FICG 2025: Narrar sin concesiones, la filosofía cinematográfica del director de cine Michel Franco
Michel Franco ofreció una clase magistral en el FICG donde compartió su visión, inicios y el miedo como motor de su cine sin concesiones.

Michel Franco durante su clase magistral en el FICG, moderada por Óscar Uriel.
/Foto: Mariana López/La-Lista
Como sucede con los grandes maestros del cine que forjan su lenguaje sin pedir permiso —como Bergman, Fassbinder o Cassavetes—, Michel Franco ha labrado una obra que se resiste al molde y apuesta por la mirada personal, por esa pulsión incómoda que sacude al espectador. Así lo demostró en su clase magistral “Narrar sin concesiones: una mirada al trabajo de Michel Franco”, presentada en la edición 40 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), y moderada por el actor y productor Óscar Uriel.
Franco, que ha triunfado en festivales como Cannes y Huesca, compartió con el público no solo sus comienzos, sino también su formación autodidacta y el papel protagónico que juega el miedo en su proceso creativo. “Lo que más hambre me da es el miedo. El miedo a fracasar, a aburrirme, a no filmar, a estancarme”, confesó con esa mezcla de crudeza y lucidez que caracteriza tanto su cine como su discurso.
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¿Cómo inició en el cine Michel Franco?
“Todo se dio de manera natural. Pero eso no quiere decir que haya sido fácil”, dijo Franco, recordando su adolescencia marcada por un impulso de fuga. Su padre, fabricante de ropa en el Centro de la Ciudad de México, representaba un destino que él quería evitar. Y fue entonces, a los 15 años, cuando el cine le ofreció una vía de escape. Se obsesionó con autores como Woody Allen, los hermanos Coen, Martin Scorsese y Stanley Kubrick. “Fue más por las ganas de no convertirme en mi padre”, confesó.
Ese deseo de construir una vida distinta, sumado a una necesidad de expresión, lo llevó a filmar. Su cortometraje Entre dos, realizado en 2003, ganó el Gran Premio del Festival de Huesca y marcó el inicio de una carrera que, desde su ópera prima, ha sido reconocida en los circuitos más exigentes del cine mundial.
“No pensaba en premios ni en jurados”, relató. “Solo quería hacer las películas que me gustaría ver”.
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Michel Franco, un cineasta autodidacta
A pesar de que estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana, Franco se considera un autodidacta en el cine. “En la Ibero te dejaban tocar una cámara hasta el séptimo semestre, y yo tenía prisa”, recordó. A los 19 años se inscribió en un curso donde aprendió a exponer película, cortar negativo y usar la moviola. Esa urgencia lo llevó a filmar compulsivamente: durante la universidad rodó quince cortometrajes, de los cuales solo cinco, asegura, merecen ser vistos. “Los otros estaban tan mal que ni siquiera podían pegarse. Pero de esos errores aprendí más que de los cinco buenos”.
Michel también fue categórico: “Nadie te puede enseñar a hacer cine. Es una expresión personal, una voz que encuentras y moldeas”. Su aprendizaje vino de la práctica constante, del ensayo y error, de vivir en carne propia la vergüenza de mostrar algo que no funciona.
Aunque alguna vez soñó con estudiar cine formalmente, no se arrepiente de no haberlo hecho. “Si quieres ser director, ser asistente te ayuda muy poco”, dijo. “Tienes que lanzarte, equivocarte, escuchar críticas y seguir”.
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¿Cómo ve el cine y las series Michel Franco?
En tiempos donde las series dominan el consumo audiovisual, Michel Franco es claro: no quiere formar parte de ese modelo. “El cine es la visión de una persona; las series no lo son”, sentenció. Para él, el llamado writers’ room —donde se discuten ideas en grupo— le resulta “inconcebible”. Su forma de crear exige autonomía: “Yo necesito escribir mis historias, dirigirlas, producirlas”.
Con dureza, criticó las producciones que nacen de decisiones corporativas:
“Las porquerías de películas que estamos viendo hoy, que están fracasando con millones y millones de dólares, tienen que ver con que creen que se puede hacer una buena película juntando a ejecutivos en una oficina. De ahí salen barbaridades terribles, sin alma”.
Michel Franco cree en el cine como un acto radical de libertad, en el que la mirada individual debe prevalecer frente a las imposiciones del mercado. Su trayectoria y discurso reafirman que narrar sin concesiones no solo es una elección estética, sino una forma de resistir en un medio que muchas veces premia lo cómodo y predecible.