Sergio Busquets, el último guardián del estilo
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Sergio Busquets, el último guardián del estilo
Busquets dejará el Barcelona al finalizar la temporada. Foto: @FCBarcelona_es/Twitter.

Sergio Busquets, el eterno 5 del Barcelona, anunció que dejará el club a final de temporada, luego de 15 años en los que lo ganó todo y también miró al equipo de sus amores descender al infierno.

Su carrera como azulgrana es una de las más peculiares. Un minuto después de su debut en tercera división, el 28 de octubre de 2007, con 19 años, anotó el gol del empate a dos contra el Banyoles. El Barcelona B terminaría ganando ese partido 3-2 y su entonces entrenador, Josep Guardiola, declaró: “No sé quién le habrá enseñado a jugar a Sergio, porque su padre era un desastre“, refiriéndose a Carlos Busquets, otrora portero del Barcelona. Dos años y nueve meses después de ese debut, sería campeón del Mundo en Sudáfrica 2010. Y sin haber cumplido cinco años como profesional ganó la Eurocopa de Polonia-Ucrania 2012. Antes, claro, ya había ganado un sextete histórico con el Barcelona, al lado de “Pep”, su entrenador, descubridor y adorador.

Ser así de precoz y efervescente puede arruinar a cualquiera. En el futbol de élite, donde el calendario y los hinchas son igual de inclementes, no bastan unos destellos de genialidad para forjar un mito. A Busquets lo ayudaron su inaudito tesón, su inteligencia y el profundo amor que sentía por el escudo. ¿De qué otra forma se puede destacar en un club que honra tanto la figura del pivote, del 5, del mediocentro defensivo?

Tardó demasiado en abrir sus redes sociales y, cuando lo hizo, casi no las atendió; no armó líos en centros nocturnos, como muchos jugadores de medio pelo de su generación; no le obsesionaba convertirse en una marca comercial, como a tantos jugadores jóvenes; no posó en yates con supermodelos ni destrozó su casa con fiestas maratónicas; no se enfrascaba en intercambios de declaraciones con rivales ni entrenadores, al contrario: lo admiraban. Procuró ser discreto en cada aspecto de su vida, para que fuera su futbol el que hablara, como hacían los jugadores de antaño.

Aquella simulación que hizo en el partido de vuelta de las semifinales de Champions League 2009-10 contra el Inter le granjeó muchos odios y una fama de payaso. Su dramatismo luego de recibir una bofetada fortuita le valió la segunda amarilla a Thiago Motta e hizo que el brasileño se perdiera la final que a la postre ganó su equipo. Una mancha, sí; pero sus trofeos, sus 718 (que podrían ser 723) partidos como azulgrana y su inconfundible estilo de juego se encargaron de comprobar que los detractores estaban equivocados.

En lo colectivo se le recordará siempre por ser uno de los tres pilares que conformaron el que quizá es el mejor mediocampo de la historia (a la altura del de Holanda en el 74 o el de Brasil en el 82) con Xavi Hernández y Andrés Iniesta. En cuanto al bizantino debate sobre cuál es el mejor 5 de la historia –si él o Fernando Redondo–, cabría sopesar los dos aspectos que componen a un futbolista de leyenda: la técnica y la lectura del juego. Redondo tenía una técnica exquisita que le permitía saltar líneas y driblar mágicamente a sus rivales, pero su visión táctica era muy descuidada, porque sus arrebatos de genialidad lo hacían dejar huecos en la defensa que sus compañeros no podían cubrir. Busquets, en cambio, tenía la suficiente técnica como para deshacerse de un rival que lo presionara alto y después encontrar con un pase mágico al compañero mejor posicionado para continuar la jugada. No flotaba por el campo como Redondo, pero conocía cada palmo del terreno y sabía cómo y cuándo abarcarlo con belleza.

Cambió por completo el rol del mediocentro defensivo y no habrá un nuevo Busquets, porque en el futbol actual (donde priman la velocidad y el físico sobre la inteligencia y la plasticidad) ya no caben los jugadores pausados como él. Igual no hace falta buscarlo, porque es irrepetible.

Qué dicha haberte visto jugar. T’estimem molt, Busi.

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