¿Alguien piensa en el embarazo adolescente antes de embarazarse?
'El promedio mundial es de 41 embarazos por cada mil adolescentes, pero en México es de 71 embarazos adolescentes por cada mil'. Ilustración: La-Lista

El embarazo adolescente se considera un problema poblacional y de salud que pone en riesgo el proyecto de vida de las niñas, adolescentes y mujeres. Existen cifras, programas e información que atienden este problema, sin embargo, las niñas, adolescentes y mujeres, antes de convertirse en una cifra que alerte el aumento del embarazo adolescente, viven este tema desde el abandono y el desconocimiento.

La-Lista acudió a una escuela particular en Ecatepec, Estado de México, para platicar con siete adolescentes entre los 16 y los 18 años para conocer su experiencia en el tema del embarazo adolescente, la educación y la forma en la que socializan el problema desde su experiencia. Escuchar sus voces es un reflejo de contextos donde el problema está visibilizado, pero requiere de mucha más atención.

Olga, de 18 años, señala que desde la primaria escuchó sobre el tema de la educación sexual, pero apunta: “es un tema que les interesa tocar, pero les interesa tocarlo muy superficialmente”. Piensa que el tema es confuso, “no está acostumbrada la gente que se hable de ese tema o hay muchos tabúes, o hay burlas, o ‘ay, cómo creen que a mi hijo van a andarlo llenando con sus ideas’, sólo sabemos que hombre malo, o relaciones sexuales malas o tener novio…”

Para Carolina socializar la información con su papá y mamá es diferente. Dice que para su papá es “su princesa” y aunque hablan de todo, ese tema es complicado. Con su mamá es más abierta y le cuenta todo, “de pe a pa”, dice. Esos temas su mamá se los toma muy en serio.

Cuando tuvo su primer novio, quiso que estuviera informada por si quería iniciar su vida sexual. Su madre quería que ella tuviera información y herramientas, y que lo que hiciera, lo hiciera cuidándose y procurándose.

En casa de Raquel sucedió diferente. La información llegó de “poquito a poquito” con las cosas que podían pasar, pero lo que más recuerda es que cuando estaba en la secundaria le dijeron: “que no había problema, que en cualquier momento llegaría a pasar, que llegaría a tener mis relaciones sexuales o así, que no iba a haber problemas si yo llegaba a salir embarazada porque pues no era como para marcarte o discriminarte de algún motivo, sino que iban a buscar la manera de apoyarnos”.

En México el embarazo adolescente se considera un problema poblacional y que amplía las brechas de género. La Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente (Enapea) señala que “se trata de un tema de proyecto de vida, de educación, de salud, pero sobre todo de respeto a sus derechos humanos, a su libertad y a su desarrollo como personas”.

De 1990 a 2016 el Consejo Nacional de Población (Conapo) registró un aumento en los últimos 26 años en los nacimientos de niñas y adolescentes de 10 a 14 años. Por otra parte, el Inegi reportó que para 2021 el 15.3 % de los nacimientos totales corresponde a niñas, adolescentes y mujeres entre 15 y 19 años.

Los datos de población señalan una disminución importante en el registro de nacimientos que coincide con el periodo de la pandemia de Covid-19.

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Se educa desde la diferencia

Raquel se expresa sobre la diferencia que hay en la recepción del tema entre los varones y las niñas, porque con “los niños nunca pueden hablar de algo porque se ríen de todo”, mientras a las niñas les hablan de menstruación y para ellas es “un poco más serio”.

Olga piensa que fue suficiente la formación y recuerda que en los talleres sobre sexualidad podían abordar el tema del embarazo adolescente, eran talleres aparte de la escuela. También señala que el personal que se los impartió era gente joven que daba seguridad, pero en el ambiente educativo, coincide con Raquel, resalta que los niños se distraían, “no les importaba, lo tomaban más como una burla o como algo que daba mucho miedo y no se debía hablar”.

Olga es muy participativa en el diálogo, se muestra como una mujer bien informada y crítica. Ella comparte que siente que hay tres maneras en las que la información se les hace llegar. Una forma resulta paternalista y hasta condescendiente, la segunda en un tono de enojo y la tercera es responsabilizándolas, por ejemplo: “tú tienes que ser la voz de la razón”, y argumenta: “es más fácil cargarle la responsabilidad a la niña porque no se ríe en las pláticas de sexualidad, porque muestran más atención, (a las niñas) las tienen como más asustadas con ese tema”.

Gabriela Rivera, oficial nacional de salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas explica que el embarazo adolescente “se sigue viendo como un problema que es de las mujeres y los hombres no lo toman con seriedad”, y añade “lo que nos han dicho algunas personas que trabajan con masculinidades, con impulsar que los hombres se involucren más en el cuidado de la salud sexual y reproductiva, en la prevención del embarazo, en el combate a la violencia, nos dicen que generalmente es mucho más efectivo que un hombre le hable a otro hombre, más que una mujer le hable a un hombre porque cuando es un mensaje que lo emite la mujer, el hombre se pone a la defensiva o no lo toma tan en serio”.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) tiene disponible para México la Cartilla de derechos sexuales de adolescentes y jóvenes (2016). El documento tiene el objetivo de dar a conocer la importancia del reconocimiento y ejercicio de los Derechos Humanos relacionado con la sexualidad de la población juvenil del país.

La cartilla expresa 14 derechos, todos explicados y sujetos a un marco jurídico vigente en los que se describen derechos como: el derecho a decidir de forma libre; el derecho a ejercer y disfrutar plenamente la sexualidad; el derecho a manifestar públicamente los afectos; el derecho a decidir libremente con quién relacionarnos afectiva, erótica y socialmente; el derecho a decidir de manera libre e informada sobra la vida reproductiva o el derecho a la información actualizada, veraz, completa, científica y laica sobre sexualidad.

Pero las mujeres jóvenes y adolescentes con las que charló La-Lista desconocen la existencia del documento y aunque reconocen algunos puntos de la información, nunca han tenido acceso a la cartilla.

Tener la información no cambia su realidad

La letra en los papeles es diferente a la práctica. Olga señala que “hay muchos espacios grises en la información. Te dicen cómo usar un condón, pero pocas veces te dicen cómo usarlo correctamente. Te dicen que hay tantos métodos anticonceptivos, pero no te dicen dónde están disponibles o las consecuencias reales que pueden llegar a tener”.

Las mujeres adolescentes reconocieron contar con información sobre métodos anticonceptivos, reconocen también que podrían adquirirlos en una farmacia o de forma gratuita en un centro de salud, sin embargo, ninguna se ha atrevido a vivir la experiencia por pena o vergüenza.

La oficial Gabriela Rivera reconoce que los adolescentes muchas veces no reciben la información completa aunque “las encuestas muestran que sí hay un conocimiento alto” del tema, sin embargo, no hay formación práctica o, por ejemplo, no se les enseña a las mujeres jóvenes en la práctica la forma correcta de colocar un condón, la forma de negociar que los varones lo usen o que las empoderen en la práctica.

Pero en las clases, los talleres y los programas no termina la información. Todas las participantes tienen cuenta de TikTok y esa ha resultado una manera de acceder a información. No la devoran toda sin cuestionamiento, apelan a revisar las fuentes y comparar información antes de tomar una postura.

En la confrontación de información no sólo están las redes sociales, también fuentes como la literatura, las películas y las series plantean un panorama confuso. Al mismo tiempo, para las mujeres existe la presión de dos tipos: la primera, a mantenerse virgen hasta tomar la decisión de iniciar una familia o de empezar su vida sexual en la etapa de la adolescencia. Los hombres “quieren una mujer que no haya tenido vida sexual activa antes de casarse con ellos, les gustaría ser el único, pero también a ellos les gustaría haber experimentado con más personas. Es un poquito ilógico”, explicó a La Lista Carolina.

Los esfuerzos no han quedado en la formación en las aulas, la especialista nacional en salud reproductiva comparte que se han hecho alianzas con las tiendas Oxxo o el Sistema de Transporte Colectivo Metro para poner códigos QR que dan acceso a materiales para que la población pueda informarse.

La educación no combate los discursos machistas

También hablamos de fertilidad. Olga narró que ella sí ha escuchado que le hablan a los varones sobre la responsabilidad de la fertilidad, pero la postura frente al tema “es que se enojan”, dicen por ejemplo: “¿por qué yo tengo que hacer esto? Porque si a mí me concierne también, ¿no puedo decidir también sobre el cuerpo de la mujer?”.

Cuando Olga se refiere a estos comentarios, dice que los hacen los varones más jóvenes, pero decidir sobre el cuerpo de la mujer sólo es un tema, existen otros temas que socializan los varones como “el aborto masculino”.

Olga lo explica: el aborto masculino “es la postura que tienen ciertos hombres de que un aborto también puede ser masculino, que la mujer puede decidir tener al bebé, que es suyo biológicamente, pero que ellos pueden deslindarse de toda responsabilidad porque ‘yo también tengo derecho al aborto’”. Miriam también ofrece otra mirada: “(Dicen) si es mi hijo también, entonces yo puedo decidir si también quiero que abortes o no lo abortes”.

La especialista Gabriela Rivera de Naciones Unidas explica que el “aborto masculino” como concepto podría pensarse como un concepto nuevo, pero que la práctica no es nueva y que ha pasado por muchas generaciones. Ella lo denomina como “otra forma de machismo” y de “contraatacar desde el machismo a los discursos del feminismo, de los derechos de las mujeres y de la autonomía corporal”.

No se puede pasar por alto, también, la consideración que un embarazo adolescente o en edad joven es una alternativa para independizarse o emanciparse. Las jóvenes adolescentes relatan la historia de una chica que se embarazó para no cuidar a sus hermanos y que ahora ella se encuentra feliz.

Esto tampoco es una nueva problemática. La oficial de Naciones Unidas expresa que les preocupa que niñas muy jóvenes deseen estar embarazadas. Entonces habla de la falta de opciones, cuestiones culturales, presión o que están vinculadas con deseos, ideas o al amor romántico. También sucede en ambientes donde la responsabilidad de los trabajos de cuidados le corresponde a las niñas o en contextos precarizados. “Hemos visto entornos donde lo que nos dicen es ‘pues sí, quiero tener a mi hijito porque es lo único mío, va a ser lo único mío mío’”, relata.

Más allá de los planes y programas de educación sexual y en prevención del embarazo adolescente, lo que sucede en los contextos particulares y la mediación que se hace de la información puede tener resultados diversos y complejos.

Para las mujeres adolescentes con las que se sostuvo el encuentro la educación debería ser más participativa para los varones. Piensan que por ejemplo “el tema de la menstruación tiene que ser para ambos” y dejar de considerarse como un tabú.

La menstruación no es el único tema que ha quedado pendiente. A pesar que se puede pensar que el feminismo podría hacer presencia en todos los contextos y puntos geográficos, sobre todo en las mujeres jóvenes, el grupo con el que habló La-Lista ha tenido poco contacto con el tema, de igual manera nunca se les ha hablado de su derecho al placer o de la responsabilidad emocional. Parece que a la par que el feminismo avanza, en algunos lugares el empoderamiento de las mujeres sigue bajo el sometimiento de un yugo patriarcal que sigue tomando decisiones por ellas en distintos contextos.

Gabriela Rivera comparte que hablando de tasas de fecundidad, el promedio mundial es de 41 embarazos por cada mil adolescentes, pero en México es de 71 embarazos adolescentes por cada mil. La oficial concluye: si se mantiene el “ritmo de descenso que se presentó del 2015 a la fecha, en el 2018 fue la última encuesta que tuvimos, si ese ritmo se mantuviera de todos modos no vamos a lograr las metas que se ha planteado la Estrategia Nacional de Prevención de Embarazo en Adolescentes, tenemos que redoblar esfuerzos”.

El Inegi, en su Estadística de Nacimientos Registrados 2021, revela que el Estado de México es la entidad con mayor número de embarazos adolescentes con 11 mil 728 madres de edades entre 10 y 17 años. Al Estado de México le siguen entidades como Chiapas (10 mil 736), Puebla (8 mil 244), Veracruz (6 mil 778) y Guanajuato (6 mil 609).

En 2020, el Consejo Estatal de Población del Estado de México indicó que el 55.42% de las madres adolescentes sólo cuentan con la secundaria o equivalente, como máximo grado de estudios, lo que se asocia a menores oportunidades laborales, menores ingresos para ellas y sus hijas e hijos, además que la situación podría vincularse a la dependencia económica y situaciones de violencia. 

Si tenemos que calificar a México en el tema del embarazo adolescente, la oficial de Naciones Unidas evalúa: “Con los países más desarrollados como Italia, Francia o Dinamarca pues vamos mal, si nos comparamos con con países que están más desfavorecidos como los del África de Subsahara, pues estamos muy bien, pero diría que vamos por buen camino en el sentido de que sí se ha logrado una disminución, pero no al ritmo que que se requiere para alcanzar las metas de la Enapea”. 

“En el tema de los embarazos en menores de 15 años, ahí sí no tenemos una buena calificación”, concluyó la experta.

*Los nombres de las adolescentes han sido modificados por respeto a su identidad y protección de datos personales.

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