‘No quiero ser madre y busqué operarme, pero me negaron ese derecho en el IMSS’
Penny Ramírez no quiere ser madre y por ello decidió practicarse la salpingoclasia. Sin embargo, encontró en el sistema de salud público estigmas. Te contamos su historia.
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Penny Ramírez no quiere ser madre y por ello decidió practicarse la salpingoclasia. Sin embargo, encontró en el sistema de salud público estigmas. Te contamos su historia.
Desde niña, Penny Ramírez dijo que no quería ser mamá, pero quienes la rodeaban creyeron que era un chiste. A los 15 años lo repitió, pero le contestaron que ‘era una chamaquita que no sabía de la vida’. A los 20, cuando habló de ese tema le dijeron que ‘cambiaría de opinión’ y a los 30 se dio cuenta que su postura seguía firme. Así que dejó de prestar atención a esas voces y comenzó a pensar en la posibilidad de operarse para no tener hijos o hijas.
“Ligarse las trompas”, como se le conoce coloquialmente a la salpingoclasia, un método anticonceptivo definitivo, era una idea que había cruzado por su cabeza algunas veces y que empezó a resonar con frecuencia entre más se acercaba a los 35 años.
Penny había leído que el ‘reloj biológico’ de las mujeres empieza la cuenta regresiva a partir de dicha edad, porque la cantidad y la calidad de los óvulos se reduce, y concluyó que si a sus 33 años seguía sin resolver el dilema de la maternidad ya no tenía mucho sentido seguirlo meditando.
“Particularmente, nunca he sentido ese interés, ese gusto o esa espinita por tener hijos y me di cuenta de que si ya estaba casi en el límite para tomar la decisión nada iba a hacerme cambiar de parecer. No quiero maternar, no lo he querido antes y tampoco lo voy a querer después y por eso decidí que la OTB era mi opción”, comentó.
Maternidad no deseada
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La salpingoclasia, también conocida como OTB (Oclusión Tubaria Bilateral), es un procedimiento quirúrgico irreversible que consiste en cortar las trompas uterinas y ligarlas de modo que el embarazo deje de ser una posibilidad.
Los roles tradicionales de género han provocado que la maternidad sea vista como un mandato en la vida de las mujeres y quienes deciden no ser madres, estando en edad reproductiva, muchas veces son blanco de reproches, expresiones de incredulidad y hasta discriminación.
Para la familia más cercana y los amigos de Penny, enterarse de su determinación no fue una sorpresa; la mayoría la había escuchado hablar de este tema y su deseo de hacerse la salpingoclasia solo fue la confirmación de la idea que por tantos años germinó.
No obstante, la joven de 33 años prefirió no compartir esta noticia abiertamente, no solo porque atañía a su intimidad, sino porque sabía los prejuicios que podría despertar entre algunos conocidos.
“Me sentí muy en paz y muy tranquila con la vida que estaba teniendo en ese momento; precisamente creo que este tipo de decisiones se tienen que tomar desde la estabilidad –no desde la desesperación– y para mí era el mejor momento no solo emocionalmente, sino laboral y económicamente”, comenta.
Era 2023, estaba por acabarse el año, y Penny se fijó la meta de iniciar los trámites para su operación: se informó sobre el procedimiento, revisó los requisitos, buscó su clínica más cercana, actualizó su carnet y confirmó que la cirugía no produce menopausia temprana ni disminuye el apetito sexual.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ofrece este servicio a las derechohabientes como parte de la variedad de métodos anticonceptivos a los que tienen derecho; con esta información bajo el brazo Penny empezó el viaje para operarse. Nunca imaginó que sería fácil, pero tampoco estaba lista para lo que vendría…
‘Yo soy el médico y yo decido’
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Penny visitó su clínica del Seguro Social seis meses antes de que tuviera que retirarse el implante subdérmico que utilizaba como anticonceptivo. Una de las razones por las que había optado por la salpingoclasia era que ya no deseaba más descargas hormonales en su cuerpo.
Confiaba en que medio año sería suficiente para conseguir que la programaran para la cirugía, un procedimiento de mínima invasión, y que tarda aproximadamente 30 minutos. Había escuchado que a los hombres les realizan la vasectomía “en un abrir y cerrar de ojos”, incluso en el IMSS, y quería imaginar que en su caso el trámite sería igual.
“Sé que la operación no es idéntica, que las mujeres requieren un día de hospitalización, pero al final tanto hombres como mujeres somos derechohabientes y sigue siendo una prestación a la que deberíamos de acceder en igualdad de condiciones”, comenta Penny.
A Penny le explicaron que el primer paso era acudir a Planificación Familiar y no llevaba ni cinco minutos preguntando sobre la salpingoclasia cuando una enfermera empezó a hacer comentarios para disuadirla de su decisión.
‘Piénsalo bien, estás muy joven y luego podrías arrepentirte’, fueron de las primeras palabras que escuchó. La joven intentó no prestarles atención y se concentró en las indicaciones médicas. Tendría que hacerse estudios y luego esperar a ser canalizada a ginecología.
Le explicaron que para ser candidata a la OTB, al momento de la operación debía garantizar que contaba con un método de anticoncepción de largo plazo y que el implante era suficiente para ello. Así que Penny dejó satisfecha el consultorio.
Pero la incertidumbre se apoderó de ella, cuando descubrió que el proceso era lento y lleno de obstáculos. Pasó un mes para que le hicieran estudios, dos para que le entregaran los resultados y cuatro para conseguir una cita en ginecología. Y al final, el médico que la atendió la juzgó, la maltrató y le negó su derecho a la anticoncepción definitiva.
“Con el ginecólogo empezaron los cuestionamientos y el retraso injustificado. Dijo que me iba a programar una segunda cita, aunque en esa consulta debía de haber programado mi operación. Yo le pedí una explicación médica, para entender la decisión, pero nunca me la dio”, explicó.
El doctor afirmó que ‘no se podía operar a personas que no habían tenido hijos’ aunque esa aseveración es falsa. Las páginas del Instituto Mexicano del Seguro Social no incluyen este requisito y hacerlo sería contrario a los derechos anticonceptivos de la mujer.
Al final, Penny le requirió evidencia que pudiera detener su salpingoclasia y la única respuesta que recibió fue: el médico soy yo, y yo sabré si te programo o no’. Ante la insistencia de la joven, el doctor argumentó falta de espacio en el hospital y terminó con la consulta. La fotoperiodista dejó el cubículo llena de rabia y luego de mucho meditarlo desistió del proceso.
“Al final, lo que buscan es que desistas y en mi caso lo lograron. Complejizan todo el trámite y tienen a personal poco sensible ante los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres trabajando allí, es un lío y es muy desgastante”, señaló.
‘No quiero tener hijos y punto’
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Las razones por las que las mujeres optan por no tener hijos son múltiples, hace un siglo era poco común que se tratara de una decisión personal, pero las cosas han cambiado. Hoy, la falta de ingresos, el estado civil, el calentamiento global y hasta las posturas políticas pueden influir en esta decisión.
Penny destaca que ella reconoció desde joven que la maternidad no era lo suyo, pero como mujer adulta y feminista entendió que podía ser una “mujer completa” sin tener que traer personas al mundo.
“Yo tuve el mejor anticonceptivo, que fue tener una sobrina a los 16 años, de la que también formé parte de su cuidado. Entonces, te das cuenta del nivel de compromiso, desgaste y recursos económicos, que requiere un menor. Y adoro a mi sobrina, pero desde ese momento fue como ‘uy, esto no es para mí’”, recuerda.
Además, gracias a su trabajo está consciente de que hay maternidades no deseadas y poco placenteras y sin embargo, dice, a las mujeres todavía se les demandan justificaciones interminables para no ser madres.
“Como mujeres tenemos que explicar un motivo extremo para que sea razonable no tener hijos y pareciera que esta posibilidad de simplemente decir ‘no quiero, porque no quiero’ no existe”.
Penny lamenta que en el sistema de salud mexicano existan médicos sin perspectiva de género, específicamente en el área ginecológica, incapaces de entender que una mujer adulta decida no tener hijos. Y reprocha que se paternalicé a las mujeres o se asuma que son ignorantes de las consecuencias de una salpingoclasia.
Aunque el IMSS, le negó el derecho que tenía a decidir sobre su cuerpo, Penny está dispuesta a volver a intentarlo, en otra clínica o con otros doctores, y fantasea con que “la segunda sea la vencida”.
Como ella, hay otras miles de mujeres, que en México están decidiendo no procrear y todo indica que esta tendencia podría ir al alza. En 2018, las mujeres en edad fértil que no deseaban tener hijos era del 31.3% y cinco años después, este porcentaje se disparó al 50.1%, según reveló la Encuesta nacional de la dinámica demográfica del Inegi.
Penny espera que estas mujeres ejerzan su derecho a la anticoncepción y que en caso de optar por la salpingoclasia, no pasen lo que ella pasó.