Top Gun: Maverick: un vuelo a la nostalgia

Pasaron más de 30 años para que una de las películas más emblemáticas en la carrera de Tom Cruise, Top Gun, tuviera una secuela más que esperada tanto por los fanáticos del actor estadounidense como por los nostálgicos de un cine de acción con muy pocas pantallas verdes.

La producción, al igual que la promoción de Top Gun: Maverick, es una especie de oda a esos viejos tiempos. Con magnas presentaciones que ocurrieron lo mismo en un portaaviones que en La Croisette, en Cannes; frente a la realeza en Londres o junto a sus fanáticos en la Ciudad de México, la cinta levantó las expectativas como se hacía hace algunas décadas.

El resultado en pantalla no demerita el esfuerzo. El retorno de Pete Mitchell, “Maverick”, y una nueva mirada a la famosa academia de pilotos Top Gun, ahora integrada por estudiantes multiculturales e incluso de géneros distintos, es un guiño hacia el clásico dirigido por Tony Scott desde una perspectiva diferente.

Top Gun: Maverick no es una película profunda, aunque diversos críticos la han considerado como una cinta de acción bien hecha. Las cámaras a bordo de los aviones, las acrobacias y las expresiones de los pilotos tienen una verosimilitud que difícilmente se logra a través del CGI.

La expectativa por la cinta la llevó a romper un récord: Top Gun: Maverick se estrenó en 4 mil 732 salas de cine en Estados Unidos, superando la anterior marca impuesta por El rey león, que se estrenó en 4 mil 725 salas en 2019. 

Los analistas prevén que su recaudación global, en su fin de semana de estreno, pueda llegar a los 200 millones de dólares a nivel mundial, excluyendo importantes mercados como el chino y el surcoreano, donde se estrenará en unas semanas más, y el ruso, a donde no llegará debido a la guerra entre dicha nación y Ucrania.