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Es política y líder de opinión. Se ha desempeñado como diputada Federal en las Legislaturas LXI y LXIII. Cuenta con más de 20 años de experiencia en análisis político mexicano e internacional. Actualmente se desempeña como empresaria, líder de opinión y columnista en diversos medios de prensa y televisión. X: @asarur IG: @adrianasarur
Los apagones actuales
El último apagón de redes sociales nos confronta con la dependencia digital: la ansiedad revela la fragilidad de nuestra conexión con lo real. ¿Sí nos damos cuenta de que la verdadera luz está en nuestras conexiones humanas?
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El último apagón de redes sociales nos confronta con la dependencia digital: la ansiedad revela la fragilidad de nuestra conexión con lo real. ¿Sí nos damos cuenta de que la verdadera luz está en nuestras conexiones humanas?
Recuerdo que en mi infancia cuando ocurría un apagón o, coloquialmente dicho, “se iba la luz”, de inmediato había que sacar las velas y nos reuníamos en la cocina con un juego de mesa o simplemente a charlar. No había teléfonos inteligentes ni laptops con baterías de larga duración ni mucho menos tabletas, por lo que sí se tenía que interrumpir las actividades previas al apagón. Volvía la luz y regresábamos a nuestras actividades, mirar la televisión, revisar si se guardó el último documento en la computadora y la vida seguía con el recuerdo de haber ganado en el monopoly.
En días recientes y cada vez más recurrente, ocurrió un apagón, pero de redes sociales. Grupo Meta, de Zuckerberg, sufrió una falla en sus servidores y al querer entrar a Facebook o Instagram nos pedían contraseñas, situación que se corrigió en unas horas, pero que a millones de usuarios nos puso a temblar. Lo que debió darnos era un respiro, una pausa en todo el ruido que causan las redes sociales, pero en realidad lo que generó una sensación de vacío.
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Esta sensación de ansiedad que miles de personas manifestaron haber sentido por perder sus redes sociales es real y no es cosa menor. ¿Qué haríamos sin teléfono? Algo impensable, ¡en el teléfono tenemos toda la vida! Es nuestra oficina y nuestra recreación. ¿Qué haríamos sin redes sociales? Estas nos acercan al mundo, a un mundo digital y, dicho por expertos, hoy los algoritmos y todo lo que aparece en nuestros viajes por el scroll, está hecho para nuestra satisfacción, para nuestro placer.
La caja de Pandora se abrió y no hay retorno. Para dimensionar esto, existen actualmente identificadas como personas reales 3 mil 49 millones de usuarios de Facebook, Instagram, aunque se estancó este año, cuenta con 2 mil millones de personas. Ante esta magnitud, debemos entender que usarlas de manera habitual debería ser para esparcimiento, generar cuestiones positivas e interconectarnos para el bien. Es preocupante la ansiedad que provoca este apagón y el solo pensar que “nuestra vida digital se ha perdido” produce depresión y ocasiona deterioro en la salud mental en miles de personas.
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De manera individual y social, debemos poner atención en esta parte, ser muy claros que la vida digital no es la vida real presencial, conocer sus alcances y beneficios, así como sus límites y perjuicios. Los apagones actuales no son como los de mi infancia, hoy no hay velas a las cuales recurrir ni habrá una reunión linda en la cocina.