La camiseta es una loza
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

La camiseta es una loza
Foto: fcbarcelona.es

Ferran Torres falló todas las oportunidades claras que tuvo frente al Napoli en el encuentro de Europa League. En un partido en que el Barcelona generó más juego y sofocó al rival, el nacido en Foios, que volvió a jugar en su posición natural de extremo, cedió a la sofocante presión de estar en un club de élite.

La idea de Xavi va cuajando de a poco. Los extremos generan amplitud en la delantera y abren espacios para la llegada de los interiores desde segunda línea. Contra el Napoli se vio un equipo voraz en la recuperación del balón y en la creación de ocasiones, pero errado frente a la portería rival. Aubameyang se asoció muy bien con sus compañeros. Adama, que es un tiro cuando corre al espacio y un bulldozer cuando encara a los defensas rivales, fue incisivo y mostró la diferencia entre haberse criado o no en la Masía: porque a pesar de que conoce bien la Liga española y llegó al Camp Nou con el ritmo de competencia de la Premier, justo como Adama, Ferran Torres lució incómodo en el campo.

El hincha de cepa recuerda a otros fichajes –como Luis Suárez– que necesitaron adaptación para luego brillar y por eso aún no condena a Ferran Torres. Lo dicen leyendas del club como Puyol o el mismo Xavi, que lo ve entrenar a diario: Ferran dará alegrías al barcelonismo. El egarense hizo énfasis en que la camiseta del Barcelona pesa unos kilos más que otras y los partidos no van de sensaciones, sino de resultados. El empate deja muy vivo al Napoli, ordenado en defensa y destructivo en sus contragolpes, después del arreón al que los culés lo sometieron en la segunda parte; pero esa misma situación trae esperanza a los azulgrana: con la puntería más fina, se podrá hacer daño en la vuelta y superar la eliminatoria. Ayuda, también, que habrá solo una semana de descanso entre cada partido. No hay tiempo para lamentaciones.

La curiosidad del partido vino luego de un penal rigorista por mano en el área napolitana, fabricado por Adama. Ferran marcó y al festejar, su camiseta no tenía el escudo del club ni el logotipo de la marca de ropa, solo el estampado del patrocinador; perfecta metáfora del Barcelona actual: un club desdibujado, que prioriza a sus patrocinadores por encima de la ideología que lo consagró.

En el último tramo de partido, Dembélé entró por Adama y el Camp Nou lo recibió con rechiflas. Sabedor de que le quedan pocos días en el club, sacó a pasear a la defensa napolitana. La ventaja de que los silbidos te ensordezcan es que después ya no tendrás que escucharlos. Quizá por eso tampoco se inmutó cuando el estadio reculó y decidió aplaudir sus regates en seco y sus centros punzantes al área.

El equipo carbura mejor que hace tres meses, tiene rumbo y algo de ritmo, aunque falta encajar las piezas. Preocupa Ferran, al que quizá le pesan más los 50 millones de euros que el club pagó por él, que la propia camiseta. La historia indica que la del encuentro con el Napoli no será su única noche de terror, porque así es el deporte; lo importante será ver qué tanto tesón tiene para reponerse.

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