Amazonas: la lucha contra el machismo fuera de la mitología

Dicen que las amazonas eran mujeres guerreras, fuertes, implacables; sacadas de la mitología griega o, en su caso más cercano, heroínas como “La Mujer Maravilla”. Sin embargo, las amazonas están más cerca de lo que creemos, por ejemplo, en los deportes. 

Están en la lucha diaria de Jessica en Yaxunah, localidad ubicada a 25 kilómetros de Chichen Itzá, Yucatán. En este lugar, el orden establecido para las mujeres es atender al esposo, a las y los hijos y estar en casa, hasta que ella y otras softbolistas llegaron a cambiar el panorama.

“Acá significa mucho ser una amazona… mujeres que peleamos por nuestros derechos para decir hasta aquí llegamos, hasta aquí llegaron las barreras que siempre nos ponen y entonces es un orgullo decir: ‘Yo soy amazona’ porque por el equipo de Amazonas hubo mucho cambio en la localidad… También representar a las mujeres de Yucatán y portar nuestro traje típico de Yucatán que es el huipil, entonces es un orgullo ser una amazona”, dijo Jessica Jazmín Díaz Canul en entrevista para La-Lista. 

No sólo es Jessica. En México hay más amazonas en los deportes. El equipo de futbol Tigres Femenil se ha convertido en un referente al ser las más campeonas: seis títulos, incluido un bicampeonato, en la Liga MX Femenil.

En el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), Dark Silueta se convirtió en la primera Amazona en ganar un Grand Prix Femenil tras vencer a Tsukasa Fujimoto, una de las tres competidoras japonesas a las que derrotó en el torneo internacional en 2021.

Ellas son algunas de las deportistas que demuestran que las amazonas no sólo están en la mitología, pese a que en México la brecha de la práctica deportiva entre hombres y mujeres es de 13.9 puntos porcentuales, de acuerdo con el Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (MOPRADEF) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Amazonas en el softbol 

Jessica conecta con la tierra desde los pies al cielo cada que juega el deporte del softbol con las Amazonas de Yaxunah. Entra al campo descalza, con su uniforme azul: un huipil hecho a mano. Previamente pide al Sol un poco de sombra porque a veces la temperatura del suelo es tan alta que le quema los pies. 

“Sentimos dolor, pero cuando entramos en el campo como que tenemos una conexión con la tierra y entonces es más la pasión de estar en el campo, hacer lo que nos gusta. Todo el dolor que nos entra en el pie… como que desaparece… Pero terminando el partido ves a todas, se están sacando las espinas (de los pies)”, detalló Jessica. 

Pese a que juega en temperaturas que casi llegan a 40 grados, Jessica agradece cada partido el poder mirar un cielo azul en cada partido, donde ha mejorado su técnica sin tener un entrenador profesional. 

Sus inicios en el equipo Amazonas de Yaxunah no fueron sencillos: agarraba el bate, el guante y la pelota de manera incorrecta; le dieron varios pelotazos, uno de ellos le dejó un moretón en el pie “para toda la vida” porque no se le quita; y, lo más complejo: logró mandar en home run a los estereotipos de género. 

“En principio fue muy difícil porque en la comunidad y en la familia hubo mucho desacuerdo porque acá en Yaxunah está la creencia de que las mujeres deben de estar en casa, dedicarse al esposo, a los hijos; una mujer no puede estudiar más. Poco a poco fueron cambiando los pensamientos de las personas… Nosotras luchamos y luchamos”, recordó Díaz Canul. 

La lucha contra el machismo de las Amazonas en el deporte 

La integrante de las Amazonas de Yaxunah narró que su esposo se oponía a que jugara en el equipo, ahora, cada que puede, la acompaña a sus partidos y le ha dicho que se siente orgulloso; comparte sus logros. 

Ocurrió lo mismo con los integrantes de la comunidad. Antes las veían entrenar con “morbo”, como describió Jessica, y hacían comentarios porque mostraban sus piernas. En la actualidad, salen a verlas practicar el softbol. 

“Nosotros luchamos contra el machismo y lo logramos, logramos hacer ese cambio.  La gente de la comunidad, más que nada los hombres, salen a vernos a entrenar, a apoyar a un equipo de mujeres que juegan softbol… Estamos muy orgullosas de ser las mujeres, como le dicen luchonas, guerreras, por sacar las cosas adelante. No nos dejamos”, aseveró.

Su aspecto físico también ha sido criticado. Le preguntan si tiene condición o si se agita mucho cuando corre porque está “gordita y chaparrita”. Les responde: “Me gusta lo que hago y me quiero como soy”. 

Fuera del campo de juego, la integrante de las Amazonas de Yaxunah sigue con su vida cotidiana: de lunes a viernes lleva a su hijo a la escuela, trabaja y después se dedica al deporte. 

Jessica formó parte de las jugadoras que protagonizaron el primer partido de softbol femenil en el Estadio Kukulcán de Mérida, Yucatán. Desde la inauguración del inmueble, hace 40 años, nunca se habían enfrentado dos equipos de mujeres: Las Amazonas de  Yaxunah contra “La Natividad” de Sucilá. 

La integrante de Las Amazonas reconoció que tenía miedo, y a pesar de que perdieron 14-12, venció al temor. 

“Entré al campo, me agaché, agarré un puño de tierra, me lo unté en las manos y dije ‘ya hasta aquí el miedo, hasta aquí, ya no más miedo porque no va a pasar nada’”, relató. 

Jessica sabe que el trabajo en equipo la ha llevado lejos, incluso ha viajado a Arizona a disputar un partido. Por ello, llama a las mujeres a “decirle ya no al maltrato a la mujer, no a la esclavitud (…) digamos basta porque nosotras mismas somos las que podemos construir un futuro. Tenemos que mandar un jonrón de todo y salir adelante”.

Mientras las mujeres derriban poco a poco esas barreras, Jessica y las Amazonas de Yaxunah seguirán entonando su porra en cada partido: “Somos mujeres fuertes, mujeres guerreras, somos Las Amazonas”.