‘Cuando abrí los ojos vi a una persona prensada y la mano de una mujer muerta’, usuarias del Metro reviven el accidente
Ambulancias en la zona del accidente ocurrido el pasado 7 de enero. Foto: Sáshenka Gutiérrez/EFE.

“Íbamos todas sentadas, íbamos normal”, dice Anabel Ruiz, una de los sobrevivientes del accidente de la Línea 3 del Metro con el choque de dos trenes. De la nada, un impacto terminó con esa tranquilidad. “De repente se sintió el golpazo”, añade la mujer de 36 años.

Anabel viajaba en el primer vagón de un tren que se dirigía a Universidad. Es un espacio exclusivo para mujeres que iba con poca gente, en parte porque era sábado, y también porque era muy temprano, tan solo pasadas las 09:15 horas.

El convoy estaba por llegar a la cuarta estación desde la terminal de Indios Verdes, de donde había partido, y cuando transitaba del tramo que va sobre la superficie a la zona subterránea chocó con otro tren que venía en sentido contrario. Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se refirió a este impacto como un “alcance” y no dio más detalles de cómo ocurrió el accidente.

La jefa de Gobierno llegó a la zona del metro Potrero tres horas después del accidente, se encontraba en el estado de Michoacán la mañana de este sábado y más tarde visitó a las personas lesionadas en los hospitales.

Anabel no sabe si uno de los trenes se descarriló, solo explica lo que vivió. Se pone la mano sobre su estómago y dice que, por el impacto, la cabina del conductor quedó así de cerca de ella. Cuando abrió los ojos, se levantó de su asiento y quiso correr a la parte de atrás, pero vio al segundo vagón encima del que viajaba ella y que una mujer había prensada entre los metales que forman la estructura de los trenes, uno encima de otro. Lo más tenebroso fue ver la mano colgando de otra joven que, según ella, falleció en el accidente.

Los siguientes minutos fueron de nervios para los sobrevivientes. “Empezamos a tratar de abrir la puerta la ventana porque decían que podía explotar”, relata Anabel. Como su celular tenía señal, se pudo contactar con una hermana y le avisó que el tren en el que viajaba se había estrellado con otro.

Un conductor de tren —Anabel no sabe decir si fue el que venía con ellas o el del otro tren accidentado— les pidió mantener la calma cuando trataban de abrir las ventanas, les dijo que pronto llegaría alguien a rescatarlas. Pero eso sucedió hasta una hora después y las usuarias del primer vagón salieron caminando por su propio pie en medio del túnel guiándose por las vías del Metro que suelen estar conectadas a corrientes de alto voltaje.

Anabel solo tuvo lesiones leves y asegura que ninguna de las ambulancias que llegó a las afueras de la estación Potrero la quiso llevar a un hospital. Cuando supo que los heridos fueron enviados al Hospital San Ángel Inn Chapultepec -de servicios privados- esperó a su familia y la llevaron. Una vez en ese instituto médico, funcionarios del gobierno de la Ciudad de México le entregó una ficha para cubrir el gasto de sus estudios y medicamentos.

Anabel salió del hospital como salió del vagón del metro: caminando y solo con un golpe en la cabeza. Pero eso no quita el temor que le quedó por viajar en el Metro, un miedo que es compartido por decenas de personas que se dirigían a sus trabajos, a casas de otros familiares o aprovechar su sábado en alguna actividad recreativa.

Las autoridades capitalinas reportaron 59 personas heridas y solo una fallecida, una mujer llamada Yaretzi de la que el gobierno no brindó mucha información. Claudia Sheinbaum se limitó a decir que se había puesto en contacto con los padres de la joven.

‘El metro venía frenándose desde el principio’, los minutos antes del accidente


Otras usuarias que sufrieron el accidente del Metro señalaron que la unidad en la que viajaban iba frenando constantemente desde que salió de su base en la estación Indios Verdes, a dos de distancia de donde ocurrió el choque.

“Cuando estábamos en Indios Verdes, cuando estaba entrando el tren (a la estación) se venia frenando y al estacionarse, igual, venía así a cada rato en las estaciones”, relata Daniela Salmerón, una usuaria de 28 años que viajaba en el tercer vagón de uno de los trenes accidentados.

Daniela se dirigía a su trabajo en la Plaza de la Computación, en el centro de la CDMX, cuando ocurrieron los hechos. Al momento del impacto vio cómo una señora que iba a su lado salió disparada hasta una de las puertas del tren, mientras que ella se pudo agarrar de un tubo y, gracias a eso, solo se golpeó en la espalda. En el Hospital San Ángel Inn Chapultepec un médico le diagnosticó lesiones leves en cuello y la cadera y le dieron medicamentos.

“Todas las personas entraron en crisis y empezaron a gritar”, recuerda Daniela sobre los minutos posteriores al choque de los dos vagones. Ella salió del tren y de las vías caminando con ayuda de los paramédicos

La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGCDMX) abrió una carpeta de investigación para conocer las causas del accidente que, hasta ahora, se desconocen. A pesar de Sheinbaum ofreció dos mensajes a medios, en ninguna adelantó detalles sobre los motivos del choque.

Personas a cargo en el Hospital San Ángel Inn Chapultepec se comprometieron a recibir de nuevo a las personas afectadas si se volvían a sentir mal días después. A ese centro médico llegó la mayor parte de los usuarios lesionados, algunos desde muy temprano y a otros los trasladaron ahí más tarde desde otras instituciones públicas.

El choque de trenes en la Línea 3 del Metro ocurrió casi dos años después del colapso de un tramo elevado de la Línea 12 del Metro, a la altura de la estación Olivos, donde 26 personas murieron.

“Nadie se imaginaba que esto iba a ocurrir”, dice Daniela, una joven que se aferra a sus creencias para tratar de entender cómo es que se sigue viva. “Le agradezco a Dios que sigo aquí”.

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