Eufrosina Cruz tenía 12 años tomó la decisión de decir no. Esa negativa no era solo ponerse en contra de su padre, también fue romper el ciclo de lo cotidiano en su comunidad y tomar en sus manos la responsabilidad de su vida.

Fue a esa edad, en la que aún no era ni adolescente, cuando dejó su hogar. Caminó por 12 horas para perseguir su sueño, uno que muchos años más tarde la llevó a reformar la Constitución de México.

Pasaron más de 30 años desde que esa niña dejó Quiegolani, en el estado de Oaxaca, sosteniendo una cajita con “un chingo de sueños”. Desde ese “no” la activista logró cosas, como garantizar la participación de las mujeres indígenas en las elecciones y que se respete a las niñas para no obligarlas a casarse porque es la tradición en su pueblo.

Eufrosina Cruz publicó Los sueños de la niña de la montaña, autobiografía en la que narró su vida y sus metas, así como lo mucho que se esforzó para destacar en un mundo donde hay dolor, abuso y discriminación por ser mujer e indígena.

En entrevista para La-Lista comentó que con su libro quiso decirle a otras niñas sepan que hay otras posibilidades a pesar de sus circunstancias, que se atrevan a rebelarse, cuestionarse y decir lo que ellas quieran.

Ver esta publicación en Instagram

Una publicación compartida de Eufrosina Cruz Mendoza (@eufrosinacruz)

La-Lista (L-L): ¿Cómo surgió el concepto del libro Los sueños de la niña de la montaña?

Eufrosina Cruz (EC): Surgió a partir de las adversidades que me querían marcar. El ver que todos los días tenías que levantarte con mamá a las 3:00 horas y ser la última en dormir; el que la cotidianidad te decía que tenías que cumplir un proceso de casarte a los 12, 13, 14 o 15 años para repetir la historia de mamá, la abuela o la tía y que ese era tu destino.

En Los sueños de la niña de la montaña recuerdo cuando el maestro Joaquín llegó al pueblo (uno donde no había luz, una carretera, y el salón tenía el piso de tierra) para enseñarme que había otras posibilidades aparte de la cotidianidad del pueblo y podía aspirar a tener un cuarto bonito, como el de él mismo.

L-L: En la década de los 80 estaba muy fuerte esta práctica de comprometer a las mujeres a muy corta edad, ¿cómo estaba conformado su salón de clases y cuántas podían continuar sus estudios?

EC: Eso sigue sucediendo en nuestro país y parte del objetivo de este libro es que ya no suceda. En mis tiempos habían niñas, compañeras mías, que hoy son mamás o algunas abuelas. Yo tengo un hijo de 8 años porque yo lo decidí, pero muchas de ellas no tuvieron otras posibilidades aparte de lo que les habían dicho que debían hacer.

Al ser la primera en educarse en mi entorno, en mi familia, imagina cuántas no se quedaron ahí. Pero hoy puedo contar otra historia de las hijas de ellas (mis compañeras); están estudiando, hay dos prepas en el pueblo, algunas van a ser ingenieras, arquitectas, maestras y doctoras.

Creo que sirvió esta historia de rebeldía, de romper ese paradigma de los 70, 80, 90 e incluso lo que sucede hoy con las niñas de guerrero.

Eufrosina Cruz: Mi sueño es que nunca más una niña se tenga que casar a los 12 años - 3H3A0767-1280x853
La política y activista Eufrosina Cruz se rebeló contra la cotidianidad de su pueblo a los 12 años. Foto: Arafat Tagle / La-Lista

L-L: Ya mencionó uno de los objetivos de este libro, ¿pero qué otros objetivos tiene y cuál es ahora el sueño de Eufrosina Cruz?

EC: El sueño de Eufrosina Cruz sigue siendo que en este país, en esta sociedad, nunca más una niña se tenga que casar a los 12 años. Que no digan que es la normalidad o la cotidianidad; que mucho menos digan que es costumbre porque eso no puede ser costumbre, se llama violencia, trata, abuso. Por eso es tan importante esta terquedad y rebeldía de esta niña.

Mi mayor sueño es que este libro llegue a manos de esas niñas que a lo mejor están viviendo esa circunstancia y que se pregunten “¿Qué hago? Yo no me quiero casar”; decirles que se atrevan a rebelarse, cuestionarse y decir que no quieren casarse.

Que sepan que hay otras posibilidades a pesar de que su circunstancia le dice que no, sí la hay. Con el hambre del sueño, con el hambre de esa conciencia de libertad que quiere construir, sí se puede lograr.

L-L: ¿Fue difícil meterse en todas estas páginas de su historia?

EC: Por supuesto, tardé poco más de dos años. Escribir tu historia es muy difícil no solamente porque revives dolor, soledad o frustración; también revives felicidad, retos, desafíos.

No es fácil contar tu historia, te preguntas “qué chingados voy a poner ahí”, pero de repente me di cuenta que era necesario hacerlo porque mi historia es la de miles de mujeres en este país.

Ojalá hubiera tenido unas páginas como las que escribí con el alma y el corazón, me hubieran servido cuando la circunstancia me decía que estaba loca, qué chingados vas a hacer, eso es imposible, no es para ti, no lo mereces; cuando la circunstancia me decía mira lo que estás haciendo, estás dividiendo una comunidad.

Esas palabras de aliento y de fortaleza a lo mejor me llegaron poquito a poquito. Ojalá hubiera tenido un libro como Los sueños de la niña de la montaña que me hubiera dicho que no era cierto lo que me estaban diciendo, que a pesar de lo doloroso que puede ser esa construcción de sueños, no era imposible.

Por eso para mí significaba mucho hacerlo y plasmarlo, además que sirvió un poquito como catarsis, sanación y perdón a muchos personajes que salen en mi libro.

Eufrosina Cruz: Mi sueño es que nunca más una niña se tenga que casar a los 12 años - 3H3A0771-1280x853

L-L: Ahondando en los momentos de su vida, ¿qué representó la fundación de la asociación civil QUIEGO?

EC: Significa la apertura y la visibilidad del rostro de las mujeres de Quiegolani, mía y de los chavos, porque al final del día los que construimos QUIEGO AC fue un grupo de chavos, rebeldes, locos y que fuimos señalados.

Gracias a QUIEGO AC, cuyas siglas significan Queremos Unir Integrando por Equidad y Género en Oaxaca, tenemos equidad de género y no es solamente así de “soy mujer, me lo merezco”, sino que todas y todes estemos en este caminar para lograr la igualdad en nuestra sociedad.

L-L: En un momento de su lucha muchos hombres de su comunidad lo que pensaban es que querían quitarles sus puestos. ¿Cómo enfrentar esos pensamientos y que se entienda que lo que se busca es equidad?

EC: En el proceso del libro entendí muchas cosas, como que ellos no eran responsables de muchas cosas que la cotidianidad les había dicho. Es también ayudarles a romper paradigmas, decirles no es malo que tu hija vaya a la cancha, que estudie o forme parte del cabildo municipal, no te hace más ni menos.

Eufrosina Cruz: Mi sueño es que nunca más una niña se tenga que casar a los 12 años - 3H3A0774-853x1280
Los sueños de la niña de la montaña fue publicado por la editorial Penguin Random House. Foto: Arafat Tagle / La-Lista

Hoy te puedo decir que la mitad del cabildo de Quiegolani está conformado por mujeres y la otra mitad por hombres, pero también que esas personas que me gritaron, cuestionaron e insultaron hoy me quieren y yo los quiero porque ambos entendimos que nadie quería quitarle el puesto a nadie, sino queríamos complementar lo que ya estaba presente, pero ya con nuestro rostro y voz.

Nos decían que nuestra voz siempre estuvo porque sus esposas les comentaban lo que debían decir en la asamblea, pero nosotras queríamos decirlo y hoy vemos en las asambleas a las mujeres y hombres participando. El mensaje de esta lucha es no verlos como los enemigos, sino como una posibilidad contundente para construir la igualdad y equidad.

L-L: A partir de este trato con las personas, la apertura de escuelas y que mujeres estén en estudios universitarios, ¿qué mensaje le diría a esa niña de la montaña?

Que todo es posible a pesar de lo adverso. Imagínense esa niña que era yo a los 8 o 12 años, que nunca pudo tener una muñeca e iba al rancho con su leño, y que en 2014 estaba en la máxima tribuna de su país cambiando la Constitución, cuando nos habían dicho que las mujeres no merecíamos estar en esos espacios.

Esta niña le estaba diciendo a México y su sociedad que no es grupo vulnerable, porque entendió que la palabra vulnerabilidad representa que todo el tiempo otros deben decidir por ti y esa niña dijo: “No, yo no quiero que piensen, razonen ni mucho menos decidan por mí; yo quiero decidir para poder cometer mis errores o éxitos, para que pueda asumir mis responsabilidades y consecuencias de mis decisiones”.

En 2014 estaba ahí, cuando la mesa directiva decía que por unanimidad estaba cambiando un párrafo al artículo 2 de la Constitución; ese es el gran mensaje. Esa niña que estudió en piso de tierra, salió de su comunidad y dijo “papá, no me quiero casar”, que arrebató a las circunstancias su educación para terminar su carrera, se convirtió en contadora pública con una maestría y Premio Nacional de la Juventud, pero con lucha y constancia, trabajar y trabajar, porque nada sucede por arte de magia, pero siempre con el hambre de su sueño.

El otro gran mensaje que le puedo decir no solo a estas niñas, sino a la sociedad y al gobierno es que tienen que aprender a vernos con los ojos correctos y dejar de hacer políticas públicas como (si fuéramos) grupos vulnerables o ciudadanos de segunda, somos capaces de pensar y razonar, pero lo único que buscamos es una oportunidad.

Síguenos en

Google News
Flipboard