‘No debería sorprendernos que los niños sean radicales’: Naomi Klein
“Los activistas jóvenes realmente se oponen a la idea de que su trabajo es dar esperanza a las personas mayores”… Naomi Klein. Fotografía: Adrienne Grunwald / The Guardian

Cuando Naomi Klein recorrió América del Norte en 2019 para presentar su libro sobre el Green New Deal, ella y su asistente establecieron una conversación con Sunrise Movement, un grupo de activistas locales. Este grupo juvenil que trabaja por el clima se organizó para poner una mesa de peticiones y acciones para que las audiencias se convirtieran en activistas allí mismo. Cuando llegaron a Palo Alto, descubrieron que el contacto de Sunrise Movement con el que habían estado trabajando era alguien de 13 años, que había organizado todo en los tiempos libres entre clases.

Esta experiencia inspiró a Klein, que se inició en su activismo a los veintitantos con la biblia anticorporativa No Logo, a escribir su primer libro específico para niños. How to Change Everything. Este forma parte de una serie de libros que buscan movilizar a una nueva generación, junto con el libro iconoclasta Why Rebel  de Jay Griffiths y el del joven activista Hendrikus van Hensbergen, How You Can Save the Planet, un manual excelente y realista para adolescentes y preadolescentes.

Klein considera que su libro está lleno de “municiones para los activistas” y dice a sus lectores precoces, que cada vez son más, que hay tres fuegos en el mundo actual: el cambio climático, el creciente enojo, el miedo y los sentimientos antimigratorios, y la gente joven. Este tercer fuego nos puede salvar a todos. “Mientras más chispas tenga el fuego, el brillo será mayor”, escribe. “Te invito a sumar tu chispa”.

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En realidad, How to Change Everything no es necesariamente incendiario en tono sino una exposición detallada y calmada de la crisis del clima y de lo que podemos hacer. Los adultos también pueden encontrar aquí una herramienta útil para entender la importancia de la justicia climática o de las desventajas de la captura y almacenamiento de carbono.

Dada la sabiduría acumulada de 25 años de activismo, es tentador considerar a Klein, de 50 años, una figura materna de la ola más reciente. Pero con esto se implicaría que se volvió didacta o que no quiere aprender de los jóvenes. Desde su casa en Columbia Británica en Canadá, Klein nos cuenta que las redes sociales hacen “infinitamente más complicado” el activismo de los jóvenes que cuando ella experimentó el “éxito abrumador” de No Logo en 1999.

“Cuando veo a Alexandria Ocasio-Cortez y a Ilhan Omar y a todas esta nueva generación de líderes políticos, no entiendo cómo pueden lidiar con tanta información, positiva y negativa, y mantener su centro. Y lo hacen”. En parte, piensa, es porque los jóvenes líderes “se cuidan las espaldas”. Y cita el ejemplo de Disha Ravi, la activista de 22 años de Fridays for Future de India, que fue arrestada y acusada de sedición y conspiración criminal. “Una de las cosas más impresionantes fue la forma en que Fridays for Future se reunió globalmente en torno a ella”, dice Klein. “Tienen esta red internacional de niños y jóvenes verdaderamente increíble. Francamente, este internacionalismo deja mal parado al movimiento en favor del clima de los adultos”.

La visión de activismo de Klein cambió gracias a las palabras de otra joven activista, Tokata Iron Eyes, que sólo tenía trece años cuando se conocieron en Standing Rock en Dakota. “Siento que me regresaron el futuro”, dice Tokata, cuando su comunidad sioux ganó la primera batalla en contra del oleoducto que amenazaba su fuente de agua.

Esto es por lo que pelea la gente, su derecho al futuro”, dice Klein. “Y es un derecho verdadero. Y eso ha cambiado mucho de lo que escribo. Se trata del derecho a un futuro”.

Klein y todos los que tuvieron una infancia en la década de los 60, 70 y 80, crecieron con el terror de una guerra nuclear. Mucha gente, incluyendo la familia de Klein, protestaron en contra de las armas nucleares que amenazaban el futuro. ¿Los temores de nuestros jóvenes son diferentes? Los universitarios que tuvieron que ir a la guerra de Vietnam también sintieron  que su futuro inmediato estaba en peligro, dice Klein; sin embargo, considera que los jóvenes de hoy se sienten totalmente “desprotegidos”, no por los accidentes o errores, sino por el funcionamiento normal del sistema político y económico. “Yo crecí con el temor de una guerra nuclear, de que algo podía salir mal, de que alguien podría presionar un botón, y que todos estaríamos en peligro. Con la crisis del clima, el sistema literalmente sigue haciendo lo mismo que nos lleva al colapso. El sistema en sí mismo es un fracaso. El sistema necesita cambiarse. Y eso es el radicalismo”.

Otro jovencito que está haciendo que Klein se radicalice es su hijo de 8 años, Toma. “Me ha cambiado de muchas formas”, dice. “Cuestiona nuestro consumo. Le decimos el policía de la basura porque anda viendo que no se desperdicie nada. Y nos hace hacer composta”.

Hace cuatro años, Klein llevó a Toma a una gira de trabajo por Australia para que pudiera conocer las maravillas del arrecife de la Gran Barrera. Su visita coincidió con el blanqueamiento del arrecife, que muere a causa del calentamiento global. “Sentí una mezcla de alegría y dolor”, escribió Klein, “porque me di cuenta que él estaba descubriendo la belleza del mundo cuando se está acabando”.

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Klein esconde su realidad brutal de su hijo pero últimamente ya no ha podido esconder la crisis del clima. El otoño pasado, la escuela de Toma abrió a la mitad de la pandemia cuando la zona estaba cubierta por el humo de los incendios forestales. “Así es que los maestros se enfrentaron al dilema: ¿abrimos las ventanas para que circule el aire por el Covid? o ¿cerramos las ventanas para proteger a los niños del humo que les puede causar asma? En su primer día de clases los niños escucharon a los adultos hablar de eso. Entonces no debe sorprendernos que se radicalicen”.

A algunos padres les preocupa cómo explicar la crisis ambiental a los niños. Una guía sugiere que las enfermedades del planeta no deberían enseñarse a los niños de menos de 10 años. Mis hijos de 7 y 9 años lloran desconsolados con los documentales de David Attenborough, y Klein dice que no se los pone a su hijo.

“En un mundo ideal, tendríamos que esperar a los 10 años”, dice Klein. “Pero la realidad es que en ocasiones no podemos protegerlos porque el cambio climático es real y está afectando a nuestras comunidades”. Con Toma ha tratado de hablar sobre la contaminación en una escala que pueda manejar: “Sentamos los principios de que nuestros actos tienen consecuencias. Y considero que mi papel es hacer que conecte con el mundo natural, para que sepa qué es lo que tiene que proteger y que cualquier cosa que haga venga de un lugar de amor, y no de miedo”. También lo llevó a una actividad local, que tuvo éxito, para que no se construyera una estación de energía impulsada con gas. “Trato de protegerlo de la desesperanza. Tenemos que crearles la sensación de que pueden cambiar el mundo, o los perderemos frente al nihilismo y la desesperanza·, dice. Pero también reconoce que es un “privilegio” ser protector. “Mucha gente en este planeta no tiene la opción porque reciben el impacto directamente. Piensen en cuántos niños han tenido que migrar a causa de los huracanes que destruyeron sus casas en Centroamérica”.

El activismo puede ser muy joven en la actualidad, pero gente de más edad, ha visto varias generaciones de jóvenes que fracasan y no logran hacer mella en el capitalismo. ¿Qué pueden hacer los jóvenes para cambiar eso? No digo que tengan que hacerlo solos”, dice Klein. “Necesitamos un movimiento masivo intergeneracional. Los jóvenes activistas se oponen a la idea de que su trabajo es darle esperanza a los mayores. El hecho de que sacrifiquen tanto en su infancia haciendo lo que no tendrían que estar haciendo debería ser una razón más para que las generaciones de adultos hagan más para quitarles el liderazgo”.

Greta Thunberg obviamente aparece en How to Change Everything. “En muchos aspectos considero que es la Estrella del Norte, porque no le impresionan las palabras”, dice Klein. “Ahora que Trump está fuera, hay muchos políticos que dicen lo correcto. Pero pienso en Greta y ‘suficiente con el bla, bla, bla,’ como dijo en Davos. Está bien, muéstrenme el carbón, o la falta de él”.

También hay mucho bla, bla, bla sobre cómo la pandemia del coronavirus cambiará todo. Siendo pesimista considero que ha hundido el movimiento juvenil en favor del clima, así como el 9/11 opacó las protestas en contra de la globalización de las corporaciones, pero Klein está segura de que el movimiento regresará, “con mucha fuerza y probablemente con algunas tácticas sorpresivas en las que no hemos pensado”.

Lo que ha cambiado la pandemia, dice Klein, es nuestra comprensión de cómo responder a una emergencia. Cuando los movimientos de jóvenes hablaban de tratar como emergencia el cambio climático, los gobiernos respondieron muy amablemente pero sin prisas. “La gran diferencia post Covid es que ahora sabemos lo que significa tratar las emergencias como emergencias. Todos vimos que nuestros gobiernos lo hicieron. Pueden cambiar las cosas dramáticamente de un día para otro. Eso no es algo que hubiéramos visto los que nacimos después de la segunda guerra mundial. Nuestras expectativas y nuestra capacidad para diferenciar entre sólo palabras y cambio verdadero están al máximo. Y la presión será aún mayor para los líderes políticos”.

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How to Change Everything de Naomi Klein está en Penguin Random House.

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