Fernanda Castillo en Anatomía de un suicidio: arte, maternidad y salud mental como herramientas de transformación | ENTREVISTA
En esta entrevista con La-Lista, Fernanda Castillo habló del impacto que tiene formar parte de una propuesta que apuesta por romper con la narrativa tradicional del drama familiar.

La actriz Fernanda Castillo.
/Foto: Instagram/fernandacga
En Anatomía de un suicidio, Fernanda Castillo asume un reto escénico poco común: interpretar a una de tres mujeres cuyas historias se desarrollan en paralelo sobre el escenario, cruzando generaciones marcadas por la carga emocional de la enfermedad mental.
La obra, construida como un tríptico teatral, exige precisión, ritmo y una conexión profunda con un texto que desafía tanto al elenco como al público.
En esta entrevista con La-Lista, Fernanda Castillo habló del proceso detrás de una puesta en escena que no da tregua, de cómo se prepara para moverse entre lo íntimo y lo estructural, y del impacto que tiene formar parte de una propuesta que apuesta por romper con la narrativa tradicional del drama familiar.
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Huellas, silencios y una lucha por vivir
Para Fernanda Castillo, Anatomía de un suicidio no es solo una obra de teatro: es una experiencia escénica que se vive en múltiples niveles y que “habla acerca de las huellas que dejan las generaciones pasadas en nosotros, de tres mujeres que con su sensibilidad, su forma de ver el mundo, sus dolores y lo que traen atrás tratan de vivir la vida más plena que puedan, pero tienen un entorno que no las deja”.
La obra de la dramaturga Alice Birch, plantea una estructura inusual: tres líneas de tiempo, los años 60, los 80 y la actualidad, que se desarrollan simultáneamente sobre el escenario.
“Es una obra que habla de la maternidad y que hace muchas preguntas humanas, mi personaje es Caro, que es la primera generación de esas tres mujeres porque las historias suceden paralelamente en el escenario, pero hay tres tiempos, que son 60’s, los 80’s y la época actual”, explica Castillo. Esta simultaneidad no solo exige precisión técnica, sino también una sintonía emocional profunda entre las actrices, quienes comparten un mismo espacio físico, aunque separadas por décadas.
Su personaje, Caro, representa el inicio de una cadena de silencios y heridas que atraviesan a las generaciones siguientes, “sería la abuela de estas dos mujeres, y las tres mujeres están en la misma edad pasando al mismo tiempo”.
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“Caro es una mujer que se encuentra con un mundo que no la deja opinar, que no la deja decidir sobre su cuerpo, que tiene un problema de depresión severa y que atenta contra su vida, es una lucha continua que tiene esta mujer por vivir”, mencionó Fernanda Castillo.
Los temas que siguen como tabúes
La actriz no se conforma con contar historias; busca provocar preguntas. En Anatomía de un suicidio, encuentra un espacio ideal para explorar temas que siguen siendo delicados incluso hoy.
“Es importante hablar de estos temas, por ejemplo, la maternidad y las complicaciones de la maternidad siguen siendo un tabú, dijo Castillo que apunta hacia esos aspectos que muchas veces se ocultan tras frases hechas y expectativas sociales, desafiando la idea romántica de la maternidad con una mirada más real, más cruda y necesaria.
“Todo el mundo dice, ‘Ay, te embarazas’ y todos los procesos que viven muchas mujeres después de tener a sus hijos emocionales, hormonales y mentales no son vistos porque dicen ‘No, cómo una mamá va a estar mal después de tener un hijo, si es una bendición’”, reflexionó Fernanda, dejando al descubierto un discurso social que minimiza el impacto real de la maternidad. Para ella, el teatro es una forma de hacer visibles estas contradicciones.
La actriz consideró que el arte es un espacio para poner sobre la mesa aquello que “pasa en las familias y que todo el mundo se calla porque eso no me toca a mí y nos toca a todos”.
“De ahí mi necesidad de hacer una obra así y además me parece una obra bellísima y complejísima en el sentido como actor porque paralelamente junto con la obra eres parte de todo... Si uno toma una decisión, entramos todos, y somos lo que han sido las personas que están detrás de nosotros, por eso mi necesidad de hacerlo, porque creo mucho en eso”, reiteró la actriz.
La salud mental en México
Fernanda Castillo no duda cuando se trata de hablar de salud mental en México, un tema que considera urgente y muchas veces invisible.
“Hoy más que nunca es importante la salud mental y no nos damos cuenta lo cerca que está porque no queremos darnos cuenta, no es que estemos preparados o no, es que está ya aquí”, señaló.
Para ella, el arte tiene la fuerza de abrir los ojos, de sacudir lo que se da por hecho y llevar al espectador a lugares incómodos, pero necesarios. Lejos del discurso pesimista, Castillo lanza una afirmación poderosa: “La sociedad mexicana está más lista de lo que nos imaginamos” para hablar sobre estos temas.
“Necesitamos hacernos preguntas, si no nunca vamos a estar listos para para ser una sociedad que esté completamente despierta y el arte es la mejor herramienta para adentrarnos en nuestras emociones”, mencionó.
Agregó que “nuestros amigos y nuestras familias sufren problemas de salud mental y no sabemos cómo solucionarlo, más nos vale para estar lo más preparados lo más pronto posible”.
Fernanda Castillo deja una reflexión que trasciende el escenario y se instala en lo cotidiano: la importancia de cuidar nuestra salud mental y emocional como parte esencial de la vida.
“Para mí la terapia ha sido una herramienta brutal, es un espacio de canasta básica”, afirmó con la claridad de quien hizo del autoconocimiento una prioridad. Su apuesta es por abrir “nuevos canales de comunicación para que las mujeres de hoy puedan encontrar nuevos espacios donde sentirse más acompañadas todo el tiempo”, lejos del ruido de las redes sociales y más cerca de sí mismas.
“Intento rodearme de pues como de las mejores cosas que me hagan bien, tener más espacios esos para estar conectada con la vida y con el aquí y con el ahora”, puntualizó la introspección y el compromiso se entrelazan como actos de resistencia y esperanza. Porque, como bien lo demuestra con esta obra, sanar también puede empezar con una pregunta.