Sienna Miller: ‘Voy y tengo que negociar como si fuera un hombre’
Sienna Miller: "¡Me dicen: me encanta tu estilo!” Y yo pienso: “¿Ah, sí? ¿Y qué tal mis películas?" Foto: Taylor Jewell/Invision/AP

No hay excusas para llegar tarde en la era del Zoom, tal vez, pero hay que ser flexibles con Sienna Miller. La actriz de 39 años acaba de aparecer en This Morning, en donde se vio muy valiente al promover su nueva película Wander Darkly, en la que interpreta a una mujer que sobrevivió, o no, a un choque automovilístico. “¡Es algo muy difícil de describir!” Después corrió al baño para quitarse todo el maquillaje que se necesita para aparecer en TV. Y ahora está en su recamara, con su cara fresca, limpia, enmarcada con sus rizos rubios. “Como una persona normal, de nuevo”, dice alegremente. Sí, ¿cómo no?

Consideremos sus hábitos de confinamiento. Entre las horas de escuela en casa de su hija Marlowe, de ocho años, de su expareja Tom Sturridge, y grabar un thriller de seis partes para Netflix, Anatomy of a Scandal, se pone a ver Framing Britney Spears. Se identifica con el sentimiento público de esa asediada actriz. De hecho reconoce la cara de uno de los paparazzo que en algún momento la acechó y la molestó.

“Todos en esta cultura eran cómplices de lo que les pasaba a las chicas en esos días”, dice, con aire de incredulidad. “Definitivamente yo fui víctima de eso y no pude manejarlo. No creo que alguien pudiera. Se trataba de una agresión. Y creo que la reacción de muchas mujeres que se enfrentaban a esa clase de escrutinio era la desesperación. Vives en un estado perpetuo de ansiedad. Es como una vida de video juego, de cacería perpetua. Al ver el documental me veo a mí misma, en esos momentos en que ya no puede seguir porque no hay manera. Se trata de una agresión y eso da terror, y se pierde el control. Esa es su intención”.

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Miller podía haber hecho exactamente lo mismo. “Pude haber dejado de salir. O no ponerme la ropa que quisiera. Pude haber cambiado mi vida de alguna manera”. Y sonríe a sabiendas. “Mejor los llevé a la corte a todos”.

En 2008, demandó con éxito a varios tabloides, por medio de las leyes de derechos humanos que garantizan la privacidad. Tres años después, testificó en el interrogatorio de Leveson después de haber ganado 130 mil dólares en daños a News of the World, que intervino su correo de voz. Para prepararse tuvo que “sentarse en la mesa con abogados y fiscales para hablar de los aspectos terribles de Murdoch y de News of the World”. Una gran cantidad de emails le mostraban a Miller lo que los reporteros decían de ella en el períodico. “La forma horrible en la que hablaban de mí, de periodista a periodista. La falta de consideración de que se hablaba de un ser humano”.

Defenderse sola es parte de su naturaleza, dice. “Si alguien me arrincona, lucho por salirme. Era joven, y estaba bajo verdadero escrutinio en ese momento en el que los tabloides destruían. Yo no quería vivir así y luché con las leyes, y triunfé”.

Debido al furor extracurricular con el que ha vivido rodeada, a veces es fácil olvidar que es una actriz excepcional: no es melindrosa, es orgánica, es auténtica. Sus días de “fiestera” le dejaron una etiqueta injusta, al igual que su estatus como ícono de la moda. Le cuento a Miller que nunca me enteré que el estilo boho chic, botas Ugg, cinturones con hebilla, blusas campesinas, se atribuyen a ella. “Tal vez tienes botas Ugg, cinturones con hebilla y blusas campesinas en tu armario y no sabes por qué”, se ríe. “Y de nada”. Todavía la detienen en la calle personas que conocen más su estilo que con su trabajo. “Me dicen: ‘¡Me encanta tu estilo!’ Y pienso: ‘¿Y mis películas?’”

¿Qué con ellas? Miller recuerda papeles muy pequeños, como los de esposa en  Foxcatcher, American Sniper, y The Lost City of Z. Y tiene dos películas en las que interpreta a mujeres de la vida real que sufren con sus mentores. Fue Edie Sedwick, cuando Guy Pearce interpreta a Andy Warhol, en Factory Girl, y Tippi Hedren, bajo el ojo vidrioso de Toby Jones como Hitchcock, en el drama de la BBC, The Girl. “Creo que se valoró mi interpretación”, dice de Factory Girl, “pero el escándalo de todo lo demás era más fuerte. Era como si pensaran: “No puede ser buena y hacer todas estas otras cosas”.

Wander Darkly, su nueva película, se la pone complicada. Básicamente son Miller y Diego Luna,  que aparece como su compañero, examinando su relación desde una especie de limbo o purgatorio, y comentan recuerdos diferentes de los mismos sucesos. Predominan las imágenes de sueños. Uno o ambos podrían estar muertos. ¡A saber! Todo sería terroríficamente nebuloso y New Age sin Miller, que le da la fibra emocional necesaria.

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A nadie le sorprende más que a ella que todo saliera bien. “ Fue muy complicado y se necesitó de mucho trabajo de persuasión por parte del director para convencernos de que esto no iba a ser un desastre. Me sentía perdida, lo cual ayudaba al estado mental de mi personaje. Yo esperaba un milagro de la edición”.

Milagroso suena a exageración. La película verdaderamente te atrapa. El pasado y el presente son inseparables. En una escena el agua que corre por los pies de Miller se convierte en un océano. “Un miembro del staff echaba agua con una manguera hacia la cochera. Yo estaba descalza y el director me decía: ‘Esto se va a convertir en mar’. Y yo sólo veía al hombre con la manguera y me decía: ‘no hay forma, de que con el presupuesto que tenemos, de que esto funcione’. Se necesitó tanta confianza, y yo vacilaba. Tenía que haberme relajado más”.

¿Cuál era el problema? “Creo que estaba muy resentida porque tuve que aportar mucho, emocionalmente hablando. Pensaba: ‘Cielos, ¿que tal si estoy haciendo esto y sólo hay un hombre con una manguera afuera de una cochera?’” Ahora dice que todo valió la pena. “Me gusta la quietud de la película, y cómo interioriza, como si fuera una meditación de la pena. No sé cuántas películas se pueden mantener en este nivel  tanto tiempo”.

Ha sido muy activa en cuanto a que es necesaria la paridad de géneros ¿Sabe lo que le pagaron a su coestrella? “Puedo decirte que ni a Diego ni a mí nos pagaron mucho”, sonríe. “En una película independiente no trabajas por la paga”. Los estudios son otra cosa. “Cuando hay un estudio de por medio y la agenda es muy apretada, sabes que te presionarán mucho para el tour de prensa, y entonces creo que se debe compensar a las mujeres más que en el pasado. Antes nunca peleaba por eso porque estaba muy malditamente agradecida por estar trabajando”.

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¿Qué ha cambiado? “Verdaderamente todo comenzó con la comprensión individual del valor de uno, y yo he tenido problemas con eso”. Su confianza mejoró gracias al comportamiento de su coestrella en el thriller de 2019, 21 Bridges, el finado Chadwick Boseman. Cuando Boseman, que también era productor de la película, se enteró de que el estudio no iba a pagar a Miller lo que pedía, él le dio la diferencia. “Su generosidad me ayudó a valorarme de una manera increíble”, dice. “Fue totalmente anormal que alguien de Hollywood se comportara de esa manera. Pero eso fue algo que iba de acuerdo con la clase de hombre que era él”.

Muchos años antes, declinó participar en lo que sería su regreso a Broadway por una situación parecida.  En 2015 interpretó a Sally Bowles en Cabaret. La obra en cuestión era también diálogo sobre abuso sexual con el mismo peso para ambos actores. A ella le daban la mitad de la paga que le ofrecieron a su coestrella masculino.

El problema era la equidad, no la paga. “Les dije que no me importaba que la paga fuera a la mitad, siempre y cuando a ambos nos pagaran lo mismo. La obra era sobre abuso, así es que uno sabe que va a estar en una posición inferior, igual que el personaje femenino. Y sabía que los ensayos iban a ser agotadores. Sabía cómo me iba a sentir por interpretar a una mujer que era víctima de abuso sexual.  No había duda de que el actor tenía una gran audiencia,  pero tenía otra edad y otro género, así es que yo sabía que podía llevar gente también. Pero era el patriarcado rampante en acción nuevamente”.

¿Esperaba ella que se cumplieran sus exigencias? “En el fondo yo pensaba que si pisaba fuerte harían lo correcto, y no lo hicieron. Siguieron por su cuenta y yo me perdí una obra que realmente quería hacer, lo que es triste. Pero aprendí una lección. Tenía que empezar a hablar por mi misma y lo que gana uno como persona por actuar así”.

Ahora, cuando exige o lleva a cabo una negociación, se da cuenta de que algo curioso pasa en su psicología. “Hablé con mis agentes y mi abogada, todas mujeres, y dije: ‘Ok, voy a ir y negociar como si fuera hombre’. Tuve que ponerme en el papel de un hombre para hacerlo. Ese es otro producto del patriarcado en el que crecimos. Resulta deprimente que lo hayamos aceptado, junto con el acoso y la misoginia. Lo aceptamos porque así crecimos. Pero el mundo está cambiando”.

Es muy bueno escuchar todo esto, y llega con rezago, pero tal vez el ruido, aunque sea positivo puede quedar ahogado en el trabajo. Antes de despedirnos, le pregunto cuál es su mejor película. Sin dudarlo escoge American Woman, el drama de 2018 en donde aparece como madre de clase trabajadora que se aferra durante más de diez años a la desaparición de su hija. “Antes de hacerla sentía que tenía que escalar el Everest y rezaba para que se cayera”, dice. “Me llevaba hacia un territorio que no quería imaginar. Pero sucedió algo mágico, y todo lo que necesitaba me llegaba con el día a día”.

En la escena final de la película, Miller aparece de rodillas frente al bosque con una pequeña oruga en la espalda. ¿Qué es eso? “¡Metamorfósis!” dice alegremente. “Es una pequeña metáfora. Es lindo, no? Se trata de la idea de que está cambiando y que va a salir y va a tener una nueva vida”. Y está en lo correcto: es una linda imagen. Pero no creo que sigamos hablando de orugas.

Wander Darkly se estrena en plataformas digitales este 8 de marzo.

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