Una clase gratis de Derecho Constitucional
Ciudadano Político

Provocador de ciudadanos, creador de espacios de encuentro y conocimiento. Exservidor público con ganas de regresar un día más preparado. Abogado y politólogo con aspiraciones de chef. Crítico de los malos gobiernos y buscador de alternativas democráticas. Twitter: @MaxKaiser75

Una clase gratis de Derecho Constitucional
Foto de Marc Sendra Martorell en Unsplash

“La democracia no es sólo una elección, es nuestra vida diaria”Tsai Ing-Wen

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Las democracias no mueren cuando el tirano quiere todo el poder, sino cuando los ciudadanos dejan de luchar por sus derechos. No es la voluntad del tirano la que acaba con una democracia, es la apatía y la rendición de los ciudadanos, que dejan de utilizar los distintos instrumentos que tiene a su disposición para limitar el poder, quienes dejan morir una democracia. Cada abuso de poder por parte del tirano que queda impune, que no es criticado, que no es señalado o denunciado formalmente, se convierte en un paso más hacia el precipicio. Pero también funciona al revés. Cada que se expone, denuncia, señala y ataca formalmente un abuso de poder, se da un nuevo paso hacia la consolidación del sistema democrático.

La gran contribución de la democracia a la humanidad no es la eficacia en la toma de decisiones. La gran contribución de este sistema es su capacidad de evitar que una sola persona o grupo puedan concentrar todo el poder y aplastar con sus decisiones a otra persona o grupo. Se trata de un modelo de organización humana en el que se activan mecanismos de control cada que una persona pretende acumular poder, más allá de lo que el conjunto está dispuesto a tolerar. Es un sistema que hemos ido perfeccionando con base en duras lecciones que provocaron dos guerras mundiales, cientos de golpes de estado, genocidios atroces, abusos sistémicos a derechos humanos básicos y terribles dictaduras. Las lecciones nos llevaron a crear complejas constituciones en las que repartimos distintas funciones en órganos separados que sólo pueden hacer lo que la constitución les permite. Esos órganos se integran por personas que sólo están ahí de manera temporal, algunos de ellos sólo pueden llegar por la vía del voto popular, deben cumplir cierto perfil para ocupar un cargo, y siempre están sometidos a la constitución y las leyes. Todas sus decisiones son revisables y pueden ser sustraídas del sistema, si no cumplen con las reglas establecidas.

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En todas las democracias constitucionales se dota al poder legislativo, normalmente electo por la vía democrática, de la facultad de hacer leyes. Pero siempre respetando tres principios básicos: sólo pueden legislar sobre aquello que la constitución les permite, a través del procedimiento preestablecido y siempre respetando los derechos individuales de cada persona, establecidos en la constitución. En todas las democracias constitucionales existe un poder judicial encargado de cerciorarse, en todo momento, que los legisladores cumplan estos tres principios. Cuando no cumplen, esa ley debe ser eliminada del sistema. Normalmente son los ciudadanos, a través de mecanismos constitucionales, como el amparo en nuestro país, los que acuden a un juez a preguntar si una ley cumple o no con estos tres criterios. Lo mismo sucede con las decisiones de los gobiernos. También se revisa que se limiten a sus funciones y facultades, y no violen derechos individuales. En las democracias más desarrolladas del mundo los ciudadanos se toman muy en serio este ejercicio. Junto con el voto para escoger cargos de alta relevancia, es en el control permanente de la regularidad de las miles de decisiones diarias en donde cuidan y desarrollan su democracia. Pero por eso es también ahí donde puede empezar a morir. Cuando los abusos de poder se quedan impunes, cuando no se revisan y no hay responsabilidades, las democracias se van desdibujando, y el poder se empieza a concentrar en unas pocas manos. Por eso, es nuestra responsabilidad utilizar estos instrumentos de manera permanente y contundente, además del voto, para limitar el abuso diario del poder. Es nuestro derecho, está en nuestras manos, y ningún berrinche debe desalentarnos.

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