Redes antisociales

No sé si te pase lo mismo que a mí: desde hace tiempo las redes sociales me parecen todo menos eso. Arrancaron siendo un punto de convergencia social que cumplió y rebasó el vaticino de la “aldea global” con la que Marshall McLuhan, en los años 60, describió la transformación que los medios electrónicos de comunicación lograrían para una sociedad globalizada, y hoy considero que son un enorme escaparate comercial. 

Desde 1995, con el surgimiento de la primera idea de red social Classmates.com, a la fecha han proliferado plataformas digitales y transformado nuestra forma de interactuar en lo social, lo psicológico, lo profesional, lo económico… de manera hipersegmentada por intereses y necesidades. En el camino muchas han desaparecido, mientras que otras han entendido o mal entendido y utilizado el poder político, social y económico que representa la necesidad de comunicación que ha tenido la humanidad desde el principio de los tiempos.

El informe global digital de Hootsuite y We Are Social 2022 confirma que para julio de 2022 la base global de usuarios de redes sociales alcanzó un total de 4 mil 700 millones de usuarios, mismos que representan al 59% de la población mundial total. Es un mercado fabuloso exclusivamente para los dueños de TikTok, Twitter y Facebook, quienes tienen más consumidores que vincular a marcas comerciales que a usuarios entre sí mismos.

Mark Zuckerberg tiene ya mucho tiempo desentendiéndose de Facebook para supuestamente enfocarse a crear su metaverso.  Desde 2021, Meta ha venido perdiendo usuarios, interacción y valor de mercado, por lo que su popularidad va en caída libre.

Por su parte, Elon Musk –suponiendo que Twitter no era la red social que el mundo merecía– la compró después de demasiada especulación. El resultado: los ingresos de la red social han sufrido una caída de 40% en el primer trimestre del año, ha implementado diferentes estrategias de monetización e incluso amenazado con la eliminación de verificación gratuita a usuarios, quien la quiera debe pagar 8 dólares mensuales. Lo único que ha logrado es que los usuarios se desencanten aún más de la plataforma.

TikTok ha aprovechado muy bien toda esta coyuntura, además de la guerra geopolítica entre China y Estados Unidos, que involucra por supuesto a las grandes tecnológicas. En fechas recientes, el Congreso estadounidense no logró convencer con malos argumentos a los 150 millones de usuarios TikTok en su país, y lejos de debilitar la plataforma propiedad de ByteDance, la popularizó. De acuerdo con el informe Influencer Marketing Benchmark Report 2023, de Influencer Marketing Hub, “TikTok (utilizado por 56% de las marcas que utilizan el marketing de influencers) es ahora el canal de marketing más popular, saltando a Instagram (51%) por primera vez, y muy por delante de Facebook (42%) y YouTube (38%)”.

Estos números demuestran que TikTok está en el mismo camino que sus antecesores y que lo único que los diferencia es el tiempo. En breve, sus usuarios encontrarán una plataforma cada vez menos social y mucho más comercial, saturada de influencers recomendando productos y servicios disfrazados de buenos consejos.

Las redes sociales han perdido su principio fundamental de conectar a la gente, interconectar amigos y permitirnos interactuar de acuerdo con intereses, sin que haya exclusivamente un fin comercial de por medio. Nos han convertido en productos y se han convertido en redes antisociales.

Precisamente eso lo que está creando nuevos conceptos y plataformas en línea muy pequeñas (VSOPs, por sus siglas en inglés), redes sociales creadas con propósitos especiales y reglas descentralizadas que tienen características más abiertas, con moderación controlada de acuerdo con el tipo de contenidos y su naturaleza, no de forma generalizada a toda la plataforma, como “un lugar en donde muchos mundos puedan encajar”.

Ese será tema de mi siguiente columna.