Reducir la corrupción es posible: digitalicemos trámites
Barriendo las escaleras

Directora Ejecutiva de la Iniciativa de Transparencia y Anticorrupción del Tec de Monterrey. Creyente de que México será el país de Latinoamérica con menores índices de percepción e incidencia de corrupción, con las instituciones más transparentes y con la ciudadanía más comprometida y activa en la denuncia de actos de corrupción. Abogada por el ITAM, maestra por Fletcher, Tufts.

Twitter: @itac_tec  @AngEstrada5

Reducir la corrupción es posible: digitalicemos trámites
Foto: Pixabay

Han sido muchas las ocasiones en las que me han preguntado que por qué me dedico a la anticorrupción si nunca se va a acabar, es justamente este el punto de partida de mi respuesta: efectivamente, la corrupción no se va a acabar y con esa seguridad lidiamos quienes nos dedicamos a este tema. Lo que buscamos tiene objetivos diversos y mucho más humildes, aunque no menos importantes: ¿cómo disminuimos la microcorrupción, esa a la que estamos expuestos tú y yo cuando hacemos un trámite, por ejemplo? ¿Cómo logramos desinstitucionalizarla? ¿Cómo logramos que la corrupción deje de percibirse como “el aceite que engrasa los engranes de la maquinaria del Estado”? ¿Cómo hacemos que se investigue y se juzgue a los cleptócratas? ¿Cómo incentivamos la denuncia de corrupción? ¿Cómo debemos vincularnos con el resto de los países para trabajar coordinadamente en combatir la corrupción? En fin, son muchas las aristas desde las que puede abordarse el tema, todas relacionadas con disminuirla y controlarla, ninguna con erradicarla.

Ahora bien, Robert Klitgaard, economista estadounidense, dice que “la corrupción es un fenómeno de sistemas más que de valores culturales o de ética individual”. Es decir, la falta de honestidad y de integridad del actuar de algunos quedaría relegada a ilusiones si no existiera un sistema que las soporta, las permite y que hasta las incentiva. Asimismo, Klitgaard nos da una pista importante respecto de cómo atacar o combatir la corrupción: no centremos nuestros esfuerzos en incentivar los valores, centrémonos en mejorar los sistemas para impedir que los corruptos realicen sus fechorías impunemente.

Un método que atiende al sistema más que a los individuos es la digitalización de trámites gubernamentales, o como algunos países le llaman el gobierno electrónico. ¿De qué se trata? La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lo define así: “el gobierno electrónico (e-gobierno o e-government) es el uso de las Tecnologías de la Información y Telecomunicación (TIC’s), particularmente internet, como una herramienta para alcanzar un buen gobierno”. Imagínate que quieres sacar o renovar tu pasaporte y que puedes hacerlo sin tener que ir a una oficina, sin tener que vincularte directamente con servidores públicos, solamente llenando un formato, fotografiando, escaneando y subiendo los documentos que acrediten tu personalidad, haciendo el pago a través de esa misma página o subiendo tu recibo de pago y, como resultado, recibir en tu casa tu pasaporte. ¿Te parece imposible? Hay muchos países que ya lo hacen. El pasaporte es solo un ejemplo, y uno de los más sencillos. Imagínate poder llevar a cabo procesos administrativos completos, compras gubernamentales, obtención de documentos, pago de servicios, todo ello sin necesidad de ir a una oficina y sin tener que cruzar una sola palabra con una persona.

Pero la digitalización no es magia. El adecuado funcionamiento de los gobiernos electrónicos va acompañado de otras cosas que resultan indispensables, por ejemplo, el libre acceso a internet. En 2020, el Inegi estimó que en México existen 84 millones de usuarios de internet, que representan el 72% de la población de seis años o más. Se requiere que todas y todos tengamos un celular, una computadora o un aparato electrónico que tenga internet. Es necesario también que las páginas sean sencillas y amigables para cualquier usuario. Del lado del gobierno son indispensables varias cosas, como que los servidores públicos tengan computadoras con internet y que sepan usarlas, que tengan y usen un correo electrónico institucional, que la dependencia tenga un sitio web, que cuente con redes intracorporativas (intranet, extranet, LAN, etc.), que reciban capacitación para operar los servicios del gobierno electrónico, entre otras cosas.

En México tenemos el dinero y las capacidades técnicas y humanas para lograr todo lo anterior tanto a nivel federal como a nivel estatal y municipal. De hecho, ya algunas entidades federativas y municipios cuentan con servicios y trámites digitalizados, sin embargo, a nivel federal vamos muy atrasados. La ONU realiza una medición bianual (E-Government Survey) relacionada con el nivel de digitalización de 193 países. En el 2020, México ocupó el lugar 61, por encima de nosotros están –de América Latina– Uruguay, Argentina, Chile, Brasil y Costa Rica.

Es innegable que la digitalización gubernamental conlleva una inversión financiera y de recursos humanos importante que, no obstante, tendría grandes y muy buenos retornos sociales. No solamente los relacionados con la disminución de los costos y del tiempo de la ciudadanía al poder gestionar muchos trámites de gobierno a través de internet, sino también a partir de incentivar la transparencia y la rendición de cuentas por medio de páginas electrónicas en las que fácilmente pudiéramos acceder a los gastos de los funcionarios públicos, así como a las inversiones del Estado. Se incrementaría la participación ciudadana y muchas dependencias y entidades de gobierno podrían usar internet para capacitar a sus funcionarios y usuarios. Nuestra calidad de vida mejoraría, la confianza en las instituciones incrementaría, la percepción de corrupción disminuiría y la incidencia de corrupción se reduciría.

El mundo digital tiene, sin duda, sus problemas, sin embargo, los mecanismos de supervisión y de corrección de riesgos son, en principio, más sencillos que los procesos de la burocracia tradicional.

Erradicar la corrupción es imposible, quien lo prometa está mintiendo descaradamente. Disminuir la corrupción diaria, la microcorrupción, la que enfrentamos tú y yo diariamente es posible a través de los gobiernos digitales.

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