La niña de Honduras, la que lloró de dolor
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La niña de Honduras, la que lloró de dolor
Yanela llora cuando la Patrulla Fronteriza revisa a su mamá. Son de Honduras y fueron de las detenciones de la política de Tolerancia Cero. (Foto de John Moore para Getty Images)
Si no puedes leer mi columna, mira, la leeré por tí.

Una niña hondureña de dos años llora desconsolada en medio de la noche mientras mira a los agentes federales revisar a su mamá, apoyada en una pick up. 

Esa imagen tomada en junio de 2018 por el fotógrafo John Moore en Texas y se convirtió en un símbolo de la política inhumana que acababa de imponer el gobierno de Donald Trump: la Tolerancia Cero. Todos los inmigrantes que cruzaran de manera ilegal serían detenidos y separados de sus hijos menores de edad, como una manera de disuadirlos de querer llegar a la “tierra de los libres” como dicen las estrofas del himno estadounidense. 

Tolerancia Cero significó que más de 5,500 menores de edad, como esa niña de 2 años fueran tomados por agentes migratorios y llevados a alguna de las 45 instalaciones a lo largo de la frontera, donde sin conocer ni el idioma ni las razones por las que eran literalmente enjaulados. Según informes publicados hace un mes, los menores detenidos solos y sin protección variaban de edad: el 85% tenían entre 13 y 17 años, 13% entre 6 y 12 y un 2% menores de 5 años. 

Los daños psicológicos y físicos llenan kilos de documentos de organizaciones de la sociedad civil que habían buscado diferentes alternativas para poner fin a esa medida absolutamente inhumana y desgarradora. 

Estos espacios de detención eran ‘subrogados’ por empresas de servicios que cobraban por cada niño atendido. En los últimos meses del gobierno de Trump salieron a la luz contratos amañados con gente cercana a la Casa Blanca que recibió más de 300 millones de dólares para mantener a estos niños en situación de vulnerabilidad. 

De los 45 refugios que fueron revisados por el área de Servicios Humanos y de Salud, solo 4 cumplían con los requisitos mínimos, entre ellos contar con personal adecuado para atender niños. Porque hubo muchos abusos, de personal con antecedentes en este delito. 

En junio de 2018 fue tal la presión internacional que Donald Trump (por Twitter, como no podía ser de otra manera) se retractó de mantener estos campos de concentración infantil y entregaron a los menores a jueces para su custodia en territorio de EU. Pero seguían separados de su familia. 

La revista Time convirtió la foto de Moore en una portada inolvidable: la niña llorando mientras Donald Trump la mira diciéndole ‘Bienvenida a Estados Unidos’. 

Desde ayer, esta medida ha quedado sin validez. El Fiscal General Monty Wilkinson, en su memo enviado a todo el territorio estadounidense enfatiza que “las decisiones sobre la presentación de cargos penales deben involucrar no solo la determinación de que se ha cometido un delito federal y que las pruebas admisibles probablemente serán suficientes para obtener y sustentar una condena, sino que también deben tener en cuenta otros factores individualizados, incluidos los circunstancias y antecedentes penales, la gravedad del delito y la probable sentencia u otras consecuencias que resultaran de una condena”

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Hasta el mes pasado, el Departamento de Justicia y la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, un colectivo de abogados que busca reunir a estas familias, seguían sin encontrar los padres de 628 niños que continuaban bajo custodia judicial y que habían sido separados en la frontera con México entre 2017 y 2018. 

La razón es tan brutal como la separación misma: de estos niños, 283 no cuentan con datos que puedan dar de sus familias a los abogados para que busquen a sus familias (la mayoría de Centroamérica) y al menos 60 menores tenía menos de 5 años cuando fueron separados y tienen recuerdos muy vagos de sus padres y de su lugar de origen. 

Entre ellos está, tal vez, aquella niña hondureña, que luego supimos solo su nombre (Yanela) la de cabellos alborotados llorando desconsolada al lado del agente fronterizo antes de que fuera detenida y encerrada mientras su madre era también detenida, pero lejos de ella. 

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