El egocentrismo de Ricardo Anaya
Sortilegioz
El egocentrismo de Ricardo Anaya
Ricardo Anaya. Foto: José Méndez/EFE.

Para Anaya, Ricardo Anaya es más importante que cualquier fenómeno político electoral. Con soberbia política, el “nuevo” Anaya se presenta de perfil, con toda la gama de colores frescos, con sus gafas visibles y la leyenda “Ricardo Anaya, pasado, presente y futuro de México” (así, tal cual, el interlineado).

En su mensaje de hace unos días, que por cierto tuvo un impacto menor, declaró que el PAN le había ofrecido ser diputado federal plurinominal, quizá hasta convertirse en líder de la fracción, para concederle una tribuna desde donde actuar como hombre de Estado, y defender su posición y la de su partido frente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, lo cual habría contribuido al levantamiento de la oposición, considerando la premisa de aquellos países donde el perdedor de la elección presidencial se erige en el líder de la oposición en el parlamento. Pero no.

Anaya no aceptó el ofrecimiento de su partido, y en esta ocasión de la alianza “Va por México”, que integran PAN, PRI y PRD, que por más que sea vilipendiada, es histórica por lo menos al reunir a tan disímbolos partidos; también es mérito del Presidente López Obrador que los ha orillado a reunirse en un solo proyecto para contrarrestarlo a él ya su proyecto de nación.

Pero el derrotado panista en la elección de 2018 despreció a la alianza, desdeñó al PAN y también a la máxima tribuna legislativa del país. En su video promocional que aparece en su canal de la plataforma YouTube, en la cual apenas tiene 84 mil 100 suscriptores, y su video ha sido visto en tres días por unas 34 mil 116 personas, refiere que no aceptaría el ofrecimiento de su partido, que es más importante la elección de 2024 y que empezaría un recorrido por todo el país, otro aparte del frustrado de 2018 para, si las circunstancias se lo permiten, ser candidato a la Presidencia de la República en 2024, justo cuando López Obrador termine su encargo.

Al modo opaco, Anaya no dice de dónde saldrá la infraestructura, el equipo y el recurso para recorrer todo el país, hecho que adelantó, ya inició (antes de posicionarse con el video), recorriendo en una primera etapa mil municipios del país, los más pobres, por lo que se puede ver en las imágenes que presentó en su video titulado “Mi decisión”. De hecho, los ingresos del panista, quien dice que estará dedicado 100% a 2024, siempre han sido un misterio.

En 2018, en su declaración 3 de 3, hablaba de ingresos propios y de su esposa por más de 400 mil pesos, de rentas y otros negocios. Se conoció también de su vida en Atlanta, (Estados Unidos), una casa en aquella nación y las colegiaturas de sus hijos en dólares. También de una propiedad -al modo de los políticos- donada en Querétaro, donde se supone reside a la fecha con su familia.

¿De qué vive Anaya? A ciencia cierta no se sabe. ¿De dónde provendrán los recursos para que él dedique el 100% de su tiempo a recorrer México? Tampoco se sabe. Lo único que queda claro es que Ricardo Anaya, el perdedor de 2018, el que traiciona a los suyos por la aspiración política personal, el investigado por lavado de dinero, el que construyó como dirigente una alianza solo para agenciarse la candidatura a la Presidencia de la República, el que logró que Felipe Calderón y Margarita Zavala dejaran el PAN, quiere otra vez ser candidato a dirigir el país en 2024.

De acuerdo con su video, toda su política está centrada, al menos de inicio, en criticar duramente al gobierno de López Obrador, sin hablar de manera concreta y a detalle de propuestas específicas para los problemas que menciona. Asegura que apoyará a los candidatos del PAN en la elección de 2021, pero no que, es evidente, traerá su propia plataforma política.

Sin carisma, sin generar empatía, en la oscuridad del origen del recurso y la ambición personal, Ricardo Anaya pretende convertirse en el nuevo López Obrador y recorrer el país porque quiere ser visto como “la esperanza de México” … y no lo es. Un egocentrista no puede ser un hombre de Estado, y eso ya lo estamos comprobando los mexicanos, desde primera hora de cada mañana, con la política propia. El Partido Acción Nacional carga en muchos de los estados con el desprestigio y el tufo de la corrupción, él mismo fue señalado en 2018 y posteriormente en el caso de los moches.

Será difícil que, en esa opacidad y ese narcisismo político de creerse el único salvador de la oposición, pretendiendo ser un contrapeso en solitario, Ricardo Anaya Cortés remonte en el ánimo electoral que en 2018 lo mandó a la lona. Tan mal le fue incluso dentro de su propio partido, que es el panista menos votado a la Presidencia de la República desde 1994, pues incluso el también derrotado Diego Fernández de Cevallos, aquel año, obtuvo 9.1 millones de votos por el PAN. Si se cuentan los votos que Anaya tuvo solo de Acción Nacional en 2018, fueron 9 millones.

En 2012, Josefina Vázquez Mota obtuvo solo con el PAN como partido representado, 12.7 millones de votos, contra los 12.6 que logró Anaya, contando los sufragios del PRD y de Movimiento Ciudadano, los cuales quedan muy por debajo de los 15 millones de votos obtenidos por Vicente Fox en el año 2000 y Felipe Calderón en 2006.

Con los números, es evidente que ni los propios panistas apoyaron en 2018 a Ricardo Anaya, quien entonces y ahora, está obsesionado con la silla presidencial, con el poder en solitario, con él como centro de todo un proyecto imaginario, acaso fantasioso y condenado al fracaso.

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