Llegar y besar el santo
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Llegar y besar el santo
El nuevo delantero del Barcelona. Foto: @Auba/Twitter.

El paradigma de fichaje invernal en el FC Barcelona es Edgar Davids. Inteligente, comprometido, de físico notable y depurada técnica, el centrocampista holandés le dio balance al equipo y lo ayudó a clasificarse a Champions League cuando más necesitado estaba. Una gran incorporación, pese a que su vínculo con el club catalán duró solo seis meses. Se convirtió en el ejemplo a seguir porque desde la primera semana jugó como si llevara una vida entera en el Camp Nou.

Desde entonces, el Barcelona ha recurrido en pocas ocasiones al mercado invernal, casi siempre para apuntalar una plantilla de calidad pero mermada en lo físico. Esta vez, el club, severamente castigado en lo económico y lo deportivo, recurrió al mercado en busca de un milagro que sanara su raquítica delantera. Y al parecer lo encontró en Aubameyang. Sí, las incorporaciones de Adama Traoré y Ferran Torres también han contribuido a la movilidad del equipo y a que Xavi pueda expresar mejor su idea del futbol, pero Aubameyang está brillando como si tuviera 22 años y no 32.

Lo que Xavi exigía del delantero centro que llegara en invierno era movilidad en el área, desmarque, asociación con sus compañeros de arriba y gol, mucho gol. El gabonés cumplió con esas tareas desde el primer partido y los goles han llegado en racimo: siete en diez partidos. Esos registros se parecen mucho a los 10 goles en 14 partidos que logró en sus primeros seis meses en el Arsenal, cuando lo compraron por 63 millones de euros al Borussia Dortmund en enero de 2018. Sus estadísticas denotan el carácter fuerte, la rápida adaptación al cambio y la mentalidad ganadora que tanto lo han hecho brillar en Europa desde hace diez años.

Cuando arribó al Borussia Dortmund en 2013 tuvo que cargar con la responsabilidad de llenar el hueco que recién había dejado Robert Lewandowski con su marcha al Bayern Munich. Aubameyang no se achicó, asumió la responsabilidad y demostró su amplia gama de recursos en el área. Ya en el Arsenal supo lo que es llevar el brazalete de capitán y levantar trofeos importantes que ayudaron a recuperar la moral del equipo. Después vendrían los sabidos desencuentros y gestos de indisciplina con Mikel Arteta y la directiva. Eso viene con el paquete de la explosividad: si el jugador no se siente cómodo o valorado, siempre buscará la manera de moverse del lugar en el que está.

Ya en Barcelona, el gabonés supo tomar la que quizá era su última oportunidad de jugar en un equipo de élite. Por supuesto, no ha desentonado y lleva al hincha blaugrana a preguntarse cuál habría sido su progresión de haber llegado a la Ciudad Condal hace cinco o seis años. Discípulo de Klopp, Tuchel, Wenger, Arteta y ahora Xavi, pocos jugadores pueden presumir, como él, haber tenido tantos entrenadores tan tácticos. Y a todos supo llenarles la pupila.

Ya sea en sus años cúspide (cuando se consagró como el jugador más veloz del mundo) o ahora, que se dedica a cazar goles con naturalidad en Barcelona, Pierre-Emeric Aubameyang es un ejemplo de constancia y calidad.

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