Ojalá que no sea un chisguete…
Ángel Guardián
Ojalá que no sea un chisguete…
Foto: Pemex/Flickr

Se supone que este día en que se celebra un aniversario más de la expropiación de la industria petrolera, el presidente Andrés Manuel López Obrador hará el anuncio de un gran yacimiento en Tabasco. El estado natal de AMLO.

Dueño de una gran capacidad de hilar simbolismos (o de dar atole con el dedo), AMLO aprovechará la tribuna que rodea esta nacionalísima ocasión para decir que “vamos bien”, o “requetebién”, que no sólo la pandemia está siendo bien administrada, sino que, como es natural, el destino nos sigue premiando con una riqueza en el subsuelo que ni Obama la tiene. OK, que ni Joe Biden tiene (aunque sí tenga vacunas, que no quiere rolar).

El hallazgo, que si es grande o relevante no hará más que reforzar el idilio que el presidente tiene por los hidrocarburos fósiles, tendría un potencial importante, similar a otros campos en la región, sobre todo los llamados Ixachi y Quesqui. Es decir, tendría un impacto en las reservas de México, pero no tan grande como para pensar en rendimientos y rentas cuantiosas.

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Los dos yacimientos mencionados se han descubierto durante la administración actual, si bien su exploración data de varios años atrás. Ixachi tiene inos 2 mil millones de barriles equivalentes de petróleo (BEP), y Quesqui tiene aproximadamente mil millones BEP.

Afortunadamente para Pemex, y para las finanzas nacionales, estos campos, y el nuevo, si es que coincide con las versiones que se han esparcido, se ubican en áreas de fácil extracción. Es ahí donde la empresa productiva del Estado es competente. Los yacimientos en esta región ya producen tanto aceite como gas, si bien a un alto costo, pero de cualquier manera son rentables, y lo serán más en la medida en que se mejoren los precios internacionales.

Algunos analistas han salido a advertir que el anuncio podría no ser tan relevante y que, como maestro de los símbolos, AMLO utilizará su pirotecnia verbal para, a la manera de muchos de sus antecesores en el puesto, utilizar el 18 de marzo para propaganda energética.

Más allá del volumen potencial que contenga el hallazgo, lo que seguro sí habrá será una arremetida en contra del tsunami de amparos que se están presentando en contra de la ley de la industria eléctrica que el Congreso le aprobó a la 4T. Ya se han presentado acusaciones contra los jueces que han dado curso a estos amparos (y los que faltan), por lo que el 18 de marzo suena como una perfecta excusa para que AMLO afiance su populismo energético y nos venda la idea de que la salvación para el país, desde ni más ni menos que su trópico, está más cerca que nunca.

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