Mi generación busca repensar qué significa un puesto directivo para una mujer, afirma la directora del MUAC
Amanda de la Garza, directora del MUAC. Foto: Cortesía

El 2 de julio, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció el cierre del Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA-Roma), uno de los tres espacios que junto con el museo de El Eco y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) integraban la Dirección General de Artes Visuales (DiGAV), de la que está a cargo desde 2020 Amanda de la Garza, curadora que asumió la dirección del MUAC, donde trabaja desde 2012, y de este departamento.

La decisión de cerrar el recinto artístico después de 22 años no fue por ni por el Covid-19 ni por el recorte presupuestal, declaró la directora para otros medios. Tuvo que ver con un plan para volverlo itinerante. En realidad esto es parte de las muchas propuestas para encaminar las intenciones que tiene Amanda como directora: es una decisión pensada, producto de múltiples estrategias que vienen detrás del entusiasmo y la perseverancia por crear nuevas formas de acercarnos al arte y, más que a los espacios museísticos, a los conceptos de museo que tenemos. Tanto el MUAC como el museo de El Eco también están insertos en estos caminos.

Y es que tanto Amanda como el MUAC tienen ese espíritu que define a la UNAM: pensamiento crítico, libertad de expresión. En ese sentido, su directora y el museo han crecido juntos a poco más de un año y se han ido transformando poco a poco a través de diferentes esfuerzos; ambos, tanto ella como él, son relativamente jóvenes y se han ganado un espacio en el arte contemporáneo.

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La-Lista (L-L): Estudiaste Sociología en la UNAM, ¿cómo la sociología te ha hecho vivir el arte?

Amanda de la Garza (AG): Me interesaba mucho un aspecto particular de la sociología que es la sociología visual o la antropología visual como vías de investigación y a partir de eso es que también me interesó mucho más acercarme a, primero, el mundo de la fotografía y después, de una manera más amplia, al mundo del arte. Y pues sin duda, mi formación intelectual en esa etapa muy temprana, pues sigue teniendo incidencia en la forma en la que pues concibo el arte. Eso no significa que solo que vea las obras de arte de manera sociológica. La forma en cómo me acerco a las obras en términos curatoriales no parte necesariamente de una visión sociológica. Creo muy importante ser capaz de separar esa función sociológica de la relación con los objetos artísticos y con la trayectoria de un artista. Pues la obra no se subsume a un contexto determinado.

L-L: Has sido curadora de muchísimas exposiciones. ¿Cuál ha sido tu mayor reto en las exposiciones que has montado?

AG: Uno de los grandes retos que he tenido en mi carrera como curadora fue trabajar con archivo, que es algo que me apasiona muchísimo. Sin embargo, eso es considerado como una tarea propiamente de los historiadores. Las dos exposiciones que he hecho de archivo fueron en el Centro de Documentación Arkheia en el MUAC y que para mí fueron un reto enorme en términos de cómo generar, digamos, investigación. Aportar a la historiografía de ese periodo. Y al mismo tiempo, proponer una mirada de alguien que no estaba formada, digamos, propiamente en la licenciatura.

L-L: Justamente el archivo ha sido una de tus grandes apuestas como directora del MUAC, ¿hay algo de nostalgia detrás de esto?

AG: Es una característica muy importante en el MUAC el tener un archivo bajo su resguardo. Tenemos hasta la fecha 52 fondos documentales de artistas, curadores, colectivos, etcétera. Ha sido un brazo que ha construido la identidad del museo. Hay una insistencia a nivel institucional de ahondar sobre las posibilidades del archivo y me parece, digamos, una contribución muy importante que hace el museo a la historia del arte. Existe una parte sumamente apasionante de ir reconstruyendo historias a partir de fuentes documentales, de cartas, carteles, escritos, fotografías y cómo puedes generar una narrativa a partir de objetos que no son propiamente artísticos. El archivo es una vía distinta para reconstruir a veces, una historia que tiene que ver con personajes, contextos, que ofrecen una lectura diferente de la historia del arte.

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L-L: Otro de tus distintivos como directora han sido los temas de género, ¿cómo materializar esta apuesta discursiva?

AG: Las temáticas vinculadas al género y las deudas históricas son ejes muy importantes para los proyectos a futuro. Tenemos que buscar instituciones mucho más igualitarias, equitativas en términos de oportunidades, de construcción de la historia, por ejemplo. También recuperando y coleccionando artistas mujeres, programas de exhibición en donde haya un equilibrio. Hay muchas cosas que hacer institucionalmente y en ese sentido es que yo creo que el museo debe estar atento a eso que está sucediendo en el contexto en el que se sitúa, se desarrolla y que debe avanzar en ese sentido. Vamos a tener una exposición amplia, colectiva, sobre la emoción, por ejemplo, de la maternidad en la producción artística desde un punto de vista crítico. Y creo que ese es un punto muy relevante para poner sobre la mesa discusiones específicas sobre un tema tan amplio como las problemáticas de género.

L-L: Mencionabas las deudas históricas, ¿cuáles serían éstas en términos artísticos?

AG: Pues sobre todo tiene que ver con las colecciones. No es un problema del MUAC o de México o a nivel internacional. La proporción de artistas mujeres en las colecciones es muy baja en comparación con la de artistas hombres. A eso me refiero con que hay una deuda histórica, en el sentido de que justamente ahora se ha señalado desde hace ya algunos años, pues estas inequidades y la intención muy abierta de muchas instituciones de avanzar en ese sentido de de coleccionar la obra de artistas mujeres, de programar exposiciones que ahonda sobre su trabajo y también de revalorar la obra de artistas que en su momento no tuvieron el nivel de visibilidad o artistas que, por ejemplo, nunca han tenido exhibiciones individuales en un museo de arte y que han tenido una importancia en la escena artística, pero que institucionalmente no se les había dado un espacio de visibilidad que merecen o que sería necesario.

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L-L: Además de la discusiones de género como el feminismo, ¿cómo se podrían incluir las narrativas, por ejemplo, de las comunidades LGBT?

AG: Las perspectivas LGTB+ también son parte de una discusión mucho más amplia del género. Por ejemplo, el adoptar una perspectiva queer, que intenta desestabilizar la noción binaria del género. Entonces también tenemos que crear un programa que apunte hacia esa noción de diversidad. Estas múltiples formas identitarias son, por otro lado, cuestionamientos a las identidades fijas que forman parte de un discurso de muchas comunidades y de una conversación también actual en el arte. En ese sentido, por ejemplo, tenemos este proyecto que se llama Brillantinas MUAC, que es un canal de Instagram en donde se abordan temas vinculados al feminismo, a la comunidad LGTB+ y que se enuncia desde una perspectiva queer. Eso permite establecer espacios de colaboración con activistas, artistas, ilustradores, toda una red de personas que están interesadas como público, como actores en estas conversaciones dentro del arte, pero no nada más dentro del arte, sino más allá de el arte.

L-L: ¿Qué significó para ti estar a cargo del MUAC de una forma nueva: no solo como directora, sino también a puerta cerrada?

AG: Fue un reto enorme en dos sentidos. Yo tenía la ventaja de haber trabajado muchos años en el MUAC. Entonces conocía muy bien al equipo, las dinámicas institucionales, al museo en sí mismo. Sin embargo, trasladar nuestros programas a los entornos virtuales, a nuestra página web, a las plataformas, producir contenidos de manera remota, seguir desarrollando proyectos virtuales; todo, desde podcast, videos de YouTube, tutoriales, en fin, recomendaciones editoriales, montar Sala 10, exhibir obras en video en la página web del MUAC requirió de un esfuerzo extraordinario y tener una dirección en nuestro programa digital. Es decir, no nada más hacer cosas de forma aislada, producto de la propia crisis y de la necesidad de responder de manera inmediata, sino más bien tener una programación articulada, estable, que pudiera darle sentido al programa, darle consistencia a una programación bajo una temporalidad que por supuesto no sabíamos cuál iba a ser, y en la cual todavía estamos inmersos, porque actualmente solo estamos abiertos tres días y seguimos con nuestra programación digital, porque todavía no estamos trabajando en plena capacidad, como antes de la pandemia.

L-L: En ese sentido, #muacdondeestés ha sido una gran herramienta, pero también el esfuerzo editorial que han hecho…

AG: La colección editorial Folios MUAC, que la venimos desarrollando ya desde hace varios años, llega a su número 100 con el libro dedicado a la colección del MUAC. Y ha sido un esfuerzo editorial enorme. Cada proyecto de exhibición individual, pequeño o grande, ha tenido una publicación que busca estar muy cuidada editorialmente, aportar información y ser la memoria de la exposición o del proyecto. Es algo de lo cual nos sentimos muy orgullosos. Durante la pandemia publicamos un libro sobre Manuel Felguérez, que es un libro homenaje que parte de la exposición que tuvimos en el MUAC, pero también es un tributo, porque desafortunadamente nuestro Felguérez falleció el año pasado. Y que durante la pandemia generamos un proyecto de recomendaciones editoriales en donde revisamos las publicaciones que hemos desarrollado a lo largo de los años de existencia de la colección editorial, que se ha convertido en uno de los brazos sustantivos del museo.

L-L: La forma en como se está dirigiendo el MUAC cambia la percepción de lo que es el museo. Más allá de ser un legitimador de arte, se ha vuelto un megáfono de lo que sucede en las calles…

AG: Eso tiene que ver con que justamente en el museo hay cuatro brazos que son muy importantes, todos interconectados, pero que también tienen determinada autonomía. Es por un lado las colecciones del museo, que son todos procesos de adquisición tanto de obra artística como de acervos documentales. La programación pública, que tiene un programa pedagógico y un programa académico, que son aspectos importantes que justamente permiten albergar otras conversaciones de la relación del arte con la sociedad de muy distintas maneras. Y por otro lado, el programa de exhibiciones y los proyectos de intervención urbana del MUAC en la ciudad (afiches publicitarios, en las vallas publicitarias que tienen el MUAC intervenciones de artistas). Y por otro lado, el brazo editorial que ya platicábamos. Entonces, es un museo en un sentido mucho más amplio, en donde no solamente tenemos exhibiciones, sino nuestra actividad comprende áreas que tienen que ver con el patrimonio. Por otro lado, digamos, con la investigación del caso, pues de las exposiciones de Arkheia. En ese sentido, sí es un proyecto de museo, en el sentido más amplio de la palabra.

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L-L: ¿Habías encontrado algún techo de cristal antes de tener este puesto?

AG: En las direcciones de los museos de arte, la mayor parte son mujeres. En ese sentido, el techo de cristal no está tanto ahí. Yo lo ubicaría en el caso de mi generación en la edad. Es decir, que hay un conjunto de profesionales curadoras que asumieron puestos de dirección en estos últimos años. Es un contexto muy particular, porque somos considerados un grupo todavía joven en términos de nuestro desarrollo profesional para acceder a puestos directivos. Y en ese sentido, pues creo que este techo de cristal, en el caso específico de los museos de México, no está relacionado específicamente con el género, sino con otras consideraciones. Se siente que hay un relevo generacional en los museos en México y es muy interesante cómo podemos dialogar con generaciones arriba de nosotros, pero también con generaciones mucho más jóvenes.

L-L: ¿Cómo lograr que más mujeres lleguen a puestos de alto mando en las instituciones culturales más allá de los museos?

AG: En otros ámbitos, es mucho más desigual. Tiene que haber una decisión muy clara de ofrecer esas oportunidades a las mujeres y es algo que se logra a partir de demandar que esa posibilidad se abra, que las instituciones escuchen esa demanda y la conviertan en una política institucional. Hay una parte que tiene que ver más con el ámbito simbólico, en donde a diferencia de otros momentos, cuando las mujeres que accedían a puestos directivos se consideraba que debían tener características masculinas o consideradas como masculinas para poder ejercer el poder. Es decir, entendiendo el poder desde una noción patriarcal. Mi generación está buscando repensar qué significa tener un puesto directivo, no que haya un “estilo de mujer” porque no existe tal cual, sino de qué otras maneras que no sean esas se puede ejercer el poder. Eso tiene que ver con todas las conversaciones que el feminismo contemporáneo se ha planteado hoy en día. Yo sí estoy a favor de las cuotas, porque creo que a veces no hay otra manera de lograr que la sociedad avance hacia condiciones de mayor igualdad.

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