Así es una familia de acogida en CDMX: El verdadero aprender a amar sin esperar nada a cambio

Martes 22 de abril de 2025

Así es una familia de acogida en CDMX: El verdadero aprender a amar sin esperar nada a cambio

Hogares de Corazón es el programa que contacta a menores de edad con una familia de acogida. Por él, es que Lucía y Abraham se volvieron tutores de la noche a la mañana.

asi-es-ser-una-familia-de-acogida-en-cdmx.png

Los Hogares de Corazón forman parte de un programa de acogida temporal, sin fines de adopción; Abraham y Lucía se unieron a él en 2024. Te contamos su historia.

/

Portada: La-Lista

Los Hogares de Corazón forman parte de un programa de acogida temporal, sin fines de adopción; Abraham y Lucía se unieron a él en 2024. Te contamos su historia.
Portada: La-Lista

Abraham estaba en casa trabajando cuando su pareja, Lucía, le envió un mensaje y una captura de pantalla. La trabajadora social a la que habían visitado tres meses atrás quería hablar con ellos y, eso, solo significaba una cosa... un menor necesitaba de una familia de acogida y ellos habían sido seleccionados.

“Hay una niña de tres meses que está saliendo del hospital y necesita su apoyo. ¿Pueden recibirla?”, fueron las palabras que les soltó la servidora pública y que los hizo temblar, pero Lucía no lo pensó ni un segundo y dijo que sí. Así, su familia se unió –formalmente– al programa Hogares de Corazón.

Ana* es la bebé que llegó a la vida de Abraham Ruiz y Lucía Rojas en medio de un día lluvioso. “La bebé llevaba una pequeña mantita y un calcetín, pero realmente era todo lo que tenía”, recuerda Lu, mientras evoca la primera vez que se vieron.

TE RECOMENDAMOS: Familias diversas tendrán derecho a los permisos de paternidad

Por la mañana, cuando la joven de 34 años salió a trabajar cargaba con algunos objetos personales, un suéter y un poco de comida. Pero por la noche, cuando volvió a casa, tenía una bebé en brazos, una bebé que no era su hija y que no era de la familia, pero a la que ella y Abraham estaban dispuestos a brindarle su tiempo, cariño y cuidado, aunque solo fuera por un breve periodo.

Ana los conoció como parte del programa Hogares de Corazón y estará en sus vidas hasta que su familia de sangre ordene legalmente su custodia o hasta que el Estado resuelva si será puesta en adopción.

Abraham y Lucía son su canal a una vida mejor, pero solo eso. No serán sus padres. No vivirá con ellos para siempre ni podrán verla cuando se resuelva su situación; pero serán la familia que le dé estabilidad y afecto, en tanto que se le asigna un hogar seguro y permanente.

Los Hogares de Corazón forman parte de un programa federal de acogida temporal –sin fines de adopción– para niños, niñas y adolescentes, que fueron víctimas de violencia, omisión de cuidados o estado de abandono. El protocolo evita que estas infancias pisen un albergue y opera desde 2020 en la Ciudad de México (CDMX).

lucia-y-abraham-son-parte-del-programa-hogares-de-corazon-cdmx.jpg
El DIF apuesta a las familias de acogida para que los menores en condiciones vulnerables no tengan que vivir en albergues; Abraham y Lucía son parte de este programa en CDMX. / Foto: Cortesía

Sus participantes pueden ser parejas o personas solteras que tengan la intención de ayudar, y que no busquen un hijo o una hija en el programa, ya que los menores se irán de sus casas inminentemente.

Lucía y Abraham se unieron el año pasado y hoy cuidan a dos bebés como parte de este programa. Ana fue la primera que llegó a sus vidas, y hace unas semanas se les unió Efraín*, un bebé de 1 año y cuatro meses.

En tiempo récord, pasaron de ser una familia de dos integrantes a una de cuatro. No hubo previo aviso ni preparación alguna. Pero ¿cómo lograron adaptarse?, ¿qué se siente ser tutores de acogida?, ¿qué tan difícil fue?, ¿cómo lidia la pareja con el futuro? Lucía y Abraham hablaron con La-Lista para responder estas y otras preguntas. Te compartimos su historia:

Hogares temporales: Cuando conoces la situación es difícil decir ‘no’

Cuando Ana llegó a la casa casi no se movía. Había vivido toda su vida en el hospital y no conocía nada más que esas paredes blancas, los uniformes de las enfermeras y una cobija en la que la envolvieron como “taquito” los 60 días que llevaba de existencia.

“Al principio, en especial la primera noche, teníamos que comprobar que estuviera respirando, porque realmente estaba petrificada; ese día solo lo dediqué a pensar en ella”, recuerda Lu.

La joven decidió no tener hijos biológicos hace unos años y en algún momento imaginó que podría adoptar un menor junto a su pareja, pero nunca pensó en recibir a un niño o niña de manera temporal en su hogar.

La experiencia de la maternidad le llegó de repente, de golpe, y sin que ella se sintiera madre. Sin embargo, Lu reconoce que el cariño por Ana brotó en cuanto la vio. “La bebé ya tenía dos meses, pero lucía como una recién nacida y eso me hizo pensar en que a partir de ese momento ella sería mi prioridad, el tiempo que durara con nosotros”, dice.

Lu y su pareja compraron un carro, una cuna, una carriola, y todo lo que fuera necesario para garantizar su estabilidad. Las consultas médicas también venían en paquete: así que la visita al neurólogo pediatra fue indispensable, debido al problema médico que tuvo Ana al nacer.

las-familias-de-acogida-en-cdmx-ayudan-a-ninos-en-situaciones-vulnerables.jpg
Abraham y Lucía se unieron al programa Hogares de Corazón en CDMX y se volvieron “tutores” de una bebé de dos meses. / Foto: Cortesía

“Era difícil el proceso por las horas de sueño y el ritmo de vida que tomamos. De un inicio solo sobrevivíamos, pero ya después no fue tan duro, porque nos fuimos encariñando con Ana. Era la primera persona que veíamos al despertar y claro que surgió un vínculo muy fuerte”, admite Lu, mientras Ana le abre los brazos e intenta trepar a sus piernas.

Con Efraín la situación fue distinta, porque llegó muy temeroso al hogar, desconfiaba de ellos y del entorno, y además lloraba todo el día. Lu y Abraham practicaron la paciencia y a 15 días de su arribo el bebé saluda confiado y sonriente.

Con el bebé, Lu considera que descubrió lo que era aprender a amar. “Es difícil cuidar a un bebé que llora siempre. Es cansado cuando es tu hijo, pero cuando no es tu hijo es aún más”, reconoce la joven programadora, que se puso la meta de entenderlo y arropar su dolor.

NO TE PIERDAS: Familias homoparentales y lesbomaternales: un derecho a un alto costo

Lucía sabe perfectamente que Ana y Efraín están de paso, pero como su cuidadora principal, no ha tenido miedo de amarlos en el presente; a pesar de que un día se van a ir de su lado.

Para Lucía hay muchas Casas-hogar en México que hacen todo lo que pueden por las infancias, pero destaca que “todo lo que pueden no es suficiente, en especial cuando los niños vienen de un contexto vulnerable”. La joven dijo que ‘sí' en dos ocasiones a los Hogares de Corazón, porque no se siente capaz de rechazar a un pequeño que necesita de su ayuda.

Y cada día ‘dice sí' a amar a Ana y Efraín, aunque no puedan retribuirle el amor a largo plazo. Lucía está convencida de que los padres esperan algo a cambio de sus hijos, pero en esta relación ella no espera que estos bebés le den las gracias en el futuro. “Lo que hagamos por ellos hoy, va a perdurar y a hacer una diferencia enorme, así que ha valido la pena”, sentencia.

Hogares de Corazón, el programa que te enseña a amar

los-hogares-de-acogida-no-son-candidatos-de-adopcion-en-cdmx.jpg
Efraín es el segundo bebé que Abraham y Lucía reciben en su hogar, desde que se convirtieron en familia de acogida. La pareja no se arrepiente de su decisión. / Foto: Cortesía

Abraham había oído hablar del verdadero amor en la Iglesia, pero lo conoció hasta que Ana y Efraín llegaron a sus vidas.

“Yo digo de broma que les llevo su cuenta, pero en realidad no espero que me paguen algo de lo que decidimos darles. Creo que este amor o estas sonrisas son suficiente retribución”, expresa el ahora tutor de dos bebés de menos de dos años.

Abraham no tuvo la chispa de la que hablan algunas madres primerizas, no se sintió enamorado de los bebés solo de verlos y lo de él sí fue todo un proceso de reconocimiento y cariño. Pero ahora, está consciente de lo que es amar sin condiciones.

Cuando se le pregunta por el futuro, mira a los niños e insiste: “a mí claro que me va a doler separarme de ellos, pero no por el dolor que sienta voy a dejar de hacer las cosas que les beneficien”.

SIGUE LEYENDO: Así puedes hablar de adopción con los niños

Abraham no había imaginado cómo sería su paternidad; Ana y Efraín también se encargaron de mostrárselo: ahora puede cuidar de alguien más, puede peinar y bañar a un bebé –
o hasta a dos–, es capaz de alimentarlos, cambiarles el pañal y reconocer el kit básico de una pañalera.

Sabe que los menores no son ni serán sus hijos, pero aún así se llena el pecho de orgullo cuando los ve salir a la calle, celebrar su cumpleaños o reír a carcajadas.

familia-de-acogida-en-cdmx-hogares-de-corazon.jpg
Ana es una niña feliz y Abraham y Lucía no se arrepienten de haberle dado un hogar seguro, aunque fuera temporal. / Foto: Cortesía

Para Lucía y Abraham ha sido un placer ayudar a estos dos niños. Su estabilidad emocional y económica se los permitió, pero los frutos de esta decisión van mucho más allá de lo que puede calificarse como “grata experiencia”.

“Oímos con frecuencia de aquellos que están buscando su propósito en la vida, pero no nos detenemos a pensar que quizás está frente a nuestras narices. Uno dice ‘quisiera ayudar a los niños de la calle’, pero no hace algo para concretarlo, aquí está esa oportunidad”, sentencia Lucía.

Vivir en el presente ha sido la mayor enseñanza para la pareja. No tienen una fórmula secreta que les ayudará a sortear la separación cuando sea momento de decirles a adiós, pero se sienten agradecidos de este momento que atraviesan.

“Todo lo que importa es lo que hagas por ellos hoy, porque puede que nunca los vuelvas a ver. Creo se trata de amar sin pensar en la permanencia, porque ellos no van a permanecer aquí, pero aunque sí lo piensas bien va a permanecer ese amor que les dimos”, concluye Lucía.

PODRÍA INTERESARTE: De las maternidades y no maternidades. Introducción al movimiento childfree by choice

  • Hasta el 2023, había 63 familias certificadas para ser parte del programa; sin embargo, desde el 2020, la meta es reunir a 200.
  • Los niños como Ana y Efraín pasan por hogares de acogida, en tanto que se resuelve su situación legal. En algunos casos, la estancia apenas dura un mes, pero en otros supera el año.
  • Un hogar temporal tiene la consigna de ofrecer amor y seguridad, pero también debe resolver todas las necesidades del menor
  • Los gastos que ocasione cada niño corren por cuenta de la familia de acogida, existe un apoyo económico de 4 mil pesos al mes, pero no está garantizado.

** Los nombres de los bebés fueron modificados por la seguridad y el derecho a la intimidad de ambos.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD - Estas notas son patrocinadas -