Sobre el desafuero y un abanico
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

Sobre el desafuero y un abanico
Saúl Huerta Corona. Foto: diputados.gob

La Sección Instructora de la Cámara de Diputados aprobó el pasado lunes el dictamen para declarar la procedencia de las demandas contra, entre otros, los diputados Saúl Huerta y Mauricio Toledo. De esta forma, se espera que este miércoles la Comisión Permanente convoque a un periodo extraordinario para proceder a levantarles la inmunidad o “desaforarlos” para usar el término más conocido.

La noticia llama mucho la atención por varias razones. La primera: las y los diputados de la actual LXIV legislatura dejarán sus asientos el 31 de agosto. Dejemos a un lado que para ese día al menos Saúl Huerta perderá su “fuero”: ¿para qué deberían las personas salientes preocuparse?

En segundo lugar, los procesos de declaración de procedencia están tan mal diseñados que se han vuelto una verdadera patente de corso para quienes legislan: al contrario, casi todas las democracias, la inmunidad procesal no está acotada a proteger el quórum, protegiéndose a las personas en su lugar.

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Aún cuando hubiese causales sólidas para retirarle la inmunidad a una persona, el órgano al interior de la Cámara de Diputados que decide o no la procedencia de las solicitudes que emite la autoridad judicial, la sección instructora funciona por criterios políticos y no técnicos. Incluso está controlada por Morena. 

Lo anterior significa que las decisiones se suelen tomar cuando hay una decisión política previa, o cuando las presiones para que se proceda por parte de la opinión púbica sean tan fuertes que sea políticamente costoso proteger a una persona, como sucedió hace unos años con Julio César Godoy Toscano y más recientemente contra Cipriano Charrez.

Todavía más: parece ser tan importante Toledo para el Partido del Trabajo que promovió su reelección en un distrito de Puebla, aunque esta legislatura ocupaba un asiento plurinominal en la Cuarta Circunscripción, como parte de las cuotas de la Ciudad de México. Irse contra él podría dificultar las negociaciones al interior de la coalición en el gobierno, y Morena requiere sus votos para tener mayoría.

Entonces, ¿por qué está tomando la Cámara de Diputados una decisión que va contra todas sus lógicas de operación en años anteriores? En mi opinión, porque todas las razones arriba expuestas pesan menos que la crisis de credibilidad con la que iniciaría la próxima LXV Legislatura si no se tomase una decisión de esta magnitud. 

La razón: por primera vez hay un grupo de legisladoras y legisladores que permanece. Antes podían olvidarse fácilmente de cualquier escándalo, porque las personas se iban a su parte al finalizar su mandato. Hoy hay un costo ante la percepción pública, aún cuando alguien haya ganado una elección con todo y acusaciones, como Toledo. Lo anterior hace que la institución en su conjunto descubra que, o toma una decisión, o todos sus integrantes se verán afectados por la crisis de legitimidad resultante.

O como diría un famoso adagio gringo que no pienso traducir, shit hits the fan. Y cuando a todos les salpica, se tienen que tomar decisiones difíciles. Así opera la reelección de cuentas en una democracia: no por la generosidad de nuestros gobernantes.

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