Es senadora de la República, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos y vicecoordinadora del Grupo Parlamentario de Acción Nacional; es la primera mujer que ocupa ese cargo.
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AMLO y sus caprichos
Los festejos por la Independencia de México siempre han estado llenos de simbolismos. Este año, no podía ser la excepción. Dicen que la forma es fondo y ha quedado claro que López Obrador pasará a la historia como un hombre de excesos que no entendió la importancia de tener tres poderes que se controlen y equilibren.
Los festejos por la Independencia de México siempre han estado llenos de simbolismos. Este año, no podía ser la excepción. Dicen que la forma es fondo y ha quedado claro que López Obrador pasará a la historia como un hombre de excesos que no entendió la importancia de tener tres poderes que se controlen y equilibren.
Lo que vivimos los mexicanos este fin de semana es ofensivo. López Obrador antepuso sus intereses y sus caprichos, traicionando nuestra historia y nuestras tradiciones. En un acto autoritario, López Obrador no invitó a las representantes de los Poderes Legislativos y Judicial.
Ni la presidenta de la Corte, Norma Piña; ni la presidenta de la Cámara de Diputados, Marcela Guerra; ni la senadora Ana Lilia Rivera, presidenta de la Mesa Directiva del Senado, fueron invitadas. Ellas tres, al igual que Andrés Manuel López Obrador, presiden un poder y el Ejecutivo federal claramente no lo entiende.
El desprecio hecho en estas fiestas patrias a los demás poderes es un retroceso democrático que marcará a este gobierno. Hace un año veíamos en el balcón presidencial al presidente de la Corte, pero ahora que los ministros han demostrado su autonomía e independencia a la hora de defender a la Constitución y a los mexicanos, entonces, López Obrador los ataca desde la mañanera y los saca de los festejos porque no piensan como él.
No invitarlas, sólo demostró el lado más autoritario del Presidente de la República, porque es claro que, como no le gustan los contrapesos, entonces se allegó sólo de su gabinete, personas serviles y leales a él, no a la Patria, sólo a él.
Por cierto, decían que no eran iguales y es cierto, resultaron ser peores. En el desfile militar del 16 de septiembre se contó con la presencia de casi una veintena de delegaciones militares de distintos países. Que tropas extranjeras vengan a nuestro país no es nuevo, pero que no se requiera la autorización al Senado mexicano, es grave.
En 2010, la Presidencia de la República solicitó con fundamento en el artículo 76 fracción III de nuestra Constitución, que se autorizara el paso de 5 tropas extranjeras por nuestro territorio para los festejos del centenario de la Revolución y el Bicentenario de nuestro Independencia. Autorización que fue otorgada por el Senado por ser una de sus facultades exclusivas.
Pero, en esta ocasión, López Obrador hizo caso omiso a nuestro texto constitucional e invitó a gobiernos violadores de derechos humanos, represivos y autoritarios. Ocupó la celebración de los mexicanos para quedar bien con los gobiernos autoritarios con los que tanto se identifica y a los cuales, por cierto, los quiere copiar. La presencia de tropas rusas demuestra cómo López Obrador está del lado de la violencia, la fuerza y la opresión.
A México le urge un gobierno que unifique y que no amedrente. Un gobierno que acepte la pluralidad, la independencia, la división de poderes y que no responda a caprichos y cerrazones.
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