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Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

X: @mangelangeles

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Foto: Pixabay

Cancelar. No por moda sino por necesidad. Cancelar un número perdido, un aparato telefónico. Cancelar. Cancelo para poder seguir adelante esperando que no haya repercusión.

Hace más de una semana, caminando por esas calles que son mías hace años, pasó algo: me asaltaron. Me asaltaron y quise defenderme. No quise que me hicieran esa famosa llave china que te deja inconsciente. Me defendí: apreté una mano y logré que no pasara.

Cancelar. Dejar atrás un número que ha estado vinculado a ti durante años. Cancelo el teléfono. Cancelo el aparato. Cancelo, ¿qué viene luego?

Viene el mundo. Ese en el que dependes de un número que te identifica para casi todo. Ese mundo en el que tienes fotografías de gente que amas. Ese mundo que amas, ahora en manos de gente que no conoces. ¿Qué número somos?

Cancelar:
el miedo
la desconfianza de tus calles
la certeza de que tu contraseña funciona
la idea de que somos una ciudad segura

la idea de que eres tu ciudad: no.

No, yo no. No asaltaría.

No creo en el punitivismo. Creo en la justicia restaurativa y en la justicia social. No creo que alguien se levante en la mañana pensando: “quiero asaltar”.

Pero ya no creo en mis calles y en la oportunidad de caminar en ellas. Por ahora, claro. La esperanza siempre regresa. Igual la confianza.

Cancelar: la desconfianza.

Hoy elijo pensar que podemos seguir confiando. En medio de todo esto podemos salir a la calle: ser. Nada me da la certeza de calles seguras o economías con futuro. Pero algo me dice que hay cosas por ver.

Cancelar: el miedo.

Quiero cancelar ese miedo que durante años me hizo fotografiar la placa del auto de Uber que recoge a mis amigas. Cambiar el miedo que me hace preguntar: ¿ya llegaste?

Cambiar la idea de que nadie nos cuida. Desde mi única personalidad. Un día en la noche. Un día en que nadie tendría que asaltarme (o violarme, además, sí soy mujer).

Cancelar: ¿hoy?

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