Biden busca aplacar a la izquierda mientras construye un equipo de transición centrista
Joe Biden, presidente electo de EU. Foto: EFE

Daniel Strauss/The Guardian

Hasta ahora, Joe Biden ha evitado uno de los mayores obstáculos probables en el proceso de transición que terminará con su llegada a la Casa Blanca, con lo que además enfurecería al ala izquierda del Partido Demócrata.

Sin embargo, la transición de Biden también ha dado los resultados que quería en términos de empujar a un equipo de personajes de experiencia, provenientes principalmente de su propio círculo de amigos y asesores, que le han dado un tono decididamente centrista a la administración entrante.

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Hasta ahora, Biden ha nombrado a staff más senior, lo cual no requiere de confirmación del Senado y que ha generado una respuesta generalmente positiva. A medida que comienza a revelar sus nominaciones para puestos del gabinete, la reacción de los sectores izquierdistas del Partido Demócrata (y su cuadros de jóvenes activistas listos para el ataque) ha resultado ser una mezcla de bostezos y gruñidos marginales.

También ha habido aplausos por nombrar a mujeres y personas de color para los puestos más altos en una administración que también incluye a Kamala Harris como vicepresidenta.

“Aprecio que la transición de Biden esté tratando de argumentar a favor de la diversidad de sus selecciones, pero si somos honestos, lo que estamos viendo es una valoración de la experiencia en las personas que han trabajado en puestos clave importantes y (quienes) entienden lo que se necesita para ser burócratas efectivos en esos puestos”, dijo Faiz Shakir, manager de la campaña presidencial 2020 de Bernie Sanders.

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“Como progresista, me preocupo mucho por la visión y lo que quieres hacer cuando ocupas esos puestos. Sin embargo, no descarto ni quito importancia al valor de la experiencia. Así que están seleccionando por su experiencia y eso acarrea sus consecuencias”

Hasta ahora, Biden ha evitado nominar prospectos ostentosos a puestos del gabinete, optando en su lugar por traer veteranos de las agencias que están destinados a dirigir.

Biden eligió a Antony Blinken, ex subsecretario de estado, para dirigir el departamento de Estado. Eligió al exsecretario de Estado John Kerry para un nuevo puesto de alto rango como zar del clima. Nombró a Jake Sullivan, uno de sus exasesores de seguridad nacional, en un puesto similar. Para servir como directora de inteligencia nacional, Biden eligió a Avril Haines, exsubdirectora de la CIA. Para el departamento del tesoro, Biden planea nombrar a la expresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen.

Más revelador es a quién no ha designado el presidente electo. No ha traído a un abanderado liberal como Elizabeth Warren. Y pasó por alto a los demócratas de perfil nacional que hicieron campaña por él, como el exalcalde de South Bend, Pete Buttigieg, cuyo nombre se había propuesto como embajador ante la ONU. Para ello, eligió a Linda Thomas-Greenfield, exembajadora y funcionaria del departamento de Estado. La exasesora de seguridad nacional de la administración Obama, Susan Rice, era favorita para ese puesto.

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Sin embargo, los grupos progresistas ansiosos por atacar los mejores nombramientos de un demócrata tan institucional como Biden están algo satisfechos.

“Nos alienta que uno de los primeros nombramientos importantes de Joe Biden sea Joe Kerry, con lo que demuestra la urgencia de tomar una acción global y audaz sobre la crisis climática”, dijo en un pronunciamiento Alexandra Rojas, directora ejecutiva del comité de acción política Justice Democrats.

“Pero EU también necesita un zar climático centrado en el país que informe directamente al presidente y que supervise una Oficina de Movilización Climática acordada en los grupos de trabajo de Biden-Sanders”.

Shakir calificó la selección de Blinken de “una elección sólida”. Cuando Ron Klain fue anunciado como jefe de la Oficina, Warren incluso tuiteó que era una “excelente elección”. El grupo externo liberal Democracy for America calificó a Yellen como una “elección histórica y progresista para la presidencia de la Fed en 2013. Si la seleccionan, será una elección histórica y progresista para secretaria del Tesoro”.

Sin embargo, hay indicios de que la administración de Biden y los liberales solo están disfrutando de una distensión quizás temporal a medida que la era de Trump termina y antes de que Biden incluso haya ocupado la Oficina Oval. No todos los nombramientos se han hecho sin quejas.

Los grupos liberales han expresado su oposición al exasesor de Biden, Bruce Reed, quien posiblemente quede a cargo de la Oficina de Administración y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés), que supervisa el gasto del gobierno. Las congresistas de izquierda Alexandria Ocasio-Cortez e Ilhan Omar firmaron una petición contra Reed, llamándolo “halcón del déficit” y criticando su apoyo pasado a recortes de beneficios, como la seguridad social.

También hay rumores de que la transición podría enfrentar turbulencias si Biden decide instalar a Brian Deese, un exfuncionario de la OMB, al frente del consejo económico nacional. Parte del mayor enojo de los liberales va contra la noción de que el exalcalde de Chicago Rahm Emanuel se convierta en secretario de Transporte.

La constelación de activistas y grupos progresistas que forman la izquierda del partido también tiene candidatos favoritos. El Comité de Campaña por un Cambio Progresista y el grupo Nuestra Revolución, alineado con Bernie Sanders, quieren que la congresista de Nuevo México y nativa americana Deb Haaland, sea titular del Departamento del Interior.

La importancia de que los progresistas disputen a Biden las nominaciones es que podría complicar su capacidad para establecer un gabinete funcional y retener la amplia coalición electoral que lo llevó al cargo.

Es probable que el verdadero obstáculo de las elecciones de Biden sea confirmar a estos nominados con un Senado donde los demócratas tienen una pequeña mayoría o todavía están atrapados en la minoría con los republicanos en control. Ese tema se decidirá en la segunda vuelta por dos puestos al Senado en Georgia a principios de enero. Ambas partes invertirán enormes cantidades de dinero y fuerza humana en las contiendas.

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“Es una tremenda nube oscura sobre el proceso de  nominaciones de personal”, dijo Bill Dauster, exsubjefe de Oficina del exlíder demócrata del Senado, Harry Reid. Dauster agregó que “se nota claramente de las declaraciones que los republicanos han hecho que tienen la intención de racionar sus confirmaciones en el Senado de manera mezquina”.

Parte del argumento de Biden para aplacar a  senadores como Sanders y Warren, que habían estado buscando puestos influyentes en la administración, es que su posición actual es esencial en la poderosa cámara alta del gobierno estadounidense.

“Ya tenemos una representación significativa entre los progresistas en nuestra administración”, dijo Biden en una entrevista con Lester Holt de NBC. “Una cosa es realmente crítica: sacar a alguien del Senado, sacar a alguien de la Cámara, especialmente a una persona importante, es una decisión realmente difícil para tomar. Tengo una agenda muy ambiciosa y progresista y se necesitarán líderes fuertes en la Cámara y el Senado para hacerla real”.

Los miembros de Justice Democrats respondieron que los nombramientos de Biden podrían haber sido mejores, y en esa declaración de respuesta ofrecieron una lista de progresistas, ninguno de los cuales son hombres blancos, para los puestos restantes del gabinete.

Biden hasta ahora ha evitado nombrar a ningún senador para un puesto en el gabinete y, en cambio, priorizó la experiencia de gobierno por encima de todo. Para reforzar esa prioridad, hay indicios de que Sally Yates, una exfiscal general interina, es la gran favorita para dirigir el Departamento de Justicia. El senador saliente de Alabama Doug Jones, un viejo amigo de Biden que se ha mantenido en contacto con él, es otro candidato potencial, aunque Yates parece más probable.

Traducido por Andrés González

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