 toneladas.

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“Se portaron muy bien las ballenas, nos regalaron mucha emoción”, añade Wilbert, quien viajó desde Oaxaca hasta el santuario de la Ballena Gris de la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno, en Mulegé, Baja California Sur.

A diferencia de muchos otros países, México no ha restringido el turismo y fue el tercer destino más visitado en 2020. Sin embargo, sí suspendió actividades no esenciales durante parte del año pasado, incluido el turismo náutico.

En particular, el gobierno canceló en marzo de 2020 los viajes en lancha para la observación de estos cetáceos (Eschrichtius robustus), que asoman su gigantesco cuerpo antes de zambullirse para asombro de los visitantes.

Pero debido al descenso de la propagación del virus, al inicio de la temporada de avistamiento –de enero a abril– el gobierno permitió que las embarcaciones viajaran con un 30% de ocupación, que luego amplió a 50%.

“Mantuvimos los puestos de trabajo y esperamos salir, si no con ganancias, (pudiendo) pagar algunas de las deudas”, comenta Luis Enrique Achoy, de Malarrimo Eco-Tours, empresa dedicada a la observación de ballenas.

Aumento de avistamientos

Baja California se encuentra en semáforo amarillo, tercero en la escala de riesgo epidemiológico por el coronavirus, que se ha cobrado casi 203,000 vidas en México.

Achoy asegura que el número de ballenas observadas en la Reserva de la Biósfera El Vizcaíno subió en la actual temporada.

“Su patrón es el mismo y realmente los problemas que tienen con el humano siguen allí, las rutas marítimas (…), eso no se quitó con la pandemia, ellas siguieron igual”,  pero aun así “tuvimos de 1,500 a 1,700 ballenas, un poquito arriba del promedio”, añade Achoy.

Naman Domínguez, pescador y guía turístico con 27 años de experiencia en esa actividad, fue uno de los perjudicados por las restricciones.

“Sí nos afectó. Ahorita se está manejando seis, siete personas por lancha máximo, por la sana distancia (…) pero ya se está componiendo todo, ha ido mejorando todo poco a poco. Como ha ido bajando el nivel (de contagios), ha ido aumentando el turismo”, celebra.

La ballena gris, que estuvo en peligro de extinción a principios del siglo XX, se alimenta de crustáceos en el mar de Bering durante el verano boreal y se aparea en invierno en las lagunas Ojo de Liebre, San Ignacio y la bahía Magdalena de Baja California Sur, aunque algunas lo hacen en el trayecto.

“Pudimos tocarlas, ver a la mamá con su cría y estuvieron las dos ahí jugando un buen rato con nosotros”, comenta la mexicana Claudia Gaitán.

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