Dislexia selectiva
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

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Dislexia selectiva
Foto: Mario Guzmán/EFE

Se rumora que el presidente sufre el síndrome de dislexia selectiva, una serie de padecimientos que se han visto en políticos populistas de otras naciones. Consiste en confundir unas palabras por otras o darle distintos significados según convenga.

Los síntomas son claros y muchas veces ridiculizan al paciente frente al público, las cámaras o la historia. Es fácil de detectar pues, normalmente, quienes lo sufren gustan de ser el centro de atención y pretenden ser graciosos, sin serlo. Puede ser contagioso y se agrava de forma exponencial conforme pasan los años. Sugerimos sana distancia.

Suelen confundir palabras como corrupción por aportaciones, feministas por conservadoras, niños con cáncer por golpistas, pérdidas por utilidades, incapacidad por lealtad, transparencia por opacidad, madres buscadoras por adversarias, transición energética por energías sucias, destrucción por transformación y masacres por estado de paz.

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Comúnmente, cuando el paciente se percata de la enfermedad, la primera reacción es la negación y el enojo, después viene la descalificación a todo aquel que le hace ver sus errores y, por último, entran en una especie de trance en la que repiten mantras o frases fuera de contexto una y otra vez hasta el hartazgo: ¿pero cuánto gana Loret de Mola?, ¿en qué medio trabajas?, neoliberal, corrupto, conservador. No somos iguales. Eso era antes. ¿Y Calderón? Vamos muy bien.

Otro rasgo del padecimiento es que viven anclados al pasado y en universos paralelos. Pueden llegar a creerse sus propias mentiras como sacar un pañuelo blanco y decir que ya se acabó la corrupción, que el aeropuerto Felipe Ángeles es el mejor del mundo, que México tendrá el sistema de salud mejor que Dinamarca, que se puede vivir con doscientos pesos en la bolsa sin cuenta de banco y sin trabajo o que un “detente” evita los contagios de covid. Repito, sugerimos sana distancia.

En casos extremos la dislexia selectiva puede combinarse con amnesia selectiva o localizada, la cual consiste en olvidar la responsabilidad en algunos eventos traumáticos como la caída de la línea 12 de metro, el desabasto de medicinas, el aumento de desaparecidos, el control territorial del crimen organizado, el exceso de muertes durante la pandemia, la militarización del país o la impunidad.

La combinación de dichos achaques puede desencadenar una serie de síntomas como olvidar el concepto básico de conflicto de intereses entre el gobierno y sus allegados más cercanos o hasta con sus propios hijos. 

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En casos severos pueden olvidar cosas tan sencillas como el nombre de una periodista importante, por ejemplo, de Azucena, por mencionar el primero que se me viene a la mente, y lo puede olvidar una, dos, tres, diez, quince, veinte, veinticinco o treinta veces y pretender que nadie vea el dolo y la misoginia al hacerlo. 

Por último, es importante mencionar que, con los pacientes que sufren dislexia política y amnesia selectiva, el remedio no es precisamente la paciencia ni la permisividad, se necesita cortar de tajo y atender el problema de raíz antes de que se propague el malestar seis años más. 

El tratamiento recomendado para evitar una epidemia es elegir a alguien cuerdo que no garantice la continuidad y regrese la cordura a nuestro país.

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