Después de la pandemia, un abandonado sistema de salud
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Médico cirujano con más de 30 años en el medio y estudios en Farmacología Clínica, Mercadotecnia y Dirección de Empresas. Es experto en comunicación y analista en políticas de salud, consultor, conferencista, columnista y fuente de salud de diferentes medios en México y el mundo. Es autor del libro La Tragedia del Desabasto.

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Después de la pandemia, un abandonado sistema de salud
Foto de Alfredo Estrella/ AFP

El sistema de salud en México pasó inadvertido para la mayor parte de la población y del mundo durante muchas décadas.

Seguramente con muchas carencias y terriblemente perfectible, había ofrecido protección y cobertura institucional al 50% de la población de México, dejando desprotegida a la otra mitad. Sin embargo, estas carencias se fueron intentando subsanar poco a poco con incrementos presupuestales a finales de la primera década de este siglo y la cada vez mayor participación del controvertido Seguro Popular.

Siempre pensé que la llegada de una administración que se dice de izquierda conllevaría un incremento importante del presupuesto destinado a la salud, el cual sigue siendo el menor de los países de la OCDE, contrastando con el gasto de bolsillo de las familias, cifra en la cual somos de los más altos. Sin embargo, el gobierno de la 4T no solamente no incrementó el presupuesto de la salud, sino que en términos prácticos aplicó recortes importantes, eliminando programas y poniendo en riesgo la operación de los Institutos Nacionales de Salud.

Aún no llegaba la pandemia a México, y la salud ya era tema de conversación y acaloradas discusiones. Desde el desmantelamiento del sistema de procuración y compras, con el consecuente desabasto, hasta la consecuente afectación a los pacientes con VIH, oncológicos, enfermedades crónicas y, seguramente los más dolorosos, los niños con cáncer.

El mes de enero del año pasado, marcó la desaparición del Seguro Popular (exclusivamente por motivos ideológicos), siendo reemplazado por un INSABI del cual sus incipientes reglas de operación no acaban de ser aterrizadas ni entendidas por los médicos, jefes de área o directores de las unidades de salud… y mucho menos por los pacientes. El ejemplo más claro de la absurda iniciativa la encontramos en la prohibición para cobrar cuotas de recuperación o hacer que los pacientes consigan parte o la totalidad de los insumos para sus tratamientos, lo que en teoría obedece al decreto presidencial de dar universalidad a la salud, sin embargo, no provee del presupuesto ni la metodología para que las unidades médicas estén surtidas, precisamente por el terrible desabasto de medicamentos.

El principal objetivo de esta administración en materia de salud, ha sido el desmantelar el sistema anterior y hacer evidente que fue producto de un desacierto por décadas de aplicación de lo que han nombrado “medicina neoliberal”. Para ello, su estandarte de funcionamiento ha sido la recuperación de obras de infraestructura detenidas y la ampliación de los inmuebles. Todas estas medidas, han quedado evidentemente opacadas ante la falta de medicamentos y las carencias operativas, de insumos y de personal que afloraron con la llegada de la pandemia.

En alguna parte, la 4T llegó a la conclusión de qué en México hacen falta más médicos especialistas, lo cual puede ser correcto. Lo que no previó es que, para entrenar especialistas, se necesita contar con hospitales equipados con la capacidad de formar a médicos con los mayores elementos técnicos que requiere la medicina moderna. En su lugar, se duplicó arbitrariamente el número de plazas para residencias médicas y en el camino se hizo la promesa de que muchas de estas serían realizadas “en el extranjero”. Cientos de residentes se llevaron la mala sorpresa de enterarse que las únicas plazas disponibles fuera de México eran en Cuba.

No me detendré a hacer el sexagésimo noveno análisis sobre el fracaso que ha sido el manejo de la pandemia. Solamente mencionaré que gran parte de la visibilidad actual de las carencias y deficiencias del sistema de salud, se deben a esta tragedia.

Y sí, algún día la emergencia terminará, pero la pandemia permanecerá por muchos años, si no es que para siempre. Hoy en día, el sistema de salud en México se encuentra gravemente herido y ha debido sobrevivir los pasados 12 meses tratando de sacar adelante la mayor crisis epidemiológica de la historia de México. Para ello, ha sido necesario hacer a un lado la atención de los pacientes habituales, entre los que contamos aquellos con enfermedades crónicas, mujeres que requieren diagnóstico y tratamiento de cáncer, la atención y seguimiento de los programas de inmunizaciones pediátricas, los trasplantes de órganos sólidos y tejidos como la médula ósea; y por supuesto, el tratamiento de los niños con cáncer.

El sistema de salud de México no era el mejor, pero esta administración se ocupó de desmantelarlo y ponerlo seriamente en peligro. Cuando pase la emergencia volveremos a como estábamos en enero de 2020, pero arrastrando una nueva enfermedad, nuevas complicaciones y una importante carga en salud que el día de hoy no se encuentra prevista en el presupuesto ni en los planes del gobierno.

Será duro. Será muy doloroso.

El autor es médico cirujano y analista en políticas de salud / @StratCons

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