De Haití a México: ¿personas migrantes que llegaron para quedarse o están varadas?
La mayoría de las personas migrantes haitianas no tienen la mirada puesta en México. Ya atravesaron el Caribe y parte del continente Americano, les ha tomado meses y hasta años llegar a donde hoy están, pero su objetivo sigue siendo EU.
La mayoría de las personas migrantes haitianas no tienen la mirada puesta en México. Ya atravesaron el Caribe y parte del continente Americano, les ha tomado meses y hasta años llegar a donde hoy están, pero su objetivo sigue siendo EU.
Un hombre procedente de Haití trabajó por 10 años en una fábrica de Brasil. Había migrado de su país de origen por las múltiples crisis que históricamente han azotado esa parte de la isla caribeña. Parecía que ya se había establecido, pero entonces retomó su camino.
Empacó las cosas de las que se había hecho en esos años y emprendió el rumbo hacia el norte del continente americano. Cruzó la selva de Darién, pasó por Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala hasta llegar a México, específicamente a Tapachula, Chiapas.
No cruzó solo, con él avanzaron otras cientos de personas que se fueron uniendo a una caravana migrante que tiene como objetivo llegar a Estados Unidos.
En el caso de este hombre, su hermana ya se encuentra en Estados Unidos y gana tres veces más de lo que él percibía en Brasil. Y aunque ahora lleva varios meses varado en México, su destino sigue siendo el territorio estadounidense.
“Hay algo que nadie le va a quitar a ninguna persona migrante: es el sueño de llegar a Estados Unidos, incluso los migrantes mexicanos tienen ese sueño, quieren ganar suficiente dinero para poder ayudar a sus familias que siguen en sus países de origen”, dice en entrevista Lidia Mara Silva de Souza, directora general de la congregación Scalabrinianas Misión con Migrantes y Refugiados (SMR).
Silva de Souza conoció de primera mano la historia de este hombre que ha atravesado el Caribe y una parte del continente americano. Su caso es un retrato de la situación que enfrentan miles de personas haitianas que están en México.
La presencia de personas migrantes originarias de Haití se ha extendido por el territorio mexicano en los últimos meses. Su incursión en la fuerza laboral y en algunas actividades sociales despertó la duda de si llegaron para quedarse o están varadas.
De acuerdo con un informe reciente de la organización civil internacional Save the Children, más de la mitad de las personas migrantes haitianas que hoy están en México se quedaron asentadas por meses o años en países como Brasil, Chile o República Dominicana para después continuar su ruta hacia Estados Unidos. A este fenómeno se le conoce como re-migración.
Andrés Ramírez Silva, titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), señala a La-Lista que de enero a octubre de 2023 registraron 127 mil 796 solicitantes de refugio. De seguir la tendencia, se habrá superado el máximo histórico de 2021, ubicado en 129 mil 658. “A este ritmo vamos a llegar a cerca de los 150 mil para final de año”, calcula.
Del total de solicitantes de refugio en 2023, 41 mil 523 son de origen haitiano, lo que los coloca en el primer lugar de la lista, igual que en 2021, con 50 mil 913 registros, según datos de la Comar. A este grupo le siguen los procedentes de Honduras (36 mil 480 en 2023) y de Cuba (15 mil 764).
Sin embargo, “no todos concluyen el procedimiento. Un gran número de estas personas realmente no quieren el refugio en México, pero hay mucha desinformación que les lleva a acudir a la Comar en busca de una tarjeta de visitante con la mirada puesta en seguir su camino hacia el norte”, expone Andrés Ramírez.
Por ejemplo, en la plaza Giordano Bruno, ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, donde desde mayo de este año hay entre 200 y 300 personas migrantes –en su mayoría originarias de Haití–, la Comar pudo constatar mediante un sondeo que solo siete buscaban el reconocimiento de refugiado.
Tapachula y Ciudad de México son las regiones con el mayor número de solicitudes de refugio en México, con 69 mil 045 y 28 mil 608 personas, respectivamente.
“Muchas de estas personas no se están quedando voluntariamente (en México), se están quedando porque los procesos regulatorios tardan muchísimo, más de tres meses, y por eso también mucha gente abandona esos procesos de regularización”, resalta la directora de SMR.
Trabajo, vivienda precaria y la barrera del idioma
En la plaza Giordano Bruno se ve a familias de origen haitiano viviendo en situaciones precarias: casas de campaña a la intemperie, falta de suministro de agua y ropa colgada en tendederos improvisados. Esta situación se replica en otras alcaldías de la Ciudad de México.
En la vía pública, las mujeres instalan anafres para cocinar sus alimentos del día, otras se encargan de cuidar a sus hijos. Los hombres están pendientes de sus teléfonos celulares, quizás por si alguna oportunidad laboral, de vivienda o de refugio se les presenta. Algunos incluso aprovechan los tiempos libres para hacer videollamadas a sus seres queridos.
En su informe, Save the Children indica que la mayoría de los núcleos familiares de personas haitianas en territorio mexicano se formaron en su travesía. En la plaza Giordano Bruno hay niños de entre cuatro y 10 años de edad.
En redes sociales han surgido comentarios xenófobos que acusan a las personas migrantes de “quitar” empleos, vivienda y espacio público a la población mexicana. Nada más lejos de la realidad. Save the Children menciona que 94 de cada 100 personas migrantes originarias de Haití no tienen empleo, y los que sí consiguen es en el sector informal.
Además, más del 50% no tiene un ingreso regular, el 26% vive de remesas, 13% de sus ahorros, 3.1% de un salario y 2.6% de venta de productos. Mientras que el 46% vive en alojamiento precario (directamente en la calle o en campamentos temporales).
Andrés Ramírez Silva explica que a las personas que concluyen sus procesos de solicitudes de refugio se les otorga una Clave Única de Registro (CURP) temporal, lo que les “facilita” conseguir una residencia permanente y obtener un documento del Instituto Nacional de Migración (INM) que les posibilita ingresar al mercado laboral con sueldos fijos.
Aunque no hay base de datos que precise el número de personas migrantes que obtienen un trabajo, en qué se emplean y cuánto perciben, Lidia Mara Silva de Souza menciona que se trata de labores que, en su mayoría, requieren de esfuerzo físico y explotación.
“Muchas de estas personas son la mano de obra de las construcciones y otros cargamentos. Y hemos visto casos en los que son estafados: trabajan toda la semana y sus empleadores no les pagan o les pagan menos de lo acordado. Son trabajos de mucho sacrificio, mal pagados y, además de eso, existe mucha discriminación”, expresa.
Silva de Souza acusa que parte de la discriminación y abusos que sufren las personas migrantes de Haití por sus empleadores en México es por la barrera del idioma, lo que les impide en ocasiones comprender los acuerdos.
“Cuando intervenimos porque no les quieren pagar, los patrones nos dicen: ‘es que como no habla español no entendió bien que el trabajo era solo para que adquiriera experiencia’. Y así funciona, en la mayoría de los trabajos que consiguen los explotan con el argumento del idioma y de que ‘no están preparados’”, lamenta.
Flujo migratorio inédito y sistema colapsado
Lidia Mara Silva de Souza y Andrés Ramírez Silva coinciden en que la ola migratoria que vive actualmente Centroamérica, y en particular México, “es inédita” y se explica por diversos motivos: desastres naturales ocurridos en su país de origen, situación de violencia, persecución y falta de empleos, entre otras.
El informe de Save the Children indica que los grandes flujos de población haitiana se relaciona principalmente con cuatro factores: el país enfrenta una crisis política desde que en 2021 fue asesinado el presidente electo, Jovenel Moïse; los terremotos de 2010 y 2021 –así como inundaciones por huracanes– desencadenaron enfermedades y dejaron a miles de damnificados; el sistema económico impide la generación de empleos, y las bandas del crimen organizado son cada vez más poderosas.
En conclusión, agrega el informe, “las oportunidades para una vida estable, satisfactoria y generadora de prosperidad cultural y económica son extremadamente escasas en Haití”.
Al llegar a México, las personas migrantes haitianas se enfrentan a un sistema colapsado por la desinformación y la confusión por parte de las autoridades, que los remiten a la Comar sin que su intención sea quedarse como refugiados. “En detrimento de quienes sí buscan protección internacional en nuestro país y de los propios migrantes que quieren seguir a EU”, indica Andrés Ramírez.
“Es muy importante entender que estas personas llegan en condiciones muy complicadas, de mucha vulnerabilidad y violencia. Son familias enteras, mujeres embarazadas, que han sufrido muchísimo y cuando llegan a México se quedan varadas. Se requiere hacer un gran esfuerzo y que no todo se limite al trabajo que hace la Comar”, agrega el comisionado.
A esto se suma que las personas migrantes desconocen las leyes y políticas de los países a los que buscan llegar. Por ejemplo, menciona Silva de Souza, con la suspensión del Título 42 de Estados Unidos más personas quedaron varadas en México con “falsos discursos” de los gobiernos de que habrían flexibilidades.
“Lo que estamos viviendo en nuestro continente es inédito, nunca habíamos tenido flujos migratorios tan grandes. Es mentira que la migración se va a detener, porque migrar es un derecho. Lo que México necesita es agilizar los procesos, implementar una política de acogida y entender que esta gente no llega para hacernos daño, sino para enriquecer nuestra cultura y economía”, concluye.