El vuelo en riesgo del Papalote
Historias del campo ciego
El vuelo en riesgo del Papalote
Foto: @Papalotemuseodelnino

Era una joven reportera de un diario naciente que marcaba diferencias. Se llamaba Reforma y tenía un “ejército” de reporteros jóvenes que en una gran mayoría no habían terminado la universidad o estaban recién egresados, la mayoría sin experiencia o mínima en medios de comunicación. El rigor de reporteo, conocimiento de personajes y fuentes, conseguir la nota (exclusiva de preferencia) era la regla. Fue una gran escuela.

Como toca en la juventud –o en un tramo de ella–, muchos creíamos que podíamos cambiar el mundo o que al menos podíamos ser osados. Entre esos recuerdos del campo ciego está la vívida sensación de ser sacada por dos escoltas del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari del Papalote Museo del Niño, el día de su inauguración, sostenida por mis brazos y casi sin tocar el piso con mis pies. Era noviembre de 1993 y el periódico tenía apenas unos días en circulación. Me las había ingeniado para colarme en la comitiva presidencial en la cual no debía estar la prensa para el corte de listón. Pero divina juventud y osadía… Cometí un error: caminé demasiado cerca del presidente porque quería escuchar sus comentarios y en cuanto fui descubierta, me expulsaron. Eran los tiempos en que también te miraban raro si como reportero te atrevías a hacer preguntas al presidente en alguna inauguración.

Si el lema del museo recién abierto al público era “toco, juego y aprendo” y a la entrada te recibía un “prohibido no tocar”, pues una joven reportera se lo tomaba en serio.

Me había tocado meses atrás escribir la primera nota periodística sobre dicho espacio interactivo, que pude visitar incluso todavía en obras. Su primera directora, Marinela Servitje, parecía niña explicando cómo funcionaría. Prometía ser muy diferente a lo que se conocía hasta entonces en museos en México. Para empezar ese “prohibido no tocar” en un museo era más que un antojo. Y cumplió, casi 25 mil metros cuadrados y más de 200 exhibiciones sobre ciencia, tecnología, medio ambiente, economía, pero todo se ofrecía divertido, sin descontar la cama de clavos y las esferas de jabón con las que podías cubrir tu cuerpo o los areneros para zambullirte en ellos de lo lindo, todo con una explicación breve escrita y sobre todo un “cuate” ampliando información a través del juego.

Han transcurrido 27 años desde entonces y suena más que triste pensar que este museo pionero en su tipo –que luego dio origen al Papalote móvil que recorrió varios estados del país–, cerrara sus puertas. La pandemia por COVID-19 también alcanzó a los museos en México y el museo del niño no es la excepción. Acaba de lanzar la campaña #SalvarPapalote #AmoPapalote con su actual directora, la promotora cultural y ex directora del hermoso Antiguo Colegio de San Ildefonso, Dolores Béistegui, a la cabeza.

En el horizonte del vuelo de este Papalote hay aprietos financieros que lo pueden llevar a la extinción. La meta de esta campaña de donación financiera es de 50 mdp. Es el cálculo de lo que se necesita para lograr su sobrevivencia. Además de pago de salarios –ya reducidos al 50% de más de 150 trabajadores– y los gastos de mantenimiento para un espacio de esas dimensiones y con sus características (aún hoy disfrutar de documentales sobre el espacio o la vida silvestre en la Megapantalla IMAX, por ejemplo es una gran experiencia), no es de bajo costo. 

Encima tienen pendiente (aunque ya casi termina) el pago de un crédito bancario que se  adquirió en 2014 para su remodelación, y el cual por cierto ya fue renegociado dadas las circunstancias actuales. “Pero necesitamos pagar por supuesto los intereses, si no, estamos en un problema grave”, lamenta Dolores Béistegui.

Al inicio de la crisis se tomaron medidas graduales, pero ha llegado el momento en el que queda poco por hacer. Pero poco puede transformarse en mucho. Sobre todo si pensamos en que ha sido visitado por más de 20 millones de personas a lo largo de estos años.

Además de mantenerse como un museo en constante actualización y adaptación a los cambios temáticos o tecnológicos, sin duda el Papalote ha jugado un papel importante en varias generaciones de niños y adolescentes que han tenido la oportunidad que en otros países es mayor: la de encontrar motivación en el juego y la diversión para aprender. Béistegui lo expresa así:

“Papalote tiene un papel preponderante en la agenda educativa de este país, no es un accesorio, es un actor reconocido, muy activo y a partir de sus pedagogía y  oferta ha aportado constantemente propuestas tanto a maestros como a padres de familia, y recientemente, en especial con niños de primera infancia (de menos de 5 años).

“Desde su creación, fue el primero en poner sobre la mesa las competencias transversales, el aprendizaje no es vertical no se hace nada más con la cabeza, se hace también con las emociones, con inteligencia emocional. Y se desarrolla de otras muchas maneras”.Dolores Béistegui, directora del Papalote.

La actual directora de Papalote espera que el sector empresarial y sí, también las autoridades culturales, se involucren. Por lo pronto, el próximo martes habrá una reunión con el Secretario de Gobierno de la CDMX, Alfonso Suárez del Real. Ninguna promesa hasta ahora. Y por parte de la Secretaría de Cultura se ha intentado entrar en contacto con Marina Núñez, subsecretaria de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura a nivel federal. Pero ahí sí… no ha habido respuesta.

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