Gordísimo
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

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Gordísimo
Foto: Pixabay

A Joaquina: por tanto baile juntxs

Caer gordo. Ganarse el gordo. Dejarse ir como gordo en tobogán. Lo gordo, en este país, tiene connotaciones culturales que entendemos fácilmente. Y ahí al parecer no hay nada de malo. Al parecer. Hasta que intentamos ver un poquito más allá y comenzamos a armar un rompecabezas que a veces parte de una expresión así, arraigada en la cultura y termina en una situación que complejiza las vidas de miles de personas de todas las edades todos los días.

Según el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), “la gordofobia es un fenómeno sociocultural económico y político, que está cargado de prejuicios valorativos, incitadores de odio contra los cuerpos que no entran dentro de los cánones corporales normativos”. Esos prejuicios los hemos reproducido voluntaria o involuntariamente desde siempre, aunque no lo notemos. Porque todos hemos reído con un chiste de gordos, o llamado a alguien “gordo” porque los demás le llaman así, o reído ante una situación que pone en evidencia la corporalidad de alguien más. 

Aquí, seguramente, entran los argumentos de quienes usando el término “generación de cristal” intentan pasar de lado una conversación como ésta. Porque es un ejemplo de libertad de expresión tener un punto de vista así, también lo es de obtusidad. Si no podemos revisar las prácticas de violencia que hemos tenido históricamente: ¿para qué entonces pensar en avanzar intelectualmente si todo ya estaba bien así?

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Un ejemplo aquí: cantante, compositora, locutora de radio y ahora modelo plus size (porque claro, para mucha gente todavía hay que aclarar un término así). Estoy hablando de Joaquina Mertz, a quien hemos visto lo mismo desfilar en las páginas de Vogue o la revista Quién, en escenarios de todo el mundo y más recientemente en una campaña para la marca Levi’s. Todo ese currículum, toda esa experiencia y toda esa belleza y todavía es común encontrar a alguien que la llama “gorda”. Eso, en efecto, es gordofobia. 

Otro caso, en otro lugar el mundo: Erik Cavanaugh. Con 28 años se ha convertido en una referencia en el mundo de la danza, no únicamente por sus habilidades para ésta, sino por su masa corporal. Es un hombre grande, un gordo, que, oh sí, se atreve a bailar, reventando mientras lo hace todas nuestras ideas preconcebidas sobre cómo deberían ser los cuerpos de quienes se dedican a ello. A él también, hay quien todavía descalifica por ser gordo, y oh, craso error: por pertenecer a la comunidad LBGT+. En pleno 2021, no le ha detenido nada: sigue bailando y saltando en su cuenta de IG mientras nos hace cuestionar nuestras habilidades para el baile y entender que la libertad es cuestión de movimiento. Y él, nos está moviendo con ello. 

Más reciente y también cerca. La marca Nike decide incluir a Herly RG, comediante, influencer self made, creadora del personaje “Tomás”, en su más reciente campaña. Las imágenes comienzan a aparecer en espectaculares en las principales ciudades de México, una campaña, vaya, en toda la extensión de la palabra. Basta echar un ojo a las reacciones de Herly para notar que esa pequeña muestra de odio en redes tiene por supuesto, una escalada en la vida diaria. Aunque hayamos aprendido a hacer como que no. Eso también es gordofobia. Y para muestra, un tuit.

Entrados en lugares comunes, hay quien interpela que hablar de gordofobia en realidad es una apología de la gordura y por ende, atenta contra la salud. Exacto: ahí también hay gordofobia. Porque asumir que todos los cuerpos son iguales es asumir que los tamaños dictan todo. Y no. En estrictos términos médicos cada cuerpo es infinitamente diferente y, hablar de los cuerpos grandes no es promover hábitos que puedan ser perjudiciales a la salud: es hablar de la necesidad que tenemos de entender la infinita gama de corporalidades que existe. 

Al igual que con caso como el grito “Puto” en los estadios, este es un ejemplo perfecto de cómo el lenguaje violenta y al mismo tiempo, cómo a partir de éste se pueden construir parajes más amplios, incluyentes y dignos del momento histórico que nos toca vivir. Porque tenemos todo de nuestro lado para dejar de ser ese personaje básico que en otro contexto se burlaba de una situación como el peso de alguien más, y comenzar a ser esas mentes que no solo pueden reír de otra infinidad de cosas sino también, construir a partir de ello. 

El humor es un lujo. No lo desperdiciemos en lugares comunes. 

Miguel Ángel Ángeles es escritor, periodista, locutor y productor en Aire Libre 105.3 FM y gestor cultural. Ha escrito para medios como Vogue, Rolling Stone, Esquire, Código,  El Universal entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor y Bullterrier FM. La han llamado “gordo” muchas veces: y aquí sigue. 

Mail: [email protected] / Twitter: @mangelangeles / IG: @miguelangelangeles

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