En IA, ¿quién da más por el ser humano?
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Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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En IA, ¿quién da más por el ser humano?
La controversia en torno a Gemini toca fibras sensibles en la conciencia social y ética de nuestra sociedad, reflejando una arraigada discriminación, negligencia tecnológica, y la falta de empatía en el desarrollo y despliegue de inteligencia artificial. Foto: Tara Winstead/pexels

El llamado capitalismo chino tiene perfectamente claro que la Inteligencia Artificial (IA) y el desarrollo económico están estrechamente ligados; ha venido invirtiendo en su investigación y desarrollo tanto en la industria como en la academia, sin dejar de lado un fuerte control estatal.

Como potencia económica y tecnológica, China ha centrado sus esfuerzos en estar a la vanguardia en capacidades de procesamiento del lenguaje natural, la robótica, la visión artificial para la automatización de tareas y la creación de oportunidades de negocio, que han sido muy fructíferas para algunos y nefastas para otros que no han sabido adaptarse a los nuevos retos tecnológicos.

Pero más allá del desarrollo económico, y eficiente los servicios públicos, el sistema de salud y educación, el gobierno chino utiliza la IA para, en tiempo real y permanente, vigilar y tener control de sus habitantes violando flagrantemente sus garantías individuales.

El resto del mundo tiene un enfoque diferente que prioriza la cercanía del gobierno con las empresas tecnológicas creadoras de las IA.  Se distinguen dos bloques importantes, la Unión Europea (UE) y en Estados Unidos, ambos conceden la descentralización de esta tecnología, confían en la autorregulación, y el respeto en la recopilación y uso de datos de los usuarios. China por su lado utiliza la IA para la rápida recopilación de datos de usuarios e incluso desarrollaron ya aplicaciones militares y sistemas de armas autónomas para mantener la seguridad en su país.

La UE logró una normativa propone respuestas concretas a los riesgos de la IA, promoviendo una adopción de esta tecnología de forma confiable y centrada en el ser humano para garantizar la protección de la salud, la seguridad, los derechos fundamentales, la democracia y el estado de derecho de los ciudadanos.

Mientras tanto, el gobierno chino emitió directrices para el registro de los creadores de la IA, sus servicios, solicitando que realicen pruebas de seguridad antes de presentarlas en el mercado; para ello siete agencias del gobierno de aquel país asumirán la responsabilidad conjunta para garantiza el estado de vigilancia totalitario característico del país asiático.

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En Estados Unidos se realizó apenas hace unos días una reunión a puerta cerrada entre el Congreso y una veintena de líderes tecnológicos, a quienes, por cierto, tienen años acusando y queriendo sancionar. Tal sería el caso de Google por el monopolio de sus motores de búsqueda de la empresa dirigida por Sundar Pichai, a Musk por su sistema de satélites Starlink de Space X y su poder con la milicia ucraniana, y a Zuckerberg por venta de datos de sus usuarios para la moderación de contenido, entre otros temas, pero hoy los necesitan para poder entender de qué va la IA.

Total que las filias y fobias de los congresistas con las Big Tech no terminan de ayudarlos a entender, pero coinciden con los líderes de la industria en que el gobierno estadounidense debería desempeñar algún papel en el desarrollo de la tecnología, según lo plasmó el líder de la mayoría del Senado, Chuck Shumer, enfatizando su preocupación de cara a las próximas elecciones por considerarlas una prioridad a ser protegida del mal uso de la IA. Ya luego tendrán tiempo de hablar de cómo regular esta tecnología en sí misma.

Claramente las preocupaciones entre Asia y el resto del mundo son muy diferentes en cuanto a la regulación de la IA, sin embargo, hay coincidencia en que organismos federales sean responsables de legislar, siendo sólo la UE quien presenta un avance claro en la reglamentación priorizando al ser humano en el centro de la evolución tecnológica.

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