‘La naturaleza está herida’: Gojira, la banda metalera que confronta el cambio climático ‘La naturaleza está herida’: Gojira, la banda metalera que confronta el cambio climático
Gojira (desde la izquierda): Mario Duplantier, Joe Duplantier, Christian Andreu, Jean-Michel Labadie. Fotografía: Gabrielle Duplantier

Joe y Mario Duplantier crecieron en un tranquilo idilio, lo que podría ser sorprendente hablando de dos de los metaleros que más alteran a las masas. Hijos de un artista de sketches y una maestra de yoga, los hermanos crecieron en Ondres, una comuna remota en la costa oeste de Francia. Su casa era tan rural que, cuando los visitó un periodista, la comparó con un una “ermita”. Siempre sonaba música, desde folk hasta Mike Oldfield; sólo se detenía cuando poetas y pintores pasaban la noche ahí y los hijos escuchaban a los adultos discutir sobre filosofías internacionales.

Ambos solían pasar el tiempo en la playa. Joe recolectaba madera y piedras, y cuando volvía a casa tenía las manos negras por el crudo de petróleo. Mario, mientras tanto, arrastraba bolsas de plástico con su rostro cuando salía a surfear. Así se rompía la serenidad de una infancia como de cuento de hadas. “Todo el tiempo nos enfrentábamos a las heridas de la naturaleza, y eso también nos hería a nosotros”, dice Joe, el hermano mayor.

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Los Duplantier vocalizan ese dolor en Gojira, un cuarteto de extreme metal adorado no sólo por su calidad musical, rampante e intrincada, sino también por sus protestas ambientalistas. “The greatest miracle is burning to the ground” (El milagro más grande muere incendiado), grita Joe en “Amazonia”. Un sencillo de su nuevo álbum, Fortitude, es como un monstruo estriado que se lamenta por la destrucción del bosque tropical. (Todos los ingresos de esta canción se donarán a una organización que ayuda a las tribus que sufren por la deforestación).

Joe dice que, entre las imágenes tétricas, Gojira quiere que Fortitude “exprese algo que empodere a las personas y las inspire”. Dice que es un llamado a la “desobediencia civil”, diseñado para motivar la acción de la audiencia. El himno “Into the Storm” podría ser la banda sonora de una revolución con sus letras contraculturales (“You’re awake now! Put your fist in the air!” o “¡Ya estás despierto! ¡Pon el puño en alto!”), y las percusiones marchantes de Mario, mientras que “Born for One Thing” nos ruega a levantar la mirada de nuestros teléfonos para observar las heridas del mundo. “¿Quienes somos para decir que vale la pena continuar con la humanidad?”, pregunta el vocalista. “Creo que nuestra configuración por default es tener esperanza en el futuro. Elegimos participar con la energía que busca ser exitosa, si todo el mundo dice: ‘No lo vamos a lograr’, entonces, ¡no lo vamos a lograr!”

A pesar de haber crecido rodeados de creatividad, Joe y Mario no fueron educados para ser los siguientes visionarios sociopolíticos del metal. El rock pesado era el único género que sus padres no ponían en la radio. No fue sino hasta que el primo de los hermanos “obligó” a Joe a escuchar a Metallica que todo hizo click. Mario, quien entonces tenía 12 años, también se enganchó: “Tan solo con las vibraciones, el tono, las percusiones, fue místico”.

Joe añade: “Creo que el metal atrae a personas sensibles. Yo nací sensible, me hacían bullying en la escuela, odiaba a los humanos. Los temas son muy emotivos, y hay un aspecto traumatizado que me atrae”.

La furia energizó a los hermanos para emular a sus héroes. Joe tomó la guitarra y se convirtió en un cantante. “Para mí, nunca se trató de predicar o tener un mensaje”, dice. “Es música que sale de las entrañas. Yo grito frente al micrófono. Los gritos hicieron salir a las palabras importantes. No voy a gritar sobre la última pizza que comí”. Mario, que de joven era extrovertido y energético, se enamoró de la batería. “Todos mis amigos de la escuela jugaban rugby, pero a mí no me gustaba; la batería era mi rugby. Era mi forma de expresarme con el cuerpo”, dice.

Gojira se formó en 1996, cuando los hermanos publicaron un anuncio buscando músicos inspirados en la banda Death. Por este medio llegó el segundo guitarrista, Christian Andreu; y más tarde llegó el bajista, Jean-Michel Labadie. Los cuatro decidieron nombrarse Godzilla, porque no hay nada más metanero que un kaiju escupefuego, antes de optar por la palabra en japonés.

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Ellos publicaron independientemente su álbum debut, Terra Incognita, en 2001. Moldeado por las conversaciones que los Duplantier escuchaban de pequeños, su título alude a la mitología hindú, específicamente el lugar desconocido donde Brahma escondió la divinidad de la humanidad después del abuso de sus poderes. Su sucesor de 2003, The Link, era similarmente metafísico, preguntándose por la resurrección, meditación e ilustración mediante el sufrimiento.

La música era más espiritual al principio”, dice Mario. “Había muchas metáforas e imágenes (filosóficas). Cuando estrenamos From Mars to Sirius en 2005, nos mantuvimos poéticos, pero una canción como “Global Warming” fue verdaderamente importante para nuestro mensaje ambiental”.

Con su narrativa de ciencia ficción sobre la humanidad agotando los recursos de la Tierra y buscando otro hogar, From Mars to Sirius fue la primera entrega relacionada con el cambio climático de Gojira, además de su primer éxito internacional. Muestra una versión audaz del death metal balanceado con pesos pesados como “Backbone” (que se mantiene como una de las canciones más pesadas jamás compuestas) con épicas espaciales, construidas sobre el tapeo de las guitarras y pasajes vocales serenos.

“¡Estábamos listos para conquistar el mundo!”, exclama Joe. “Teníamos mucha energía y no estábamos asustados, ni cansados o aburridos. Después de diez años de trabajo duro, estábamos encendidos, tan listos y hambrientos por conocer nuevas audiencias”.

Esa ira fluía a través de The Way of All Flesh y L’Enfant Sauvage, que refinaron el sonido abrasivo de Gojira. La banda solía dar giras frecuentes por Estados Unidos y Europa, y perfeccionan meticulosamente sus conciertos al mirar videos de sí mismos todas las noches, “es algo que todos los músicos tienen que hacer”, dice Mario.

Ese estilo de vida implacable le dio forma al sexto álbum, Magma, en 2015. “Cuando eres músico, las giras son el 90% de tu vida”, dice el baterista. “Pasaste semanas gritando todas las noches y tu cuerpo batalla para volver a la normalidad. Es el mejor trabajo del mundo y también el más doloroso. Eso tiene un impacto enorme sobre la forma en que escribes. No puedes tocar con locura, violencia y velocidad para siempre”.

Las canciones se volvieron más simples, cada una construida en torno a uno o dos riffs. Las estructuras de verso-coro-verso-coro se volvieron más prevalentes y el potencial delicado de la voz de Joe ganó más énfasis, construyendo una atmósfera meditativa. Ese tono se consolidó aún más cuando falleció la madre de los Duplantier, Patricia Rosa, en julio de ese año. “No todas las canciones de Magma llegaron después del fallecimiento de nuestra madre, pero nos afectó profundamente, por supuesto”, dice Joe. “Fue muy pesado para nuestros corazones y mentes, espiritualmente. Sucedió exactamente mientras escribíamos canciones, entonces ¿cómo lo evitas? Es imposible. Está en todo el álbum”.

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“Nuestra madre siempre decía: ‘La muerte es parte de la vida. Tienen que aceptarlo’ “, dice Mario. “Hablar sobre la muerte no era un problema. Cuando éramos niños, siempre pensaba que podría ser una discusión interesante. Naces y mueres; es el círculo de la vida. Entonces, como niño, realmente no comprendía cuando alguien lloraba y se vestía de negro por el fallecimiento de otra persona”.

Como resultado, Magma no es un canto fúnebre, sino una investigación sobre lo que hay más allá de la muerte. La canción inicial, “The Shooting Star”, le da indicaciones a Patricia para llegar al más allá entre las constelaciones: “Between the bear and the escorpión, you’re getting close” (Entre la osa y el escorpión te acercas cada vez más). La canción que le da el título al álbum menciona la reencarnación y el clímax; “Low Lands” ruega por sus conocimientos de lo que yace más allá de la tumba.

El post-metal reflexivo de Gojira ganó dos nominaciones al Grammy, y le abrieron a sus ídolos, Metallica, durante una gira. No obstante, tan orgullosos como están por el álbum que rindió tales frutos, Fortitude: es un retroceso intencional. Mantiene la atractiva sencillez de Magma, pero se decide por una mentalidad más motivadora. “Magma era íntimo, un asunto interno, mientras que Fortitude es algo exterior: más extrovertido, rudo y político”, dice Joe.

También es una oda a las infancias artísticas de los Duplantier, pues explora más allá del trauma de la crisis climática. “Born for One Thing” hacía referencia a las filosofías tailandesas y tibetanas; el motivador coro de “The Chant” es tan folk como es metal; y “The Trails”es como un pop progresivo acechador, algo que puedes escuchar en el auto de camino a casa. “Nos divertíamos mucho cuando nuestros padres escuchaban a The Beatles y Pink Floyd”, dice Mario. “Siempre quise añadir algunos de esos elementos”.

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Representando al metal en su mejor momento, más ecléctico y moralmente astuto, Fortitude merece regresar a Gojira al megaestrellato, pero la banda ve su futuro con emoción y cinismo. “Quiero que seamos relevantes por mucho tiempo, pero también deseo lo contrario”, dice Joe. “Aquí hablamos de los grandes problemas. Tienen que resolverse”.

Fortitude se encuentra disponible a través de Roadrunner Records.

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