Una alianza entre el fiscal y el canciller

Estudió filosofía en Friburgo. Su ocupación principal es ser ghost writer de políticos y otra gente sin oficio ni beneficio.

Una alianza entre el fiscal y el canciller
Foto: iStock.

Al fiscal de la república pudo perdonársele la presunta corrupción y el abuso de poder, pero no que se entrometiera en la sucesión presidencial. El agravio más reciente y quizá lo que terminó de inclinar la balanza a favor del Hijo Del Periodista en el pleito que sostiene con Hertz, es que el fiscal intenta influir en la sucesión presidencial, acordando una alianza con el canciller de la República.

El canciller le propuso al fiscal que resista en el cargo, que lo ayude proveyéndole información y preparando carpetas contra sus adversarios políticos, al mismo tiempo blindándolo contra cualquier posible chantaje que asegure su disciplina con una candidatura que no sea la suya, especialmente sobre un posible desvío de recursos a un fideicomiso a Singapur relacionado con la Línea 12. A cambio, Ebrard le ofrecería protección y continuidad hasta terminar su mandato (si la edad y la salud se lo permiten). El presidente tuvo conocimiento de esta reunión y no ha dejado pasar el atrevimiento de intentar arrebatarle el control de la sucesión.

El fiscal ya sostenía una relación de confianza con el canciller a partir de que decidió proteger a su operador, el diputado Casarín, en una pesquisa enderezada contra Cabeza de Vaca en la que pasó de indiciado por lavado de dinero a testigo colaborador. Mientras los asesores de Palacio aconsejan una discreta defenestración de Ebrard, el presidente ha apostado por el manejo del tiempo, por apapachar al canciller hasta que ya sea demasiado tarde para emprender la aventura por su cuenta.

¿Renunciará Hertz “por motivos de salud”? En tanto eso se resuelve, el presidente busca fiscal. En sus tribulaciones y después de iniciar consultas al respecto, AMLO ha pensado en nombrar a Maldívar Lelo de Larrea, el custodio de los tribunales que tan bien le ha servido pero que, por lo mismo, ha acusado un agudo desgaste en su prestigio, que es lo que la fiscalía más necesita en estos momentos. Maldívar no cumple los requisitos constitucionales, pero eso nunca ha importado mucho en las decisiones presidenciales.

Por otra parte, Germán Martínez, a quien el presidente ya había ofrecido la fiscalía en dos ocasiones anteriores, ha levantado la mano y ha hecho llegar al presidente el mensaje de que ahora sí acepta, pero el presidente no olvida las críticas y que haya mandado al diablo su consulta de revocación y, en respuesta, lo ha incluido en su lista de traidores.

El perdón no es su fuerte. Sin opciones, el presidente enfrenta la disyuntiva de intentar la imposición de Maldívar o dejar que el fiscal termine, cuando menos, su sexenio con consecuencias imprevisibles para la sucesión presidencial.

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