Una frase mágica
Travesías
Una frase mágica
Foto: Pixabay

Una frase mágica que a lo largo de la historia ha abierto puertas y ventanas a las infinitas posibilidades del universo. Puertas y ventanas por las que han entrado caballeros andantes que buscan a sus Dulcineas, niñas que deben atravesar el bosque cubiertas por una caperuza roja, insectos que se sueñan humanos, mariposas amarillas, espadas invencibles, viajes espaciales, heroínas que se tiran bajo un tren, o solitarios que buscan a su padre en Comala… Invitados por esa frase que abre el cofre del tesoro, han surgido deseos y miedos, ambiciones y crímenes, pasiones y misterios, risas y amores.

Me la digo cada vez que abro un nuevo libro, y la magia aparece entonces casi con tanta fuerza como cuando mamá la decía por las noches al contarnos el cuento con que nos arrullaba. Había una vez…

El 31 de diciembre a las doce de la noche decimos todas juntas, todos juntos: Había una vez. Con cada campanada, con cada abrazo (aunque sea por Zoom), con cada pensamiento que vuela hacia las ausencias amadas, con cada propósito, con cada uva, con cada brindis… Había una vez. Y abrimos así esa fuente de posibilidades infinitas que llega con el nuevo año.

Somos seres de rituales: bautizos, cumpleaños, graduaciones, navidades, plegarias. Así, repitiendo gestos y costumbres, nos deseamos buena vida -salud, amor, felicidad-, y nos protegemos de la presencia constante de la única verdadera certeza: nuestra finitud.

“Somos seres de rituales: bautizos, cumpleaños, graduaciones, navidades, plegarias. Así, repitiendo gestos y costumbres, nos deseamos buena vida -salud, amor, felicidad-, y nos protegemos de la presencia constante de la única verdadera certeza: nuestra finitud”

Más allá de las tristezas del confinamiento, de la enfermedad, de quienes se quedaron en el camino, de las incertidumbres y las violencias, haremos de este inicio una nueva historia, un nuevo relato, una promesa.

“Página blanca fue mi corazón, donde escribimos una página de amor”, cantan Los Panchos. Y página blanca es el año que comienza. ¿No sienten acaso las mismas maripositas en el estómago que el primer día de clases?

Inicio hoy con ustedes una nueva aventura en un nuevo medio. ¡Qué nervios! ¡Qué emoción! ¡Qué privilegio! ¡Qué responsabilidad! “Todo mezclao, todo mezclao”, como escribiera el cubano Nicolás Guillén.

Una aventura que se llama “Travesías” porque viajaremos juntos a través de los libros, de la  lectura y de ese lazo inseparable que tejen las palabras con nuestra propia vida y nuestra realidad. ¿Qué podemos imaginar que sucederá en estos caminos que recorramos? ¿Cuáles serán los temas dominantes, las preocupaciones, las historias? ¿Qué surgirá después de cada Había una vez…?

Desde ya podemos imaginar algunas de las voces que encontraremos: voces nuevas, voces que han permanecido silenciadas; voces de mujeres, de indígenas, de migrantes, de autoras y autores africanos, asiáticos, de personas sexodiversas.

Nombres como Bernardine Evaristo, Chimamanda Ngozi Adichie, Yásnaya Aguilar Gil, Balam Rodrigo, Ateri Miyawatl, Camila Sosa Villada, Gabriela Cabezón Cámara, Diego Falconí Trávez, Kuwait Saleem, empezarán a resultarnos  familiares a los lectores.

Mucha poesía, muchos testimonios, muchas y distintas maneras de ver el mundo, de nombrarlo, de explicarlo, de gozarlo. También estarán, claro, los viejos amigos, esos a cuyos libros volvemos como a un hogar cálido y protector. Entre mis favoritos: Erri de Luca, Luis García Montero, Claudia Piñeiro, Alberto Ruy Sánchez, Sylvia Molloy, Theodor Kallifatides, Clarice Lispector (cuyas obras se están reeditando), Olga Tokarczuk, por citar a unos pocos.    

Una cartografía más multicolor, más multirracial, más inclusiva, más sorprendentemente diversa es la que guiará nuestros viajes. Lejos de cánones y anti-cánones y cerca del placer que nos regalan siempre los mejores libros. Ese placer que comienza tras la frase Había una vez… ¿Me acompañan?

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